Visión exitosa del Quindío del alma

A nuestra amada tierra la cruzamos por su hermosa geografía, cada vez que podemos hacerlo,  con la mirada incrédula de la primera vez, desde cualquier sitio, el verde esperanza entrega a propios y extraños una maravillosas sensación de felicidad; desde su fundación los primeros pobladores y colonos hablaron del edén, como lo sintió  en lo más profundo de su ser José Jaramillo Vallejo, después de la larga cabalgata desde Santa Rosa de Cabal, y decidió quedarse para siempre con sus descendientes, sus dos brillantes hijas;    no fue menos la gesta de Alfonso Tobón Gutiérrez legendario personaje de Salamina y en Armenia comenzó con pequeños oficios, años después estos dos señores hicieron posible los inicios del aeropuerto. La visión del futuro de nuestro Quindío soñado está amarrada a las legendarias leyendas y aventuras de quienes fueron llegando a hacer empresa, a trabajar, a buscar el horizonte común. Fue tan bien el singular caso de Luis Tito Gómez Gómez, con escasos dos años de edad y con otros familiares, a pie, agarrado del estribo, otros trechos en tren, penosamente, desde Santuario, hasta formar un emporio económico con sus hermanos, Almacenes El Lobo; algo similar con Luciano Gómez Gómez, también de Santuario, con una mano atrás y otra adelante, con los años y el trabajo constante, fue  propietario de  bienes y político conservador amigo de Laureano Gómez, congresista;  su joven sobrino Iván Botero Gómez, llegó muy joven de Santuario a su casa, empezó a vender telas en una maleta y después con el tiempo floreció con almacenes de muebles y electrodomésticos, con su familia de padres y hermanos, trabajadores incansables que  generan miles de empleos estables.

 Leyenda que corre hasta los días de hoy lo fue sin duda Vicente Giraldo Gutiérrez, quién con formación básica logró a base de esfuerzo crear diversas fábricas, con su argumento de que un país sin fábricas es un país de esclavos, así creó almacén Vigig, jabón campana, caspidosan, afeitol, compañía de cal y yeso, aceites, velas, parafinas, chocolates Caldas, tipografía, impresión, otras más, visionario y hombre cívico de grandes dimensiones, fue un ejemplo nacional.

Como lo han sido en distintas épocas Domingo A. Quintero, Anita Gutiérrez de Echeverri, Anacarsis Cardona de Toro, Benjamín Arias Gutiérrez, Braulio Botero Londoño, Camilo Villegas, Euclides Jaramillo Arango, ciudadanos sin tacha, como muchos más, forjadores en distintos campos de nuestra región que hoy miramos con orgullo, con el pensamiento puesto en el progreso de la ciudad moderna, en el corazón florecido del Quindío.

Bien lo forjó el ilustre fundador de Buenavista, José Jesús Jiménez Yépez, Pastorita Botero de Botero, madre ilustre y libertaria, las damas maravillosas que hicieron posible que las obras progresaran, Jesusita Vallejo de Botero, Emilia Jaramillo de Jaramillo, Clara Botero de Botero, tantas hermosas y diligentes para organizar los convites de empanadas y viandas; las cuatro comisiones creadas en diferentes años en pro de la creación del departamento, con Jesús Arango Cano, ilustre escritor y líder cívico como presidente,  Horacio Gómez Aristizábal, valioso personaje, abogado de postín y luchador incansable, ayudando en Bogotá, la pléyade de notables ciudadanos que coadyuvaron la gesta de los congresistas.

Ejércitos de hombres y mujeres forjaron nuestra bella región que hoy necesita el empuje cívico que tuvieron los colonos de antaño,  mujeres y hombres valerosos que abrieron camino, que hoy necesita el trabajo solidario del nuevo civismo, de los políticos y de las mujeres, de los empresarios y de los comerciantes, de las estupendas universidades, de los jóvenes que irrumpen y quieren servir al terruño de sus mayores, de las nuevas generaciones que desde los cuatro puntos cardinales, los que se fueron y los que están, quieren que este pedacito de cielo, perdure por los siglos de los siglos. Es un anhelo con los nuevos renglones económicos, con el café desde luego, pero con los emprendedores, el turismo sostenible y el amor cotidiano por nuestra geografía alucinante, regalo de Dios. Así sea.


Gabriel Echeverri González.

Académico de Numero / Academia de Historia del Quindío.

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