Palabras de
Rafael Uribe Uribe con ocasión de los cien años del asesinato de su
abuelo Rafael Uribe Uribe, cuyo nombre de pila era Rafael Víctor Zenón Uribe
Uribe
Agradezco
a las autoridades de Valparaiso y al Dr. Gonzalo Gaviria por este homenaje que
se brinda a nuestro abuelo Rafael. Solo ustedes y la Universidad Libre se
interesaron con antelación en recordar esta fecha dolorosa para la patria.
Profundizar
sobre la vida de Uribe Uribe hoy no es mi propósito, es tarea que cabe a historiadores
que han dedicado su tiempo y esfuerzo a analizarla. Creo que pocos la han estudiado
con tanta profundidad como el Dr. Otto Morales Benitez que no pudo hoy acompañarnos,
pero lejos estoy de no reconocer otros investigadores.
Confieso
que en mis tertulias con Otto en Bogotá a finales de la década de los sesenta, fue
donde aprendí a distinguir entre la vida militar de Rafael Uribe que es la
referencia y grado por la cual se le conoce, y la de Pensador que en escasos
círculos se analiza y comenta; pero a su nombre le dio más pantalla ser
guerrero que gestor de ideas.
Quiero
destacar algunos aspectos de su vida que dejan huella e impactan por su contundencia.
Uno
de los principales es sin duda su pensamiento social tan prolijo que no hay tiempo
de profundizar. Me limito a mencionar que sus propuestas de inicios del siglo
XX vuelven a discutirse en el Congreso 40 años después y hoy son base
fundamental del actual régimen laboral colombiano. Otro de sus planteamientos
en este campo es el de la reforma agraria que 15 años después inspira la ley
200 de Alfonso López Pumarejo que no prosperó, lamentablemente.
Todo
ello obliga a mirar con detenimiento muchas otras de sus propuestas y escritos.
Uno
de ellos, Por la América del Sur, publicado en una época donde las
comunicaciones eran precarias, hace difícil imaginar cómo reunió tal cantidad
de información y adaptó a las condiciones de nuestra patria una propuesta para
promover su desarrollo.
Tardaría
días tratando de escudriñar la universalidad de su pensamiento cuando examina
por ejemplo Los Problemas Nacionales donde trata a profundidad los temas
de la paz interna, el militar, la moneda, el crédito, el sistema tributario, el
analfabetismo, el universitario, la higiene, el sufragio, los partidos
políticos, el parlamento, el jurídico, la autonomía seccional y municipal, la
prensa, las vías de comunicación, la población del suelo, la reducción de los
salvajes, el topográfico, las aguas y florestas, la estadística, el industrial,
el trabajo, la vagancia, el demográfico, la asociación, y la alegría. Si sus
propuestas hubiesen sido puestas en práctica en esa época y no años después, o
permanecieran rezagadas, Colombia sería líder de nuestra región.
Ni
que hablar de su labor parlamentaria, la lectura de sus discursos revive el pensamiento
e invita a profunda reflexión. Su correspondencia íntima y política inspira una
vida sin tacha, un ejemplo de comportamiento, una enseñanza del ejercicio de la
virtud, del trabajo y del amor por la familia y por la patria.
No
cabe duda, de General a Pensador hay una distancia inmensa en este patricio.
No
puedo dejar pasar por alto el hecho de que estando en prisión escribió el
Diccionario
Abreviado
de Galicismos, Provicionalismos y Correcciones del Lenguaje, que no es tan abreviado
pues consta de 467 páginas, excelente guía de consulta para quienes a veces nos
da por escribir barrabasadas. ¿Y qué tal De como el Liberalismo Político
Colombiano no es Pecado en clara respuesta a la condena que de los liberales
hace Fray Ezequiel Moreno, Obispo de Pasto? Su argumentación despeja cualquier
duda sin culpar a la Iglesia.
Para
mi gusto, de sus escritos llaman la atención dos piezas magistrales, quizás no
tan brillantes como la carta que le dirige al doctor Alberto Ulloa en Lima
sentando un precedente de las relaciones internacionales de nuestro país, de la
que tomo este aparte: “Con la resonancia dada a mi discurso, no habrá en
adelante un solo peruano que ignore la notificación de Colombia: el laudo
español es irrito y nulo en todo lo que nos perjudique. Con el laudo como
título no podrá irse a tomar posesión de aquello a que nosotros creemos tener derecho”
o como los discursos que en Suramérica le hicieron famoso en la Conferencia Panamericana
de 1906 en Río de Janeiro o en el Congreso Científico Panamericano en 1908 en
Santiago de Chile; pero a los que me refiero, más modestos, en pocas palabras
resumen su estilo de vida y su pensamiento, estos son:
Su
propia defensa por la muerte del soldado Resurrección Gómez a quien dio de baja
por sublevarse en el Punto de Partidas del Distrito del Retiro, para evitar la
desmoralización de sus tropas y la rebelión colectiva, de la cual tomo estas
frases: “Yo aspiraba a formarme una reputación tal de rectitud y honradez, que
ante ella sola y sin más pruebas cayese aniquilada toda imputación calumniosa
de crimen o acción perversa. Al fin conseguiré que así sea, porque yo se
levantarme cada día queriendo con voluntad enérgica y tenaz lo mismo que he
querido y querré el siguiente; al fin lo conseguiré, porque, sea cual fuere
vuestro fallo y el de la sociedad, no tendrán poder bastante para apartarme de
la línea de conducta que me he propuesto seguir. Por el contrario, la calumnia
y las grandes pruebas de existencia son como los venenos de Mitríades: si no
matan de una vez, hacen al paciente invulnerable; y como saldré intacto de este
juicio, ya no temeré para en adelante que las acusaciones de los perversos me
derruequen”. Sigue en ese orden una argumentación irrepetible con la cual consigue
la absolución de un jurado integrado por sus adversarios.
Otro
que me seduce es El Mayor Flagelo, un grandioso llamado a la consciencia
nacional. Lo escribe en Rio de Janeiro en 1907 y es dirigido a los fundadores
de la revista literaria Albores quienes lo invitan a participar en ella
a través de su pluma. Para sustentarlo regresa a su grado de abogado cuando
pregunta a su profesor, el Dr. Escobar: “Bueno doctor yo le aprendí cuanto pude
de lo que usted tuvo a bien enseñarme… ¿Tiene usted algún consejo práctico que
darme? La respuesta fue demoledora: “Como no Rafael… guarde los códigos en el
fondo del baúl, o mejor véndalos, o regálelos, y tome otro oficio” A los
señores Arenas y Rivas, redactores de la revista, les da similar consejo:
“Dejen la revista, dejen la literatura, y tomen otro oficio.” En su extenso
escrito después de hacer un estudio de mercadeo de sus posibles lectores,
critica la pasión de los colombianos por hacer versos en contraste al esmero
con que los demás países de continente se dedican a la producción, de los
cuales, uno a uno, destaca sus principales productos. Les cuestiona duramente
su inactividad en beneficio de la patria con preguntas como esta: “¿Ya fueron a
los campos a ver si el azadón está reemplazado por el arado y si este penetra
en la tierra una pulgada más que antes?” Y con erudición recorre cada una de
las necesidades de la patria en todos los temas. Casi al terminar se viene con
esta andanada que invita a la meditación: “La vida solo concede sus favores al
que le alega directamente, no al que la solicita por terceros o intermediarios.
El contacto con la naturaleza, mal puede verificarse a través de los libros, ni
desde los gabinetes de los plumarios. Hay que buscarla donde ella está: Y esa
espléndida naturaleza de nuestro país, que los rodea y se les mete por los
ojos, es la que ustedes no conocen. En lugar de ver se ponen a imaginar,
ignorando que jamás esto valió lo que aquello, aún desde el mismo punto de
vista literario.”
Me
hubiese gustado traer a colación otras piezas de sus escritos, insertar muchas
citas memorables, profundizar en su pensamiento en todo lo que tenía que ver
con el progreso de la patria; si lo hiciera, me tomaría todo este fin de
semana.
Un
Uribe algo lejano de parentesco, pero muy cercano de corazón, el Padre Diego Uribe
Castrillón, inspira esta plegaria in memoriam de Rafael Uribe Uribe, general,
estadista y víctima.
Cien
años ya de un horrendo crimen. Toda vida que se siega es siempre crimen y siempre
horrendo, pues la vida es don de Dios y camino de misericordia.
Al
recordar los cien años del sacrificio de Uribe Uribe, hemos de suplicar al Dios
siempre misericordioso, que su espíritu, elevado, digno, de nobleza luminosa,
de dignidad si tacha, esté gozando del Reino de los Justos; que su vida inmersa
en las convulsiones de la Patria, se vea ahora coronada no por el laurel que se
marchita, sino por la diadema de olivo con la que se premia a quien vence.
El
General venció, cuando todos pensaron que había sido vencido, triunfó ungiendo
con su sangre el que debía ser el templo de la democracia, levantó su bandera
cuando todos pensaban que recogían despojos. El General sabía que la espada
podía ser guardada, que la lucha fratricida podía ser convertida en un río de
clemencia, de dignidad, de esperanza.
Rafael
Uribe Uribe, dos veces ornado con un apellido que no necesita crisoles de nobleza
porque los encarna, ha de estar muy cerca de los gloriosos mártires que llevan
este honroso blasón: de San David Uribe Velasco, sacerdote mexicano que, en la
crueldad de la guerra contra la fe, prefirió la muerte a la deshonra de la
apostasía; de la Beata Feliciana de Uribe y Orbe, religiosa española que
prefirió la muerte porque vio en la crueldad de sus verdugos de la guerra civil
la saña con la que el mal persigue la bondad y la inocencia.
Este
Pensador ha de seguir oteando desde el Reino de la Justicia, para que en esta tierra
que lo vio nacer, que lo vio luchar, en la que entregó su vida, puedan reinar
un día la paz y la justicia. El General Rafael nos ayude a recordar que la vida
es sagrada, que la paz no se comercia, que la justicia no se juega, que la fe
no se pierde, que la esperanza no se acaba.
Con
la voz de los abuelos digamos simplemente: Qué Dios lo tenga en su gloria.
Amén.
1 Comentarios
Me duele que el Partido Liberal Colombiano, teniendo estas figuras como ejemplo y modelo a seguir, como luz de un faro que parece apagarse todos los días, deje de lado el rendir honores a tan magna figura. Preferimos estar pendientes de la minúscula campaña de la minúscula figura del hijo del expresidente Gaviria, o de la campaña de quienes exprimieron todos los honores que el partido otorga, supuestamente, a sus mejores, para después abandonar sus compromisos y fundar partidillos sin norte, carentes de filosofía y ausentes de programas. Hoy, los "mejores" exponentes del partido liberal, que se hicieron a sus mejores representaciones, militan en partidos de ultra derecha, militancia que desdice de su calidad como persona my colmo políticos. Allí tenemos a los Carlos Holmes Trujillo aliado a la ultraderecha de Centro Democrático; a los Germán Vargas Lleras aliado de los paramilitares a quienes respalda para ocupar cargos que la democracia brinda a sus mejores hombres; a los Alvaro Uribe Velez, quien orienta las corrientes más contrarias a lo que el Partido Liberal representa y al mismo Presidente Santos, quien abandonó el partido liberal para fundar un partidillo que se identificaba por la primera letra del apellido de su líder, el partido de la U. Les falto grandeza a estos señores.
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