Jesús María Ocampo "Trigrero" |
El 14 de octubre es un momento
propicio para recordar algunos hechos que motivaron la fundación de Armenia hace
125 años (1889) y que aún son motivo de reflexión, no sin antes considerar que
los asentamientos de pueblos en tiempos de la colonización antioqueña se
caracterizaron por ser procesos colectivos, como lo fue la de Armenia con la
conformación de una junta pobladora, aunque se reconozca en Jesús María Ocampo
el personaje central de la gesta fundacional.
Habiendo sido la génesis de la población
que se convertiría en capital del departamento del Quindío un proceso
colectivo, su fundación no podía estar exenta de intereses personales y de
luchas grupales por el poder local. Esto dio origen a una versión épica llena
de anécdotas y heroísmos, que ha sido la más difundida, y a otra basada en la
interpretación de las causas, conveniencias y afectaciones que el suceso trajo
consigo.
El
historiador Alfonso Valencia Zapata atribuye (Quindío Histórico, 1981) la
fundación de la Ciudad Milagro a un desacuerdo entre calarqueños y un grupo de
colonos que vivían al lado derecho del río Quindío.
Señala Valencia Zapata que ante la inexistencia de un puente adecuado que
facilitara el cruce del río los días de mercado, en especial durante los meses
de invierno, Jesús María Ocampo, apodado “Tigrero”, les propuso a personas
influyentes de Calarcá que hicieran un convite para construir un puente.
Acordado el día para acometer la obra, “Tigrero” se comprometió a llevar la
madera y demás materiales necesarios, amén de los alimentos y bebidas para las
cuadrillas de trabajadores.
Pero los calarqueños no asistieron a
la cita pactada, lo que encolerizó a Ocampo que se sintió burlado. A los pocos
días viajó a Calarcá donde fue objeto de burlas pues corría la versión que
“Tigrero” pretendía crear un poblado en la otra orilla del río Quindío, lo que terminó
por colmar su paciencia, hecho que fortaleció su voluntad para emprender el proyecto
fundacional que rondaba en su cabeza.
Fue
así como varios colonos, entre los que se contaban Jesús María Ocampo, Jesús
María Suarez, Alejandro Suarez, Antonio Herrara, José Joaquín Buitrago,
Hipólito Nieto y muchos otros, se reunieron el 14 de octubre de 1889 con el fin
de conformar la Junta Pobladora. Una de las
primeras decisiones fue la compra de un terreno de propiedad de Antonio Herrera
por valor de $200 pesos y de una mejora del señor Reyes Santa por la suma de
$100 para acometer el proyecto del nuevo poblado, negocios que quedaron
protocolizados catorce días después, el 28 de octubre.
El 20 de octubre se realizó en primer
mercado, en el que las personas de mayor poder adquisitivo que apoyaban el
naciente poblado, con el fin de evitar su fracaso, decidieron comprar y
distribuir entre ellos mismos las mercancías y víveres que habían sacado a la
venta ese día y la de los mercados posteriores, invirtiendo las utilidades en
la compra de herramientas para continuar abriendo los terrenos para la fundación.
Entonces se formaron convites con el fin de hacer el trazado de la plaza
principal y de los lotes que servirían para las edificaciones institucionales
como la iglesia, casa municipal y escuela, además de los lotes donde residirían
las personas más influyentes en el marco de la plaza principal y su vecindad,
primero conocida como plaza del Libertador y luego como plaza de Bolívar.
Una versión diferente sobre los motivos
que precedieron la fundación de Armenia la aporta la historiadora Olga Cadena
Corrales, que en un trabajo por fascículos publicado en el Diario La Crónica
del Quindío sobre la historia del Quindío al final de la década del noventa,
señala que más allá del conflicto suscitado
por la no construcción de un puente, habían otros intereses en juego.
Afirma Cadena Corrales que en la
región se conocía de los planes viales que tenía el Estado para abrir caminos y
vías de importancia nacional que unieran el centro del país con sus fronteras
marítimas y a las ciudades que empezaban a tener cierta importancia. Entre
ellas se destacaba la carretera que uniría a Bogotá con el puerto de
Buenaventura y en la región una que permitiera la conexión con Pereira,
Manizales y Medellín.
Por aquel tiempo, pese a que estaba en
uso el Camino del Quindío que conectaba a Bogotá con el occidente atravesando
la cordillera Central entre Ibagué y Salento para seguir a Filandia y Cartago, ya
se empezaba a perfilar un nuevo camino
que saliendo de Ibagué iba por Cajamarca y La Lora en dirección a La Línea,
rumbo a Calarcá. Sobre este camino el geógrafo Rufino Gutiérrez (Monografías
Tomo II, 1921) señala lo siguiente con motivo de su travesía entre Armenia e
Ibagué iniciada el 12 de febrero de 1918: “(…)
será ésta la vía preferida por viajeros y carga
entre los Departamentos de Cundinamarca y Tolima y el del Valle y la
mayor parte del de Caldas, y se abandonará la del Quindío (Camino del Quindío),
la cual fue abierta desde el siglo XVI por los Cabildo de Ibagué, siendo Justicia
Mayor don Melchor de Valdés, y que desde entonces siempre que llueve se
pone casi intransitable”.
Cita Gutiérrez en su monografía, que
en el informe que hiciera Agustín Codazzi sobre
las vías de comunicación del Estado de Cundinamarca, rendido el 6 de noviembre
de 1858 al Secretario de Estado del Departamento de Gobierno, decía sobre el
camino de Calarcá lo siguiente: "Para
la pronta comunicación con el Valle del Cauca es factible un camino
carretero al través de la montaña del Quindío desviándose de la ruta que
hoy está en uso para ir a Cartago (…)” en referencia directa a una ruta que
pasara por el alto de La Línea y no por el Camino del Quindío. Al describir la
ruta de ese camino del futuro, Codazzi dice: “Transpuesta dicha cumbre, se encuentra otro ramal o estribo que divide
las hoyas de los ríos La Vieja o Pijao y Cumbarco (Navarco), perfectamente
adecuado para continuar el trazo del camino y bajar con suma facilidad hasta el
frente de La Dalia, donde juntan su corriente aquellos dos ríos. El resto
del camino hasta Cartago seguirá por tierra llana. Este inmejorable camino carretero no será más largo qua la desesperante
vía de herradura en uso, que jamás podrá conservarse en buen estado, a
causa de sus multiplicadas y rápidas cuestas. Por el camino que indico
no habría que tocar con el de Guanacas: los viajeros irían en coche desde
Bogotá hasta Cartago, y de allí a Popayán por un ferrocarril que
recorrerán nuestros nietos”.
No hay una visión más premonitoria que
la del geógrafo Agustín Codazzi a mediados del siglo XIX. En ella anticipó el
uso de coches (es posible que se refiriera a vías para coches tirados por
caballos) pasando la cordillera y de ferrocarriles en la zona plana del valle
del río Cauca, propuesta que fue recogida por el Estado para proyectar las vías
necesarias para el desarrollo del país, y que a su paso por el Quindío, pasarían
por donde se fundaría Armenia 41 años después, poniéndola en el centro de un triángulo de importancia estratégica para
las comunicaciones y la economía.
Además de los proyecto de carreteras
nacionales que permitirían sacar las cosechas y valorizarían los predios de la
parte baja del Quindío, hubo otras causas que a juicio de Cadena Corrales determinaron
la fundación de Armenia. En primer lugar
estaba el evitar ser incluidos dentro de las tierras que Calarcá solicitaba
como colonia pobladora entre las que estaban los actuales municipios de
Armenia y La Tebaida, pues según la ley, las donaciones de tierras al interior
de las colonias pobladoras no podían ser muy extensas (para el caso de Calarcá
el límite máximo fue estipulado en 200 hectáreas), lo que hubiera significado
un recorte a las extensas apropiaciones que ya se tenían en el sector bajo del
Quindío.
En
segundo lugar estaba el hecho que los colonos de la parte derecha del río
Quindío querían quedar por fuera de la concesión Burila,
sociedad conformada por élites de Manizales y Valle del Cauca que pretendían
tierras en concesión en el propio Valle del Cauca y en todo el Quindío con excepción
de la zona norte (Circasia, Salento y Filandia), lo cual originó grandes conflictos
por la posesión de la tierra entre los colonos que tenían sus mejoras y los
terratenientes que las reclamaban para sí. La concesión Burila termino por englobar
tierras de Calarcá y el sur del Quindío librando de este tipo de pleito a la
zona centro occidente del Quindío (Armenia, La Tebaida, Montenegro y Quimbaya)
En
tercer lugar estaba la necesidad que tenían las personas, al vivir separadas
por grandes distancias entre una finca y otra, de identificarse y reconocerse,
crear relaciones comunitarias y formar sociedad, así como de organizar una
institucionalidad básica que les prestara servicios religiosos, educativos, de
salud, seguridad y gobierno, y de tener un lugar que sirviera de sitio de
aprovisionamiento de víveres y herramientas, venta de cosechas y concentración
de mano de obra para las labores agropecuarias. Ahora bien, si lograban que
Armenia fuera reconocida como cabeza de distrito, según Cadena Corrales se
tendría el poder para “(…) repartir
tierras, crear impuestos, nombrar corregidores e inspectores de policía,
centralizar los servicios notariales, judiciales y administrativos, designar
juntas como la de caminos, ornato y otras, y decidir sobre sus ejecuciones; y
en fin, los vínculos que se creaban con otros centros administrativos
superiores”.
Este conjunto de hechos terminaron por
generar rivalidades e inconformismo entre los pobladores de Salento, Filandia,
Calarcá y Circasia ante el progreso que podría tener Armenia. Al respecto
Cadena Corrales cita a Jesús María Suarez (1910): “Tal era el antagonismo que nos abrumaba en estas regiones, que para
evitar las muchas disensiones tuvimos la necesidad de hacer circular que no
pretendíamos sino un simple caserío para proveernos de algunos recursos tanto,
que al edificar nuestras primeras casas, hicimos surgir la idea de que era
simplemente unas fondas nuestro propósito por cuanto creíamos mucho en una vía
para el Valle del Cauca, pero reservándonos siempre la idea grandiosa de que
conocida la hoya de La Vieja y los terrenos de Montegrande tal como lo
conocimos, más la situación topográfica del punto elegido para la población, no solamente una fonda y un vía nacional
cruzarían en este punto, sino que una ciudad no muy tarde vendría a
desarrollarse y figurar en la
nomenclatura de las más importantes ciudades de Colombia”.
En la historia de los pueblos el
trazado de caminos y la lucha por la propiedad de la tierra han sido un
importante detonante de situaciones sociales, económicas y políticas que de una
y otra forma terminan por ser capitalizadas en mayor proporción por las élites
locales que tienen más preparación y posibilidades de acceso a la información y
decisiones del Estado.
El proyecto de construcción de una
carretera entre Bogotá y Buenaventura, la necesidad regional de unir la capital
del antiguo departamento de Caldas con Pereira y Armenia, la construcción del
ferrocarril del Pacífico que conectó el puerto de Buenaventura con Armenia para
sacer el café hacia los mercados internacionales, y la construcción del
ferrocarril de Caldas uniendo las tres ciudades citadas, marcaron una gran
dinámica en la primera mitad del siglo XX que impulsaron el rápido crecimiento urbanístico de Armenia y la
transformaron en un importante centro de negocios y de acopio y trilla de café
de exportación.
Como las evidencias apuntan a que el
disgusto con los calarqueños por la no construcción del puente sobre el río
Quindío no fue una causa fortuita, sino
que al parecer obró a manera de “florero de Llorente” producto de una situación
urdida para precipitar la fundación de Armenia, se dejan planteadas algunas
dudas históricas: ¿Cuáles fueron las personas influyentes de la época que tenían
intereses económicos y políticos enormes con la fundación de un poblado?
¿Estaba la Junta Pobladora al tanto de lo que se fraguaba? ¿Jesús María Ocampo
“Tigreros”, protagonista de la fundación y hombre iletrado según la historia, conocía
lo que se tramaba o fue utilizado para estos fines?
Por Armando Rodríguez Jaramillo. Miembro de la Academia de Historia del Quindío
Por Armando Rodríguez Jaramillo. Miembro de la Academia de Historia del Quindío
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