Hay seres humanos, qué
raro, nacidos solo para dar o tributar sus bienes o su tiempo. Personas,
excéntricas tal vez, que van caminando por el planeta en procura de entregarle
al otro o a los otras su amor y su patrimonio.
Alguna vez, por mi
empecinado realismo de época, vacilante, pensé que eso solo existía en las
leyendas, en los libros de historia, en los santorales, en los conventos o en
las fantasías.
Por ello, cuando reconocí
a un ser humano vestido de estoicismo, de carácter pausado y con ganas de ofrendar,
desde ese día voy a verlo cada vez que puedo. Ahora voy más a su casa, pero
debe ser por mi anhelo, torpe e inexacto, de replicar los ademanes de su
ejemplo. Es un ser vivo en peligro de extinción, porque de su talante, de su
genética, ya existen pocos en los alrededores.
Nacido en Sevilla, Valle
del Cauca, en 1945, sus palabras, dichas con cierta lentitud, entrelazan frases
sensatas, casi siempre sabias o inquietantes. Inició su actividad musical en
una coral de Medellín, y luego estudió guitarra clásica y canto bajo la dirección
del maestro Virgilio Pineda.
Hablo, y alguien ya lo
sabrá, de Álvaro Pareja Castro. Graduado en sociología en la Universidad
Latinoamericana de Medellín, también hizo su maestría en investigación
socio-cultural en la Universidad de Antioquia.
A mi manera de ver Álvaro
es importante para el Quindío por un cúmulo de razones: ha sido un investigador
y compilador persistente de nuestra música; un notable gestor cultural, dentro
y fuera de la Universidad del Quindío, donde ha participado de múltiples
proyectos y porque su legado se ha mantenido a través de la creación del centro
de investigaciones musicales del Quindío y del centro de documentación musical,
la Casa Museo, y, en especial, por su trabajo escrito y radial del Cancionero
Mayor del Quindío.
Casa Museo Musical del Quindío (Armenia) |
No obstante, aunque se diga que por las obras se conoce a la gente, su mayor herencia se manifiesta en tres actitudes de su personalidad: su honestidad a toda prueba, que indica una coherencia ética y cívica durante su vida en el Quindío; su indeclinable postura política, con raigambre y prácticas en el progresismo y la izquierda democrática, que hoy se convierte en un paradigma para muchos de nosotros; y, en particular, en su deseo verboso y real de dar, de entregarlo todo, casi sin contraprestación, a sus contemporáneos.
Esa manera de ser y
proceder, escasa en este departamento y en este momento, ha sido configurada
con la mirada y el empeño amoroso, inteligente y solidario de Martha Cecilia
Valencia, su inspiración y su compañera de sueños y realidades.
Cada vez que hablemos de las raíces de nuestra cultura, de continuidad de la tradición, nos corresponde pensar en la Casa Museo, en sus creadores, y en esa tranquila forma de caminar nuestras calles y veredas de Álvaro Pareja, quien nos ha demostrado que una vida puede ser, en un haz de tiempo, creativa, indagadora y serena.
Artículo Publicado en LaCrónica el 20 de mayo de 2022
José Nodier Solórzano
Castaño
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