El nombre de los Andes del Quindío en vez de Cordillera Central


Tal vez desde mediados de la centuria de 1.700, la hoy impropiamente llamada “Cordillera Central” se denominaba “Andes de Quindío”, “Montañas de Quindío” y “Sierra Nevada del Quindío”, nombres que fueron utilizados en los textos de los viajeros que cruzaron estas tierras, durante los siglos XVIII y XIX.

La primera referencia que encontramos sobre el nombre “Quindío” para denominar la cordillera aparece en el Diccionario histórico-geográfico de la América Meridional del sacerdote jesuita Giandomenico Coleti, publicado originalmente en Venecia en 1771, en el que aparece este texto: “Quindío (Chindii Montes): montañas altas y quebradas en la Provincia de Popayán, que deben atravesarse para ir a Anserma y otros lugares. El camino es impracticable en el invierno, y aún en el verano es difícil y peligroso. El clima es muy frío”.

También José María Espinosa, en 1813, se refiere a la “Montaña de Quindío”. Charles Saffray describe la región con estas palabras: “Altas montañas cuyo conjunto se designa con el nombre de Quindío”. En la nota necrológica que Francisco José de Caldas publicó en 1808 en el Semanario del Nuevo Reyno de Granada, a raíz de la muerte de José Celestino Mutis, dijo que, para sus operaciones de investigación, el científico se había asentado en la localidad de Mariquita, “situada esta ciudad al pie de los Andes de Quindío”. 

Entre 1550 y 1850 se presentó en el planeta una “pequeña edad de hielo”, lo que explica la razón por la cual Alexander von Humboldt y Aimé Bonpland hubiesen hecho referencia a la “Cordillera Nevada del Quindío” o de las “Montañas nevadas del Quindío”. A su turno, Gasphar Theodore Mollien, con ocasión de su viaje en 1823, hablaba de “las montañas cubiertas de nieve que forman el Quindío”. En una misiva que el Cabildo de Ibagué le envió al Virrey José Solís Folch de Cardona, Duque de Montellano, le manifestaba que “... en esta miserable ciudad solo se mantiene de los sugetos(sic) que transitan una montaña que llaman Quindío, la que resulta su traspaso a las provincias del Chocó camino sumamente brevísimo para aquellas Provincias, como para la de Popayán, Buga, Cali, Cartago y otros parages (sic)...”. 

A su turno, la palma de cera del Quindío, Ceroxylonquindiuense, adquirió esa denominación por las poblaciones que aún subsisten en el departamento del Tolima, por cuanto los científicos se toparon con ella en las inmediaciones de Toche, por el Camino Nacional, cuando venían de Ibagué, rumbo a Cartago. Esto confirma simplemente que Toche hacía parte de la región de los Andes de Quindío y que de allí el nombre de la palma. 

El vocablo Quindío aparece originalmente escrito sin tilde y en ciertos casos con terminación en u, “Quindiu”. Inclusive en algunos eventos la copian con acento agudo, “Quindiú”; así, por ejemplo, Humboldt afirma que “los habitantes de los Andes de Quindiú fabricaban cirios con la capa espesa de cera que envuelve el tronco de una palmera [Ceroxylon andicola, que hemos divulgado en las plantas equinoccionales, t.I p.9, lam. I y II]”. En otra obra el mismo Humboldt hacía referencia al paso “de la montaña Quindiu o Quindio, entre las ciudades de Ibagué y Cartago”. 

Por su parte, Alcide D’Orbigny señalaba en 1836 que “el camino entre Ibagué y Cartago pasa por el Quindiu”. Finalmente, el botánico Aimé G. Bonpland también utilizó la denominación “Quindiu”, como puede leerse, por ejemplo, en la carta que le envió a José Celestino Mutis desde Popayán el 27 de junio de 1802. Eliseo Reclús así lo condensaba finalmente: “La rama central de los Andes colombianos está netamente limitada por el curso de los ríos gemelos, el Magdalena y el Cauca; a menudo se le da el nombre de Cordillera del Quindío, por el de su famoso boquerón que se halla en la mitad de su trayecto. Es de las aristas colombianas que ofrece más acabado aspecto de una cordillera regular desprovista de macizos laterales: también ostenta las cumbres más altivas y alpestres del país”.

Conforme a estos y a otros testimonios, la región denominada “Quindío” ocupaba originalmente un territorio aproximado de 15.000 km², con un rango altitudinal entre los 500 y los 5.000 metros sobre el nivel del mar, diferentes pisos térmicos, una interesante multiplicidad de ecosistemas (desde la vegetación xerofítica hasta las áreas nivales, pasando por los páramos, los bosques de niebla y los bosques premontanos), una exuberante diversidad de especies de flora y fauna y unos paisajes de ensoñación. Este territorio, enmarcado entre los 4º y los 5º 15’ de latitud norte y entre los 74º 45’ y los 76º de longitud occidental, estaba cruzado durante el siglo XIX por los límites geopolíticos de los Estados Soberanos del Cauca, Tolima y Antioquia, y comprendía la totalidad del departamento del Quindío (que no alcanza los 2.000 km²) y algunas porciones de los actuales departamentos de Risaralda, Caldas, Valle y Tolima, en los Andes centrales de Colombia: iba desde el río Cauca hasta el río Magdalena y desde el sur del departamento del Quindío hasta la mitad del departamento de Caldas, aproximadamente.

Toda esta región tuvo una significativa comunidad indígena, la misma que fue masacrada durante el genocidio español, que se llama con eufemismo “Descubrimiento de América y conquista española”. James Parsons hace sobre este tema una referencia muy ilustrativa sobre nuestras etnias locales: “Todo indica la existencia de una densa población en el territorio antioqueño. La ocupación de las tierras agrícolas óptimas de la hoya del Quindío ha debido ser una de las más densas de toda la América meridional precolombina. Con datos incuestionables, Tulio Ospina considera que es muy lógico calcular una población aborigen de 600.000 para Antioquia en los días de la conquista… Con la adición del Quindío, densamente poblado, la cifra puede aumentarse por lo menos a un millón…”.

Cuando Humboldt cruzó el Quindío en octubre 1803, hizo referencia a que el único grupo humano era uno pequeño de indígenas Pijaos, que ocupaban la tierra más fría de las montañas de la región, y que habían sobrevivido al exterminio, y huido de los europeos, para refugiarse en las zonas más altas; todos los demás fueron aniquilados por los representantes del imperio español. Luego de casi doscientos años de abandono, cuando ya transcurría la mitad del siglo XIX, la región comenzó a ser nuevamente ocupada por seres humanos, principalmente por antioqueños. Se llamaba entonces la cordillera “Andes de Quindío”. 
Según Humboldt, la palabra Andes proviene de la dicción “Antis, de Anta, cobre en la lengua quichua”; y el vocablo Quindío, por su parte, está relacionado con los Quindos, uno de los varios grupos indígenas que habitaron en la zona antes del etnocidio español.


No pudimos establecer en qué momento las autoridades encargadas de la nomenclatura geográfica de Colombia, resolvieron cambiar la denominación de Andes de Quindío por el de Cordillera Central. Porque, dicho sea de paso, si se confirma la teoría de la formación de una nueva cordillera de la cual harían parte la Serranía del Baudó y la isla Gorgona, quedarían cuatro cordilleras y no habría una central, por lo que necesariamente tendríamos que regresar al bello nombre original de nuestra cadena montañosa, “Andes de Quindío”, como nosotros lo hacemos.

Alberto Gómez Mejía (Abogado - Presidente del Jardín Botánico del Quindío)
8 de enero de 2017

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