Facsímil de el periódico El Tiempo del 8 de junio de 1975 |
Por estos días se cumplen 48 años de la noticia de un ‘golpe militar’ que nunca existió. El sábado 24 de mayo de 1975, el Diario Occidente de Cali[1] registró un titular a 8 columnas: “Fracasó cuartelazo”, seguido del título: “Los gobiernos se caen por débiles, no por malos: López”. Al día siguiente, el comandante del Ejército (general Álvaro Valencia Tovar) se comunicó con el presidente de la República (Alfonso López Michelsen) para expresarle sus preocupaciones por los efectos perjudiciales que podrían tener las falsas noticias, por cuanto perfilaban a la institución armada como un ‘Ejército golpista’; sin embargo, el mandatario no le dio la importancia que ameritaba.
La versión, orquestada hábilmente desde los pasillos oficiales, señalaba a Valencia Tovar de estar fraguando un golpe de Estado, que gracias a “[…] la lealtad, firmeza y patriotismo del ministro de Defensa Abraham Varón Valencia, del general Álvaro Herrera Calderón (comandante de las Fuerzas Militares) y de otros militares leales a las instituciones, se había abortado sin contemplaciones […]” (Occidente, 1975).
La tramoya tuvo su origen en algunos hechos que fueron distanciando al jefe de Estado del comandante del Ejército. En primer lugar, los traslados inconsultos de oficiales prestigiosos; entre otros, del general Gabriel Puyana García (hombre firme y de principios, quien había rechazado abiertamente la solicitud de un superior suyo de combatir ‘bandidos con bandidos’, cuando apenas era teniente). En segundo lugar, la oposición de Valencia Tovar a que se le permitiera ‘oxigenarse’ al ELN, tras haber sido diezmado en la Operación Anorí (conducida con éxito por el Ejército entre agosto y octubre de 1973); en esta acción militar habían caído en combate un centenar de guerrilleros (entre quienes estaban los cofundadores del grupo insurgente: Manuel y Antonio Vásquez Castaño) y otros tantos habían huido (como Fabio Vásquez Castaño, quien se dirigió a Cuba después de haber sido desprestigiado y amenazado por sus propios hombres —donde murió apaciblemente en 2019—).
Tras el retiro del servicio activo por voluntad del Gobierno, Valencia Tovar concedió una entrevista extensa a Olga Duque (publicada en el diario del Huila). Esta fue replicada en el periódico El Tiempo, del domingo 8 de junio de 1975, bajo el título: “Soy rebelde, pero no golpista”. Entre líneas, se encuentra la respuesta serena a una pregunta inquietante que vale la pena citar:
[…] —General, ¿qué diferencia
encuentra usted entre la confianza del país en el Ejército y un Ejército de
confianza?
—Descartando el juego de palabras que
parece configurarse en la pregunta, pienso que la confianza del país en el
Ejército implica una aceptación generalizada de que la fuerza armada entiende
su papel y lo cumple de manera acorde con la voluntad nacional, que es, en
nuestro caso, la de respetar y hacer respetar un orden constitucional y cuanto
de este se desprende. El Ejército de confianza da la impresión de ser una
fuerza incondicional puesta al servicio de intereses particulares, porque, en
una u otra forma, no obedecen al sentir colectivo de un pueblo. Confiar en el
Ejército supone conocer su pensamiento, su filosofía, sus orientaciones
fundamentales. Tener un Ejército de confianza, es, pienso yo, disponer de una
guardia pretoriana dispuesta a servir propósitos ajenos al interés nacional
[…].
César Augusto Castaño Rubiano, capitán (r)
Academia de Historia del Quindío
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