Desde
La Bella, el caserío de Calarcá que recuerda con su parque de los poetas al
escritor Baudilio Montoya, se emprende el recorrido hasta Quebrada Negra, otro
conjunto de casas que alguna vez fue constituido en corregimiento de la Villa
del Cacique. Hasta el año 2009, cuando
el Concejo de Calarcá decidió degradarlo a centro poblado (al anotar claramente que sólo contaba el
municipio con dos corregimientos, Barcelona y la Virginia), Quebrada Negra no
obstante sigue soñando con su primera
denominación territorial.
La
vía de acceso avanza en carretera pavimentada y en el camino se encuentra el puente sobre el
río Santo Domingo. En sus alrededores,
abundantes estancias sembradas de café y plátano, así como guaduales y fondos
montañosos hacia el sur oriente, donde está ubicado este conglomerado urbano de
la vertiente occidental de la cordillera central, a 1.450 metros de altura, con
temperatura promedio de 21 grados centígrados y con una población estimada en
1.600 habitantes en su área total, de los cuales 450 viven en el caserío.
Fue
creado como corregimiento por el Acuerdo 014 de diciembre 10 de 1987, con las
veredas Quebrada Negra, Guayaquil, El Pensil, Alto del Oso y Calabazo. El caserío se encuentra a 6 kilómetros del
epicentro del terremoto de 1999, lo que causó la destrucción de un 95% de su
asentamiento físico y el registro de un muerto por el desastre.
Como
todos los emplazamientos rurales y caseríos semi urbanos del Quindío, se
respira allí mucha tranquilidad. En el
recuerdo se han dado dos acontecimientos que han marcado su devenir cultural y
poblacional: en el año 2000 se hizo un hallazgo arqueológico en la mitad de una
de sus calles. Y en 2010 se constituyó el Resguardo Indígena Dachí Acore Drüa,
del pueblo embera chamí, el cual se encuentra instalado en la parte más alta de
sus montañas.
Es el
corregimiento quindiano más alejado de su municipio dependiente y también es
uno de los dos- junto con Barcelona -que cuenta con mayor acervo
histórico. En 2018 cumplirá un siglo de
fundación, que se atribuye a una pareja de origen antioqueño, Jesús Antonio Jaramillo (“El Tuso”) y su
esposa Pastora Jaramillo, quienes levantaron la hacienda El Cedral, entre las
quebradas Negra (de donde viene su topónimo) y La Soñadora. Esta propiedad fue parcelada después y
manejada por colonos que entre 1920 y 1940 establecieron una producción a gran
escala de café y plátano la que difícilmente llegaba con sus productos al
municipio de Calarcá, pues se hacía en jornadas de arriería de mulas, aunque
también se dinamizaba en fondas, graneros y compras de café.
En
1935 se crea la primera escuela privada; en 1941 se construye la carretera que
uniría al centro poblado con Calarcá y en 1946 llega el primer carro de motor a
gasolina, un jeep Willys modelo 1942.
En
esa década de los cuarentas se construye un templo religioso, en el cual se
destacaban dos monumentales campanas.
Hoy cuenta con una institución educativa, San Rafael.
Estos
y otros datos de carácter histórico fueron compilados en un interesante trabajo
de recuperación de tradición oral realizado en la época de reconstrucción
pos-terremoto, pues esa fue otra de las acciones acometidas por la GTZ
(Cooperación alemana al desarrollo), ONG que apoyó “la construcción y
rehabilitación de viviendas sismo-resistentes y en guadua mediante el sistema
de autoconstrucción para 280 familias damnificadas en las zonas urbana y rural”
(“Quebrada Negra, una perla en el Quindío”,
publicación de UTP y GTZ del 26 de noviembre de 1999).
No
fue lo único conocido sobre el panorama histórico de Quebrada Negra
(Calarcá). Se recuerda también cómo
sufrió el rigor de La Violencia, pues
allí estaba el centro de operaciones de Teófilo Rojas Varón (alias Chispas),
quien también le hizo frente a otro muy famoso protagonista, Efraín González y
que muchos llamaban el “Robin Hood colombiano”.
Luego de esta época aciaga se destacan en Quebrada Negra la incipiente
reactivación entre 1974 y 1987 y la crisis social por el declive en la economía
cafetera (entre 1990 y 1999), en cuyo lapso se recuerda la aparición de la broca
en 1993, que motiva la sustitución del cultivo del grano por yuca, plátano y
ganadería de engorde. Ya en 1999 el
último suceso, después del terremoto, dejó para la historia dos hechos
singulares.
El
primero es el hallazgo, en una tumba de pozo con cámara lateral, en una de las
calles, de dos alcarrazas (vasos silbantes ceremoniales), junto con su ajuar
funerario de la época prehispánica. Una de ellas estaba fracturada. Esto se constituyó en uno de los pocos
trabajos de arqueólogos en pleno proceso de reconstrucción. La hermosa vasija de cerámica entera, que
tiene forma de ave y presenta pintura negativa en su superficie, se
encuentra exhibida en una de las vitrinas
del Salón Antonio Valencia de la Gobernación del Quindío, frente al Mural “La
Epopeya del Quindío”, constituyendo el Recorrido Arqueológico de este edificio.
El
segundo ocurrió en 2010, cuando INCODER reconoció la constitución del primer
resguardo indígena en territorio departamental.
Está ubicado en La Samaria, predio adquirido en 2006, a 2.000 metros de
altura, a 7 kilómetros arriba de Quebrada Negra, lo que benefició a 250
indígenas de 45 familias embera chamí.
Por: Roberto Restrepo Ramírea
Miembro de Número de la Academia de Historía del Quindío
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