La colonización silenciosa del Quindío

 LA COLONIZACIÓN SILENCIOSA DEL QUINDÍO[1]

 

Por: Germán Medina Franco

Académico de Número – Academia de Historia del Quindío

 

 “Por los caminos caldenses

llegaron las esperanzas

de caucanos y vallunos,

de tolimenses y paisas...”

 

Luis Carlos González[2]

 

Introducción

Con el paso del tiempo ha calado la idea de que el Viejo Caldas es la prolongación espiritual y física de Antioquia. Y a fuerza de repetirlo tantas veces pareciera cierto, incontestable. Así es visto desde afuera, con una visión que se nutre del avasallante mito fundacional antioqueño. Pero la evidencia de los hechos demuestra que bajo esa afirmación se oculta una realidad sociológica mucho más compleja, rica en matices y potencialidades, cuya existencia no se puede seguir soslayando: el Viejo Caldas es un mosaico humano multiétnico y pluricultural en busca de su propia identidad y no un simple apéndice de la antioqueñidad. 

La conocida reflexión del Maestro Luis López de Mesa sobre Colombia como el crisol de América donde se funden todas las razas nos inspira a redescubrir al Viejo Caldas más allá del discurso endogámico de la colonización antioqueña, como el crisol de la patria donde se fusionan la genética y la subcultura paisas con el torrente circulatorio de cundiboyacenses, vallecaucanos, tolimenses, nariñenses,  santandereanos, afrocolombianas e inmigrantes extranjeros llegados a ésta tierra fecunda para moldear un hombre nuevo, todavía inacabado, pero distinto por sus peculiaridades al pueblo que se pretende unigénito. Desconocer ésta realidad confinándola como una verdad oculta es plegarse al discurso excluyente de la colonización antioqueña.

Es justamente el proceso de migración-colonización del eje cafetero (Viejo Caldas, norte del Valle y noroccidente del Tolima) por parte de otros pueblos distintos del antioqueño, el que se denomina “colonización silenciosa”, en tanto que desconocida e ignorada, en contraste con la emprendida desde los albores del siglo XIX por las gentes de Antioquia, ésta sí estudiada, celebrada y aplaudida de una manera resuelta por los académicos.                                                                                                

Con algunas excepciones entre las que se destacan los trabajos de investigación de los profesores Isaías Tobasura Acuña y Renzo Ramírez Bacca[3] sobre la llegada de boyacenses y cundinamarqueses al Tolima y Caldas desde finales del siglo XIX, poco se ha indagado acerca de la migración de estas gentes y de otras corrientes poblacionales a Risaralda, Quindío y Valle del Cauca. No existe a la fecha un trabajo sistemático de investigación que rescate del olvido y visibilice esa colonización silenciosa, poniéndola en contexto, solo referencias tangenciales.

La historiadora Brenda Escobar Guzmán al referirse al poblamiento del noroccidente del Tolima señala que:

 “…no obstante, los antioqueños no fueron los únicos protagonistas de éste proceso, como lo han mostrado… por ejemplo Almario 1994; Londoño 2002; Appelbaum 2003; Ramírez 2004. Además de los antioqueños -dice-hubo colonos provenientes de poblaciones del valle del Magdalena como Honda, Lérida o Ambalema. Igualmente hubo grupos que llegaron al valle del Magdalena por la bonanza tabacalera y se asentaron en tierras de la montaña. Más avanzado el siglo llegaron también pobladores del altiplano cundiboyacense que, acostumbrados a las tierras frías, se establecieron en las tierras altas de la Cordillera Central[4].”

A propósito de lo que ha sido la versión parcial de la colonización de éstas tierras, la investigadora precisa lo siguiente en nota al pie de página: “Jaime Londoño (2002) presenta una aguda crítica a los principales estudios sobre la colonización antioqueña mostrando que su interpretación se ha basado en el estudio de James Parsons, The Antioqueña Colonization in Western Colombia, publicado por primera vez en 1949, y continúan así la tradición de entender este proceso como una empresa netamente antioqueña[5].”

En “La nueva historia de Pereira”, el historiador Víctor Zuluaga Gómez manifiesta que:

“el segundo aspecto que es necesario revaluar de Parsons se refiere al proceso idílico que se plantea en la ocupación de baldíos por parte de los antioqueños y en donde no tienen espacio los caucanos, boyacenses y otros pueblos que estuvieron presentes en esos procesos de colonización[6].” El mismo autor anota más adelante que “…podríamos hablar de desplazamientos internos y externos pues ello permite dar cuenta de la ocupación que hubo del Valle de Risaralda y la actual zona del Quindío por grupos humanos que se desplazaron desde Cartago, para diferenciarlos de la oleada de antioqueños que llegaría a esta región desde mediados del siglo XIX[7].”


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[1] El título del presente ensayo está inspirado en el trabajo de investigación del profesor Isaías Tobasura Acuña “Boyacenses en Caldas: una colonización silenciosa” (Edit. U. de Caldas; Manizales, 2003).

[2] (1) González Mejía, Luis Carlos. “Caminos de Caldas” en “Poemas de Luis Carlos González”. Fundación Libro Total y SIC Editorial, pág. 7 y ss.

[3] Ramírez Bacca, Renzo y Tobasura Isaías. “Migración boyacense en la cordillera central (1876-1945). Del altiplano cundiboyacense a los espacios de homogenización antioqueña”. Bulletin de LÍnstitut français d´études andines, (33) 2004, 225-253. www.bifea.revues.org/5694.

[4] Escobar, Brenda: “De los conflictos locales a la guerra civil. Tolima a finales del siglo XIX” p.61. (2013). Bogotá: Academia Colombiana de Historia (Biblioteca de Historia Nacional Volumen CLXIX).

[5] (4) Escobar, Brenda: op. cit.

[6] Zuluaga Gómez, Víctor “La nueva historia de Pereira: Fundación”. (2005) Pereira: Universidad Tecnológica de Pereira, Editorial Litoformas. P.45.

[7] (6) Zuluaga Gómez, Víctor. Op. cit. P.46.

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1 Comentarios

  1. Que importante artículo, muy buen trabajo! Ojalá haya más personas que lo lean y no sea el único comentando por acá.

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