Era
sobresaliente el evento, debido a las características de las piezas de oro que
allí se presentaban en el marco de la Exposición Histórico Americana que se
había inaugurado por la reina regente de España oficialmente el 11 de noviembre
de 1892.
Los
comentarios sobre la Exposición son los más detallados, como se refleja en uno
de ellos publicado en EL TELEGRAMA, No 1865, de enero 16 de 1893 y donde se
menciona también el trabajo de catalogación realizado para ese acto por los
señores Vicente y Ernesto Restrepo, así como la muestra de las colecciones
particulares: “Colombia se ha lucido en la Exposición: el salón no era de los
más grandes; pero sí estaba arreglado con arte y elegancia; los objetos de oro
son muchos y han llamado la atención. Ninguna otra nación ha presentado una
colección tan notable y valiosa. El regalo para la reina estaba colocado en el
centro del salón, en un mueble bellísimo de cristales coronado por el busto de
Colón y a los lados figuraban los escudos de armas de Colombia y España. Los
objetos estaban colocados sobre peluche azul y todo el mueble estaba defendido
por una cadena. A todo el rededor de la pared había estanterías con todos los
demás objetos, y entre éstos había también muchísimos de oro. La colección de
don Vicente Restrepo les pareció magnífica y muy rica a los conocedores. Las
paredes estaban adornadas con escudos de armas de ciudades de Colombia, y en
los dos lados principales se ostentaban los de Colombia y Bogotá; todo esto
adornado con banderas de nuestros colores y algunas de españoles. Mucho
trabajaron Gaibrois y Ernesto Restrepo para sacar con lucimiento a Colombia y
lo lograron.”
Esta
descripción, presentada en el trabajo de grado “El Tesoro de los quimbayas:
Estudio Historiográfico y Documental” realizado por Carmen Cecilia Muñoz
Burbano (2003), junto con otras menciones de la época son la muestra palpable
del fervor que despertó en los españoles la presentación de aquellas piezas
orfebres prehispánicas y donde también estaban otros elementos arqueológicos y
etnográficos. Muñoz Burbano cita nuevamente a EL TELEGRAMA, No. 1890, de
febrero 14 de 1893, sobre lo exhibido en otro mueble de vidrio, que contenía la
momia “hallada en Tópaga; la abriga una manta de algodón y tiene a sus pies el
caracol sagrado envuelto en algodón y cubierto por un burdo tejido”.
En el
marco de Exposición, los organizadores concedieron algunos premios a los países
participantes. A Colombia, después de la decisión de los Jurados, lo que
ocurrió el 24 de diciembre de 1892, le correspondió la siguiente repartición:
“Medalla
de oro: Ministerio de Relaciones Exteriores, Museo Nacional, Vicente Restrepo,
Ernesto Restrepo, Nicolás J. Casas, Carlos Uribe, Julio Betancourt. Medalla
de plata: Soledad Román de Núñez, Monseñor Alejandro Peralta, Liborio
Zerda, Restrepo y Pizano Bendix Koppel, Julio Racines, José T. Gibrois, Antonio
Gómez Restrepo. Medalla de Bronce: Museo Zea, Presbítero Manuel
Santacruz, Leocadio María Arango”. (Muñoz Burbano, Carmen Cecilia, 2003).
Esta
mención es interesante y curiosa habida cuenta del cuidado que tuvo España por
agradecer a los países que participaron, pero también por premiar a quienes
–como en el caso de Colombia- habían prestado colecciones particulares (como
Leocadio María Arango) o hasta la esposa del presidente titular de Colombia
(Soledad Román de Núñez).
Con
la Exposición, donde se presentaba el Tesoro Quimbaya, Colombia había realizado
el mayor despliegue internacional y diplomático de su historia, pues era la
primera vez que participaba en un certamen universal. La Exposición fue cerrada
en abril de 1893 y todos los países comenzaron el proceso de empaque y de envío
al otro evento a realizarse en Chicago.
No
obstante, muchos de los objetos de Colombia no llegaron a la ciudad de Estados
Unidos, entre ellos el Tesoro Quimbaya, que sería entregado en donación a
España. Otros fueron vendidos en Europa.
De
las 23 cajas que habían llegado a España con los objetos de Colombia, para
Chicago se empacaron y se enviaron sólo 8, que fueron remitidas a Nueva York en
el mes de mayo de 1893 y llegaron a Chicago sin el Tesoro Quimbaya, lo que
representó un poco de malestar, pues la Exposición de Chicago seguiría como
otro de los eventos de la conmemoración del Cuarto Centenario.
Las
piezas de oro del Tesoro Quimbaya no fueron enviadas a Chicago porque ya se
había programado la entrega oficial de donación a España, lo que finalmente se
hizo el 4 de mayo de 1893, en un acto oficial en el que intervinieron el
Ministro Plenipotenciario de Colombia, don Julio Betancourt y el director del
Museo Arqueológico Nacional de Madrid, don Juan de Dios de la Rada y Delgado.
En el mismo día fue inaugurada la Exposición Natural y Etnográfica donde
continuó la exhibición del Tesoro Quimbaya.
Betancourt
entregó a la reina regente María Cristina la “rica COLECCIÓN DE ANTIGÜEDADES
QUIMBAYAS enviada por el Gobierno como obsequio a España”. Con su séquito de acompañantes
bien nutrido, la reina recibió las llaves de la vitrina, junto con un álbum que
contenía 20 fotografías del Tesoro Quimbaya, que se constituyó en un documento
bien especial, conformado por 22 folios de tamaño grande, donde aparecen textos
en excelente manuscrito y caligrafía, además de dibujos bien realizados. El
título que lleva es “Fotografías de la colección de antigüedades que forman el
tesoro de la tribu de los Quimbayas de la República de Colombia, 1492-1892”. Su
encuadernación era lujosa en su portada, donde aparecen en dorado las iniciales
de la reina, M y C, entrelazadas, todo sobre un fondo
rojo.
Termina
así para Colombia un largo proceso que ha pasado a su historia como uno de los
más polémicos protagonizados por presidente alguno y donde se comprometía el
patrimonio arqueológico de los colombianos.
A
escasos días de haberse realizado la donación, la reina regente María Cristina
le confirió al Ministro en Madrid, la Gran Cruz de la Orden de Isabel la
Católica, felicitando “por esta honrosa distinción al agraciado D. Julio
Betancourt”.
Estos
actos de retribución, de halagos y de palabras diplomáticas habían sido muy
frecuentes entre los dos gobiernos. Se recordaban las palabras expresadas por
la reina regente aquel 11 de noviembre de 1892 cuando se exhibió el Tesoro en
Madrid: “yo siempre creí que vuestro país era fabuloso en bienes artísticos,
pero veo que lo es aún más en la nobleza e hidalguía de sus gentes”.
Y
también abundarían los comentarios en los años subsiguientes. En 1921 un
semanario madrileño describió ese regalo como “el presente más valioso que
España ha recibido hasta el día de ninguna de sus hijas allende en el
Atlántico”.
Por: Jorge Hernán Velásquez Restrepo y Roberto Restrepo Ramírez.
Miembros de Número de la Academia de Historia del Quindío.
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