La AHQ reproduce la noticia escrita por Nicolás Marín Navas que fue publicada por el diario El Espectador en 03 de enero de 2018
Luego de una década de solicitudes judiciales, este año deberían hacerse
los trámites para que vuelvan al país las 122 piezas arqueológicas que se
encuentran en Madrid. Así ha sido el proceso para su recuperación.
El
difícil camino para que la Colección Quimbaya regrese
al país está compuesto por esfuerzos de lugares y personas diferentes.
Además del abogado Felipe Rincón, cuyo litigio fue el que
desembocó en el fallo de la Corte Constitucional del año
pasado que obligó al Gobierno a hacer todo lo posible por regresar las 122
piezas a Colombia, la Academia de Historia del Quindío también ha acompañado el
proceso, incluso desde antes de que Rincón interpusiera una
primera acción popular.
Los
datos sobre las piezas existen desde hace ya un buen tiempo. En 1998, un artículo del profesor Pablo Gamboa, de la Universidad
Nacional, registró la existencia de las piezas y explicó que
“comprenden desde diminutas cuentas de collar, hasta un poporo de 35,5 cm de
altura y 1.710 gramos, el objeto más grande y más pesado de esta colección.
Pero anotamos que lo expuesto en Madrid, únicamente orfebrería, sólo es una parte
del tesoro original, descubierto en 1890, en Quindío, integrado por un mayor
número de piezas orfebres y, además, como en toda ofrenda funeraria, por
cerámicas y otros objetos”.
Jaime
Lopera, director de la Academia de Historia del Quindío, recuerda que en 2003
empezaron sus indagaciones sobre la Colección Quimbaya “con una enorme
incertidumbre, con un enorme escepticismo, porque no se sabía cómo se debía
arrancar. Todo comenzó con unas cartas enviadas
por nosotros a Felipe González —expresidente de España—, las cuales nunca
fueron contestadas. Simultáneamente sabíamos que Noemí Sanín era la embajadora
en aquel entonces y le mandamos una carta diciéndole que la Academia veía con
mucho gusto que ella se apersonara, ella vio un tesoro de Colombia que valía la
pena pedir”.
(En
contexto: Recuperar el tesoro Quimbaya, orden perentoria al Gobierno)
Muchas
de esas cartas fueron ignoradas a lo largo del proceso. Según Lopera, una de
las hipótesis para que el gobierno español no contestara es que los documentos
“iban dirigidas al gobierno demócrata y no a la Corona española. La versión que nosotros recibimos es que el tesoro había sido
entregado a la Corona, a la reina, entonces no se podía pedir sino a ésta y no
a las autoridades civiles del gobierno de (José María) Aznar”.
El
Gobierno colombiano, por su parte, sí contestó. Lopera explica que “en cierto
momento enviamos una comunicación al Ministerio de Cultura,
(que) trasladó nuestra comunicación a manos del Instituto
Colombiano de Antropología e Historia y dio respuesta en una
comunicación bastante grande, hizo prácticamente un expediente de unas 20 o 30
páginas explicando todo el fenómeno. Hicieron un estudio realmente muy completo
y finalmente dijeron que no se puede pedir a un país que devuelva un regalo”.
A
pesar de que la vía jurídica fue la que llevó a la histórica decisión de la
Corte Constitucional, la vía diplomática en la que estuvo presente la Academia
de Historia del Quindío acompañó permanentemente el litigio, apoyándolo con
material importante. “La vía legal fue nutrida por todas las comunicaciones que
nosotros íbamos enviando no solamente al Ministerio de Cultura, sino también al
Ministerio de Exteriores, a la Cancillería española y a los embajadores.
Y esas comunicaciones iban llegando a manos de los jueces que iban
viendo que ya hay un cuerpo importante de reclamación que iba tomando forma”,
asegura Lopera.
El
hecho de que el presidente tenga la obligación de intentar recuperar la
colección es, para la Academia de Historia del Quindío, “un triunfo moral, no
político”. Lopera añade: “Logramos vencer toda clase de obstáculos y toda clase
de incredulidades para que las más altas cortes de Colombia se ocuparan de un
tema que, desde luego, es simplemente simbólico. El retorno del tesoro Quimbaya
es la muestra de que los países sí pueden reclamar los patrimonios culturales
en manos de terceros”.
El
optimismo de la institución lleva a pensar en la posibilidad de que, en caso de
que la colección efectivamente regrese al país, ésta pueda preservarse en
Quindío, su lugar de origen, en vez de llegar a Bogotá. “Es un referente
importantísimo en antropología y en etnografía que vale la pena que esté aquí,
al alcance de la gente que quiere verla. Eso sería por lo menos para mí el
sueño más importante. (…) El Banco de la República querrá
dejarla en Bogotá, obviamente hay más seguridades, pero la aspiración nuestra
es que haga aquí un anexo en el Museo de Oro Quimbaya de Armenia para que venga
al Quindío”, afirma Lopera.
Las
122 piezas que están en Madrid aparentemente no serían las únicas fuera del
país. Investigaciones de la institución del Quindío indicarían que otra parte
de la colección estaría en el Field Museum de Chicago. “Hace muchos años estaba buscando una información
sobre piezas quimbayas y por el computador me enteré de que había un museo en
Chicago que tenía unas piezas de América Latina. (…) Inmediatamente le escribí
una carta al director del museo, cuyo nombre figuraba ahí. El señor recibió la
carta, sé que la recibió, pero nunca la contestó”, cuenta Lopera, quien cree
que este podría ser el próximo reto.
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