Estado de la plazoleta del parque de Los Fundadores en Armenia donde se posesionó Ancízar López como primer gobernador del Quindío el 1 de julio de 1966 |
Por Armando Rodríguez Jaramillo (Miembro de la Academia de Historia del Quindio)
La celebración del
cincuentenario del Quindío no generará
recordación porque careció de valor simbólico que recordara nuestros
orígenes y lo que somos como grupo humano.
A un pueblo se le
reconoce por su identidad, su pasado y tradiciones, por su acervo cultural, por
el conjunto de bienes patrimoniales que dan testimonio de su existencia y que
cumplen la función de hacerlo visible dándole sentido de pertenencia, conciencia y orgullo colectivo.
Pero transitamos por tiempos de olvido y desprecio por nuestra heredad.
Retazos de nuestra historia hay a lo largo y ancho de este territorio, pero tal
vez el lugar que concentra el mayor valor patrimonial es el parque de Los
Fundadores, sitio emblemático que aún persiste a pesar de la desidia y el ultraje
al que ha sido sometido por parte de las autoridades y a la falta de civismo
que nos hizo inmunes a estos desaciertos.
Como Los Fundadores fue construido en 1964 para los 75 años de Armenia,
allí se reubicó la escultura a los colonizadores con el tronco y el hacha que
el maestro Roberto Henao Buriticá hiciera para los 50 años de la ciudad en 1939.
También se erigió el monumento a la junta pobladora, la placa en honor al
prócer de la independencia Antonio Nariño, la placa de los 38 años del
departamento, el mausoleo con los restos del fundador Jesús María Ocampo y su
esposa y la placa que recordaba que en la plazoleta del parque tomó posesión Ancízar
López López como primer gobernador del Quindío el 1 de julio de 1966 ante el
presidente Guillermo León Valencia, en presencia de una multitud que ese día dejaba de ser caldense para recibir
simbólicamente la credencial que los acreditaba como quindianos con el
compromiso de pasarla como algo preciado a sus descendientes.
Pero en el camino se nos extravió la quindianidad y el
civismo se nos volvió algo incómodo de practicar. Entonces, luego de años de abandono
oficial, en 2015 a la alcaldía se le ocurrió la modernización del parque, proyecto
ideado en el Departamento de Administrativo de Planeación. Para su ejecución la
EDUA demolió la plazoleta, destruyó las placas a Antonio Nariño, a los 38 años
del departamento y la de posesión del primer gobernador, desmanteló el mausoleo
y envolató la escultura en bronce alegórica a “Trigrero” y las placas en mármol
que daban cuenta que allí reposaban los restos del fundador y los de su señor
esposa, y lo que es más grave, su gerente
los exhumó sin autorización ni respeto por el patrimonio cultural de los
armenios ni consideración con sus descendientes, restos mortales que según
él, se los entregó al párroco de la iglesia del Espíritu Santo para que los
guardara, todo esto en medio de un silencio sepulcral por parte del señor
Obispo de Armenia y del mencionado sacerdote que no han respondido las
solicitudes al respecto.
Así que el Quindío arribó
a sus 50 años de vida con la plazoleta donde empezó su vida como departamento invadida de casetas construidas por la EDUA
para instalar un mall de comidas, con los restos del fundador de la ciudad exhumados irresponsablemente y entregados como
bártulos y con sus monumentos abandonados
y nauseabundos. Ojalá el alcalde de Armenia haga un acto de desagravio y le
devuelva a la ciudad el patrimonio que funcionarios desarraigados no supieron valorar.
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