Por Jaime Lopera Gutiérrez. Presidente de la Academia de Historia del Quindío, 31 de mayo de 2016
La abundante
bibliografía de la obra de Jesus Arango Cano, JAC, es versátil y variada. No se
contentó nunca con un tema específico, sino que espigó en otras temáticas como
fruto de su avidez por conocer el mundo que lo rodeaba. Encontramos en su obra estudios
sobre el café, serias exploraciones sobre la cerámica aborigen, sobre la
mitología indígena en América Latina, sobre los abusos de la política, y los
fenómenos de la inmigración, pero sobre todo por sus cuentos y novelas, sus
narraciones infantiles y desde luego por sus estudios críticos sobre la lengua
española, trabajos que le valieron ser
miembro de número de la Academia Colombiana de la Lengua y la de Historia, amén
de la Sociedad Geográfica de Colombia, entre otras distinciones que le ha
ofrecido la vida.
Cuando se desempeñó
como subsecretario de Asuntos Económicos de la Cancillería, el tema de los
inmigrantes (1951 y 1953) fue determinante en las investigaciones que hizo JAC
para el gobierno de entonces, estudios que se vieron reflejados en un par de
libros que consagran su posición en torno a este asunto. Esa época ya venía
marcada con su interés en la economía del café a tal punto que en 1957 dio a
luz su más importante obra, La Industria Mundial
del Café, que no solo consagró al quindiano como un experto en esa materia,
sino que fue ese libro el mas citado en las facultades de economía y en las organizaciones
de los caficultores.
Entre el 59 y el 62,
JAC se detuvo a pensar en los problemas políticos del país y produjo un libro, Verdades Amargas de la Democracia, del
cual quedan aún sus ecos como prueba de que estaba llegando al fondo de un
problema sin solución. Por esas mismas calendas publicó la Geografía Física y Económica de Colombia (1964) que, en definitiva,
lo consagró como uno de esos economistas jóvenes que le dieron un vuelco al
diseño de las políticas monetarias y fiscales de la época. Desde 1974 en
adelante, la pluma inquieta de JAC empezó a cubrir el tema de las civilizaciones
aborígenes de Colombia, y en especial las características de la cerámica
quimbaya y las mitologías de los aztecas, chibchas e incas. En uno de ellos, la
Mitología en la América Precolombina
(1989), el autor se detiene en señalar la importancia que para esas culturas
tuvo la mitología, principalmente para el entendimiento de los fenómenos
naturales tales como la lluvia, el sol, la luna, las estrellas, los terremotos,
y también para entender las señales de la vida y la muerte. Los mitos de
América Latina, dice Arango, no ceden en nada, en cuanto a belleza y magnitud,
a los romanos, griegos, chinos o egipcios.
Una vida más o menos
holgada, favorecida por la posibilidad de investigar y estudiar, le permitió
abrirse al mundo y conectarse con las experiencias externas para destilar luego
ese conocimiento en muchos libros que escribió. Estudio bachillerato en New
Brunswick, e hizo estudios en la Universidades de Columbia (Nueva York) y
Berkeley (California) y de su contacto con ese país escribió libros y ensayos
donde prevalece su tono crítico con la cultura norteamericana. Al examinar las
dos caras de los Estados Unidos, un libro de 1987, asombra su enjuiciamiento
del Presidente Roosevelt a quien acusa de valido de Stalin cuando le dio carta
blanca en la repartición territorial de la postguerra.
La versatilidad de
nuestro personaje fue proverbial. Observen los roles o papeles que ocupó Jesús
Arango Cano en el curso de su vida y verán que no solamente fue un estudioso y
escritor permanente, sino una persona con una necesidad creciente de revelar su
talento y de hacerse oír. Cafetero, diplomático, autoeditor, coleccionista,
filántropo, polemista, académico, periodista, líder cívico, novelista,
historiador y economista: su curiosidad intelectual no tenía límites, y su capacidad
para devorar libros fue una actividad coherente con su necesidad empírica de
aprendizaje y trascendencia.
Es oportuno decir que
el nombre de Jesús Arango Cano desde hace tiempo fue registrado como un
quindiano representativo, y definitivamente mucho más que caldense no solamente
por sus libros sino también por las polémicas nacionales, hoy superadas, que
alguna vez tuvo con la Federación Nacional de Cafeteras y por su experticia en
asuntos de esta materia. En otros términos, pocas personas han sido reconocidas
como quindianos representativos, en especial antes de la segregación de Caldas,
y entre ellos cabe mencionar a Luis Vidales, Baudilio Montoya y Carmelina Soto en
su calidad de poetas; Maria Teresa Hincapié, como artista plástica; Roberto
Henao Buriticá como escultor; el coronel Carlos Barrera Uribe, José Jaramillo
Giraldo, Alfonso Jaramillo H., Cástor Jaramillo Arrubla, Ancízar López López e Ivan López Botero como
políticos; Braulio Botero, como el más celoso guardián de los valores libertarios;
Bernardo Gutiérrez H., como compositor musical; y Crótatas Londoño y Carlos
Restrepo Piedrahita, como constitucionalistas, entre otros nombres destacados.
Al ocuparse de la
política, en las varias ocasiones en que lo hizo, escribió ese libro llamado En
Verdades Amargas sobre la Democracia donde
el juicio de Arango Cano es arrollador. Sin muchos rodeos destapa los defectos
de la democracia y la manera como ha sido menoscabada por sus intérpretes. Y
sigue irrumpiendo en los Estados Unidos en su libro sobre el mito y la realidad
de ese país para insistir en que muchos defectos de la democracia han sido mal
correspondidos en nuestros países, imitando de manera desigual lo que en ese
país pretende hacer pasar por valores políticos duraderos. Estas posturas críticas
son el fundamento de los trabajos socioeconómicos y políticos de Arango Cano
cuando estos temas abundaban poco en el periodismo local y solo él daba una
batalla aislada desde la provincia para retomar los valores que una democracia
verdadera se merecían. En fin, estimamos que las obras en las cuales Arango
Cano polemiza con la política, con la democracia y con el capitalismo, son el
fruto de su intenso carácter rebelde que lo puede situar en la calificación de
aquellos hombres que no tragan entero. Ese perfil de escritor quindiano es tal
vez una señal para orientarnos hacia el descarte de una región de sumisos que
se esconden en el conformismo del status quo.
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