Artículo publicado en 15 de octubre de 2017 en el periódico El Quindiano
Fueron 30 los fundadores de Armenia. Pero todo apunta a
saber que el hombre que tuvo la iniciativa y que animó al grupo fue Jesús María
Ocampo Toro, apodado el Tigrero. Él y sus amigos colonos fundaron un 14 de
octubre de 1889 el pueblo que llamaron Villa Holguín, pero que luego le
pusieron el nombre de Armenia.
Jesús María Ocampo nació en Salamina, Caldas, el 11 de
noviembre de 1847, aunque algunos biógrafos dan como año de su natalicio el de
1849. Igualmente, dicen, incluso lo reseña de don Valentín Macías, que era
oriundo de Anaime, en el Tolima, pues había venido de esa tierra a fundar a
Armenia.
Hay un certificado, expedido por la parroquia de Nuestra
Señora de la Concepción de Salamina el 10 de noviembre de 1921, que es este
municipio Caldense la cuna del fundador, y de acuerdo con la descripción que
hace el posible poseedor de dicho certificado, el periodista Alfonso Valencia
Zapata, en su libro Quindío Histórico[1].
De acuerdo con esa certificación: “...en el folio 109 se
halla una partida que dice: En la iglesia parroquial de Salamina, a 14 días del
mes de noviembre de 1849, yo el cura excusador que suscribo, bauticé
solemnemente a un niño de tres días de nacido, a quien nombré Jesús María, hijo
legítimo de José María Ocampo y María Josefa Toro, vecinos de esta parroquia.
Abuelos paternos: José Ignacio Ocampo y Juana Pérez; maternos: Isidora Toro.
Fueron sus padrinos Andrés Alzate y Rosa Pérez, a quienes advertí el parentesco
y obligaciones que contrajeron. Doy fe, Lucas Arango... Es copia. Salamina noviembre
10 de 1921. Doy Fe. Rafael Ramírez V. Cura...”
Sin embargo, el también investigador de estos asuntos
históricos, Jorge Hernando Delgado Cáceres, pidió recientemente un nuevo
certificado a la misma parroquia, donde se ratifica el nacimiento de Tigrero en
Salamina, pero se rectifica la fecha, 1847, y no 1849. Ocampo fue el tercero de
siete hermanos: Teodoro, Hermenegilda, Jesús María, Alejandro, Félix, Juan de
la Cruz y José María.
Fue un combatiente de las guerras civiles del siglo XIX:
En 1876 se enroló en las filas del gobierno como soldado del partido liberal en
las contiendas del Tolima y Antioquia; en 1886 estuvo en las filas
revolucionarias de su partido contra el régimen conservador; y actúo como
rebelde en la Guerra de los Mil Días, donde logró el título de capitán. Antes
de concluir la guerra, desertó de ella internándose en las montañas del Tolrá
(municipio de Buenavista).
Llevaba el remoquete de El Tigrero, por su valor y arrojo
al enfrentar a los tigres que cundían en la zona en esos tiempos. Que, a decir
verdad, no eran tigres, sino jaguares, pero que llevaban ese nombre por su
parecido con los tigres que conocían los españoles.
Dicen que Ocampo se internaba en el bosque, con su rifle,
o su machete, y regresaba con tres o cuatro pieles de tigre. El cronista de
principios del siglo XX, don Valentín Macías, quien escribió una breve
biografía del fundador de Armenia, dice: “...el nombre de Tigrero se lo dieron
por la circunstancia de que siendo como era, tan valiente y arrestado, se
internaba en el corazón de la montaña, por uno, dos y tres días al cabo de los
cuales regresaba con sus arreos de cazador que consistían estos en tres o
cuatro pieles de tigre, fiera común en aquellos tiempos en estas regiones. Por
este motivo sus coterráneos le denominaron El Tigrero...”[2]
El Tigrero se casó con la señora María Arsenia Cardona
Buitrago, cuando contrajeron nupcias en Ibagué, él tenía 37 años y ella 13. De
este hogar nacieron tres hijos: Juan de la Cruz, Ana Julia, y Anaquilia. Los
dos primeros murieron siendo solteros, en tanto que Anaquilia contrajo
matrimonio con Eulogio López, donde nacieron varios hijos.
Ocampo tuvo dos hijos por fuera de su matrimonio: Marco
Antonio y Claudina, de los que no se tienen noticias sobre sus descendientes,
de acuerdo con el recuento que ha hecho don Alfonso Valencia Zapata en su libro
arriba mencionado.
Cabe destacar la nobleza y generosidad de este hombre.
Cuentan que cuidando con su hermano un ganado de su padre, en Salamina, un
ternero murió en un despeñadero; Jesús María se echó toda la culpa con su padre
para salvar de un castigo a su hermano. En Armenia, cuando se habían repartido
los lotes de las viviendas principales, llegó un colono y le pidió un solar
para su casa, el Tigrero le dijo: “toma la mitad de la mía”. Luego otro colono
llegó con la misma solicitud, y Jesús María le entregó la mitad de lo que le
quedaba, dejándose para sí, solo una cuarta parte.
El principal fundador de Armenia murió en 1901, en la
denominada selva del Tolra, actual municipio de Buenavista, donde se había
internado en busca de oro, y huyéndole a la Guerra de los Mil Días. Su cadáver
fue encontrado aplastado por un árbol. Los campesinos sepultaron su cuerpo en
el alto del Oso, donde permaneció hasta 1910, cuando por disposición del
Concejo Municipal de Armenia fueron trasladados sus restos al cementerio de la
viceparroquia, ubicado en el costado oriental de la carrera 18 entre carreras
33 y 34, donde se levantó un mausoleo en su honor. Luego fue trasladado al
cementerio de San Sebastián, donde funciona actualmente el terminal de
transporte. De allí, fueron llevados los restos, junto a los de su esposa María
Arsenia Cardona, a un osario de la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús. El
14 de octubre de 1998 fueron trasladados por última vez a un osario-monumento
levantado en su honor en el parque de Los Fundadores.
Por Miguel Ángel Rojas Árias (Miembro de Número de la Academia de Historia del Quindío y director del periódico El Quindiano)
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