En la fotografía de izquierda a derecha: Orlando Aguirre, Afranio Toro, Jaime Lopera Gutiérrez, Josué Martínez y Álvaro Hernando Camargo |
Asistentes al conversatorio de historia en Filandia |
La Academia de Historia del Quindío hizo presencia en el conversatorio
de historia “Vivencias del colegio “La Santísima Trinidad” realizado el 18 de
julio de 2014 en el marco del 5° Festival Camino del Quindío en el municipio de
Filandia.
Fue una amena charla que revivió con lujo de detalles innumerables
recuerdos de lo que fue La Santísima Trinidad, colegio fundado en 1937 donde se
formaron varias generaciones de filandeños en la rígida disciplina católica y ortodoxa
de la época, y que sucumbiera al final del siglo XX en medio de un debate por
la propiedad del inmueble, que según se dijo, fue construido con recursos donados
por la población pero reclamado como suyo por la parroquia.
Con la presencia del Presidente de la Academia de Historia del Quindío,
Jaime Lopera Gutiérrez, y de Armando Rodríguez Jaramillo y Álvaro Hernando Camargo
miembro de la institución, se inició el conversatorio que contó con las intervenciones
de Afranio Toro, Josué Martínez y Orlando Aguirre.
Hablaron los contertulios de lo divino y humano: mencionaron la
donación de la madera para la construcción, de la monumental arquitectura, de
la placa en piedra y números romanos con el año de fundación, del momento
político de aquellos años entre liberales y conservadores, de la presencia del
presbítero Antonio José Valencia, de Roberto Toro Toro y su paso por la
rectoría, de las pilatunas de la muchachada, de la rigidez de la disciplina, de los castigos, de los domingos de misa obligada y los viernes de
confesión y de muchas otras cosas que hicieron evocar épocas pasadas a los
presentes.
Se leyeron pasajes de la historia del colegio y se hicieron apuntes llenos
de picaresca como lo fue la respuesta a la pregunta de si el colegio era mixto:
“No, no lo era, porque los hombres y mujeres juntos olían a difunto.”
Fue a todas luces un interesante conversatorio en el que se percibió por
aquí y acullá el espíritu de los filandeños dejando un aire de nostalgia pero a
la vez de orgullo por la patria chica.
Sólo queda agradecer a los organizadores del conversatorio, en especial
a Álvaro Hernando Camargo, por la invitación que hicieran a la Academia de
Historia del Quindío.
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