La Academia de Historia del Quindío se pronuncia sobre la noticia de El Espectador de la posible repatriación del Tesoro de los Quimbayas
Armenia, 1 junio de 2014
Periodista.
Juan David Laverde Palma
Diario El Espectador
jlaverde@elespectador.com
Apreciado señor,
La noticia de hoy en la primera página de su
diario sobre el Tesoro de los Quimbayas nos ha llenado de alegría porque es una
lucha por cerca de doce años emprendida por nuestra Academia de Historia del
Quindío y la colaboración de varios notables juristas.
De su artículo se deduce que todavía no hay un
fallo en firme de la Corte Constitucional, pero anuncia una tendencia de los
magistrados a defender el patrimonio histórico lo cual debe llenar de mucha
satisfacción a la sociedad colombiana que debería pronunciarse más activamente
en favor de este caso.
Existen otras piezas de oro, al parecer
derivadas de ese mismo conjunto quimbaya, que fueron también “donadas” por
Colombia al gobierno de los Estados Unidos, bajo la presidencia de William
McKinley (1897), con ocasión de haberse celebrado en ese país una exposición
sobre el IV Centenario del Descubrimiento de America. Estas piezas pasaron del
gobierno norteamericano a manos de una entidad, The Field Museum de
Chicago, donde hoy reposan tales reliquias quimbayas en poder de unos
particulares.
La Academia de Historia del Quindío, que hace rato
ha venido persiguiendo este sueño para Colombia, está recabando pruebas para
pedirle al gobierno colombiano que se encargue de hacer una solicitud formal de
repatriación desde los EEUU.
Atentamente,
Jaime Lopera
Presidente de la AHQ
NOTICIA PUBLICADA POR EL DIARIO EL ESPECTADOR EN SU EDICIÓN VIRTUAL DEL 31 DE MAYO Y EN SU EDICIÓN ESCRITA DEL 1 DE JUNIO DE 2014
Por Juan David Laverde Palma
Está en un museo de Madrid
El tesoro Quimbaya podría ser repatriado
Magistrado de la Corte Constitucional Alberto Rojas afina ponencia en la
que pediría que esta colección de arte prehispánico regrese a Colombia pronto.
En 1892 el entonces presidente de Colombia, Carlos Holguín Mallarino, le
regaló a la reina de España, María Cristina de Habsburgo-Lorena, 122 piezas
precolombinas hechas en oro que los historiadores han denominado como el
“tesoro quimbaya”. El 4 de mayo de 1893 se materializó en Madrid la entrega de
esta colección de antigüedades, que salió del país como parte de las
exhibiciones realizadas en la Madre Patria para celebrar el cuarto centenario
del descubrimiento de América. Desde entonces han estado en un museo de la
capital española. Sin embargo, el magistrado de la Corte Constitucional Alberto
Rojas está terminando de afinar una ponencia cuya tesis es la defensa del
patrimonio cultural de la Nación.
En términos castizos, Rojas evalúa la posibilidad de pedir la
restitución del tesoro y aceptar las peticiones que desde hace siete años viene
haciendo el ciudadano Felipe Rincón Salgado en distintas demandas contra la
Presidencia de la República, la Cancillería y el Ministerio de Cultura. Según
Rincón, el presidente Holguín Mallarino regaló el “tesoro quimbaya” sin tener
las facultades para hacerlo, pues no le pidió permiso al Congreso en su momento
y Colombia perdió 122 objetos de oro que constituían el ajuar funerario de seis
personajes quimbayas de gran importancia, enterrados en dos sepulturas
indígenas localizadas en noviembre de 1890 en una colina cubierta con maleza en
Filandia (Quindío).
La historia es así: en agosto de 1891 el gobierno de Carlos Holguín
Mallarino le compró al comerciante Fabio Lozano una colección de 433 piezas que
pesaban 21,2 kilogramos de oro, que fueron encontradas por el ‘guaquero’
Domingo Álvarez en Filandia. Se trataba del “tesoro quimbaya”. Marco Fidel
Suárez —quien sería presidente dos décadas después—, en calidad de
representante del gobierno, compró la colección por un valor de $70.000 de la
época y dicha transacción se formalizó a través de un contrato. El 20 de julio
de 1892, cuando el presidente Holguín Mallarino se dirigió al Congreso, aceptó
que había enviado a Madrid “la colección más completa rica en objetos de oro
que habrá en América, muestra del mayor grado de adelanto que alcanzaron los
primitivos moradores de nuestra patria”.
En su mensaje al Congreso añadió: “La hice comprar con ánimo de exhibirla
en las exposiciones de Madrid y Chicago y obsequiársela al gobierno español
para un museo de su capital como testimonio de nuestro agradecimiento por el
gran trabajo que se tomó en el estudio de nuestros límites con Venezuela y la
liberalidad con la que hizo todos los gastos que tal estudio requería. Como
obra de arte y reliquia de una civilización muerta, esta colección es de un
valor inapreciable”. Según el expediente, la justificación del presidente
Holguín para regalar las 122 piezas de el “tesoro quimbaya” fue el presunto
pago de un favor a España por su oficio como árbitro en un pleito fronterizo.
El 4 de mayo de 1893, cuando era presidente Miguel Antonio Caro, cuñado de
Holguín Mallarino, se materializó en Madrid la entrega de la colección.
El ministro plenipotenciario de Colombia en España, Julio Betancourt, en
documento publicado por el Diario Oficial el 28 de junio de 1893, le informó al
canciller Marco Fidel Suárez lo siguiente: “Tengo la honra de poner en su
conocimiento que hoy he entregado a su majestad la Reina Regente los objetos de
oro que componen la rica colección de antigüedades quimbayas enviadas por el
gobierno como obsequio a España”. Para el demandante Felipe Rincón, esa
donación invaluable —que está compuesta por 11 cuentas de collar, 8 colgantes,
1 corona, 2 instrumentos musicales, 21 narigueras, 3 recipientes, 31 orejeras y
otras— constituyó una enajenación ilegal de bienes nacionales, pues el Congreso
jamás dio su aval ni hubo un debate público y ni siquiera periodístico “para detener
semejante generosidad”.
Aunque el “tesoro quimbaya” estaba compuesto por 433 objetos, tan sólo
se tiene noticia de los 122 regalados a España. El historiador Germán
Arciniegas consignó en el libro Secretos de El Dorado-Colombia lo siguiente:
“Si en el momento de disponer del tesoro hubiera tenido Colombia la
sensibilidad suficiente de admirar lo que iba a entregar y lo retiene, comienza
en ese momento a formarse el Museo del Oro. Hoy sería par del de Tutankamón de
El Cairo”. Para Rincón Salgado, el monto mínimo en valores actuales del
detrimento al patrimonio público de la Nación se debe tasar así: tomar como
base lo que vale un kilo de oro a pesos de hoy y multiplicarlo mínimo por 50
veces, teniendo en cuenta el valor artístico, arqueológico, histórico y
cultural de una colección que siendo patrimonio colombiano se volvió patrimonio
español.
Al revisar los archivos de la época se lee que el presidente Holguín
Mallarino le dijo al Congreso el 22 de julio de 1892 que ese tesoro era una
obra de arte y una reliquia de una civilización antigua y que antes de mandarlo
a Madrid le propuso al gobierno de Venezuela “que tomase la mitad de la
colección para que el obsequio fuese de varios gobiernos. No habiendo sido
aceptado el ofrecimiento, determiné hacerlo por nuestra sola cuenta”. A su
turno, según comunicación enviada por Julio Betancourt como ministro
plenipotenciario, el diplomático manifestó lo siguiente después de entregarle
el tesoro a la reina María Cristina de Habsburgo-Lorena: “El regalo estaba colocado
de antemano en una elegante y preciosa vitrina octogonal (...) al llegar su
majestad con su numeroso séquito entregué a ella, después de un breve discurso,
las llaves de la vitrina y el inventario (...) ella se sirvió corresponder las
frases que le dirigí, encargándome de modo especial que manifestase su
reconocimiento al gobierno de Colombia por el testimonio de cariño que envía a
España”.
El abogado Felipe Rincón Salgado, luego de enterarse de las minucias de
la historia de la entrega del tesoro a España, se obsesionó con el caso,
escarbó en documentos apolillados, consultó a reputados internacionalistas y
rastreó con paciencia de relojero un sinnúmero de archivos históricos que le
permitieron llegar a la conclusión de que ese patrimonio colombiano —que
algunos expertos estiman que puede llegar a valer 20 millones de euros— tenía
que volver al país a como diera lugar. El 18 de diciembre de 2006 interpuso una
demanda de acción popular con el objetivo de que la justicia corrigiera ese
error histórico. Por muchos colegas fue tildado de loco, pero su certeza de que
esas piezas que datan del siglo V antes de Cristo son una joya para el país, lo
alentó a continuar su lucha jurídica.
El 4 de septiembre de 2009 el Juzgado 23 administrativo de Bogotá le dio
la razón y estableció que la entrega del tesoro quimbaya a España fue
inconstitucional y ordenó al Gobierno que adelantara todas las acciones
diplomáticas y administrativas para recuperar dicha colección y conformara un
comité de verificación para informarle al juzgado los avances en la
repatriación de las piezas. La decisión de 58 páginas fue firmada por el juez
Richard Navarro May. Desde entonces, este expediente ha sido objeto de polémicas
y recursos judiciales infinitos. La Presidencia, la Cancillería y el Ministerio
de Cultura pusieron el grito en el cielo y apelaron el fallo del juez Navarro
May.
Para la Cancillería, por ejemplo, en 1892 esa colección quimbaya no
había sido declarada como un bien del patrimonio cultural de la Nación, por lo
que no se puede afirmar que esa donación hubiera traspasado los límites de lo
legal. Aún más, sostuvo la Cancillería que en la Constitución de 1886 por
ningún lado aparece que la cultura quimbaya, “su espiritualidad, usos, artes y
técnicas pertenezcan al patrimonio cultural colombiano”. Además, se opuso a la
demanda de acción popular porque solo fueron demandadas las autoridades
colombianas y no España. Por su parte, el Ministerio de Cultura aseguró que la
reina María Cristina de Habsburgo-Lorena fue vital para solucionar un problema
limítrofe con Venezuela y que el presidente Holguín Mallarino quiso regalarle
al Museo de las Américas de Madrid estas 122 piezas de orfebrería prehispánica
con el fin de consolidar la amistad con el gobierno español.
En uno de sus razonamientos más controvertidos, el Ministerio de Cultura
conceptuó que si se acepta la tesis de que muchos colombianos se vieron
perjudicados por ese obsequio del siglo XIX a la Corona española, los
colombianos que disfrutan la exposición del tesoro en el museo de Madrid
también podrían alegar que sus derechos fueron vulnerados “al impedírseles
mantener un contacto con su cultura y raíces ancestrales”. El caso ha sido tan
polémico que el veterano periodista Daniel Samper Pizano —hoy en uso de buen
retiro, según él— en el libro Lecciones de histeria de Colombia, recordó esta
historia y escribió que al presidente Holguín no se le ocurrió “mejor
detallito” que darle oro a la reina de España.
Y añadió: “Fue así como el único oro que los españoles no se habían
llevado de América, el tesoro Quimbaya, se los entregó el buen don Carlos sin
preguntarle nada al Congreso, nada al país y por supuesto nada a los quimbayas.
Y esa vez ni siquiera nos regalaron espejitos”. Luego de revisar la legislación
de la época, las actas del Congreso y toda la argumentación de las partes, el
juez Navarro May determinó que ese patrimonio debía regresar al país. En
desarrollo del expediente el juez le pidió al Museo de las Américas certificar
el estado de esas 122 piezas y la respuesta fue que estaban en sus bodegas.
Para Felipe Rincón esto resultaba aún más inadmisible. No obstante, entre ires
y venires judiciales el caso se fue enredando.
El 17 de febrero de 2011 el Tribunal Administrativo de Cundinamarca
revocó el fallo del juez Navarro May al considerar que no se probó la violación
de los derechos colectivos en este proceso. El abogado Rincón le pidió al
Consejo de Estado en un recurso extraordinario de revisión que corrigiera ese
yerro. Ese alto tribunal no lo hizo y tampoco escogió dicho expediente para su
estudio. Rincón presentó una tutela que también le fue denegada por el Consejo
de Estado, pero que el 22 de marzo de 2012 llegó a la Corte Constitucional. Y
según pudo establecer El Espectador, el magistrado Alberto Rojas —que además es
ponente de la demanda sobre la posible participación en política de las Farc—
está afinando sus argumentos para defender la tesis del eventual retorno del
tesoro. Pronto la Corte le pondrá punto final a este debate histórico para
determinar si es más importante un regalo dorado a España —hoy embodegado— o el
patrimonio invaluable de los colombianos.
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