Palabras póstumas a Nodier Botero Jiménez


Palabras de Jaime Lopera Gutiérrez el día 20 de diciembre de 2019 en la iglesia de la Parroquia de Nuestra Señor del Café (Armenia) con motivo de las honras fúnebres de Nodier Botero Jiménez, quien fuera Miembro de Número de la Academia de Historia del Quindío.


Nodier Botero no era un buen amigo mío. A un buen amigo se le cuentan muchos pormenores de la vida privada, como saber si a uno le gustan las morenas o las rubias, pero esas cosas nunca las supe de Nodier; en cambio nuestra amistad se basaba en lecturas comunes y en pláticas discutiendo los alcances de la globalizacion en comarcas como la nuestra. De pronto se sucedía una pausa para hablar de música y desde ese momento no había poder humano que lo callara mientras conversaba en torno a las principales sonatas de Mozart o cuál sinfonía le parecía mejor en la extensa obra de su admirado Beethoven. Ese diálogo era suficiente para que se creara esta sí una verdadera amistad, genuina y especial, basada en la admiración y el compromiso.

No creemos conocer a nadie con esa tremenda capacidad de trabajo intelectual que tenía Nodier, y no el trabajo de clavar puntillas sino de crear conceptos. Era un buscador de ideas y se sumergía en la filosofía, en la ciencia politica, en la historia, para recrear largos capítulos de nuestra leyenda republicana u ofrecer interpretaciones novedosas, y a veces herméticas, sobre la realidad colombiana. Si nos detenemos a examinar cuidadosamente toda su obra hallaremos allí un fértil campo de estudios que ya dejan huella en nuestro pequeño universo local y lo conectan con el tejido mundial que él visitaba con empeño.

Hace un tiempo, en una tertulia pasajera, hacíamos un balance de la vía intelectual de Nodier y nos sorprendimos coincidiendo en que parecía un hombre del Renacimiento. En aquella época las personas de influencia en la comunidad debían saber griego, latín, astronomía, medicina, geografía y otras materias que los hacían, en efecto, respetados en la ciudad. La versatilidad intelectual de Nodier Botero precisamente daba para compararlo y además como un personaje inquieto, curioso, lleno de expectativas como lo recordaremos siempre porque nos parece que su ausencia es la de la abeja que ya no produce miel.

En este sentido la Academia pierde un sobresaliente colega, un editor, un maestro que volvió realidad la Catedra de la Quindianidad y que nos ofreció unos libros cuidadosamente publicados que enaltecen notablemente la bibliografía de la región. La Academia de Historia del Quindío, que hoy represento, se enriqueció mucho con su disciplina y tenacidad en torno a la tradición de la cultura quindiana, porque él estaba al tanto de ella como el que más y ningún escritor nuestro se pudo escapar a su examen para que el inventario siempre estuviese actualizado.

Nos va a faltar ese enfoque crítico, pero ello nos obliga a cultivar su memoria dado que hombres como él no se dan fácil cuando los frutos de su árbol creativo están a la vista para los que vienen atrás. Ellas, Marina y Claudia, y demás integrantes de su familia, saben que en nuestra entidad así lo vamos a apreciar siempre y que aquí, entre nosotros, anidara con fuerza su recuerdo para que la historia quindiana no lo sorprenda con el olvido.

Jaime Lopera Gutíerrez - Miembro de Número de la AHQ.
Armenia, 20 diciembre de 2019

Publicar un comentario

0 Comentarios