Cerró con broche de oro 2022 la excelente Biblioteca de Autores Quindianos con la publicación de varios volúmenes que incluyen Un campesino sin regreso, del maestro Euclides Jaramillo Arango, el trabajo de Diego Alberto Pineda, el hermoso libro de Carlos Alberto Castrillón -que ya comenté- y el poemario Días del vino[1] precedido de valioso estudio del poeta e intelectual Juan Aurelio García sobre la historia de poesía Anaconda, así mismo, ensayo sobre la poesía del autor de días de vino, Darío Iturregui.
En su trabajo García señala, entre otras cosas, “(…) El quehacer cultural, por supuesto, no estaría al margen de esta ola, tanto en Colombia como en el Quindío. La generación nacida entre las décadas del 40 y del 50, entre tangos, boleros y rancheras, testimonian como la salsa, la música andina y la canción protesta se tomaban los escenarios, portando el mensaje, tanto de la identidad latinoamericana como el de sus luchas sociales (…) Aparte de Gaitán Durán, nombres como Eduardo Cote Lamus, Álvaro Mutis, Fernando Arbeláez, Fernando Charry Lara, serían ya un anticipo de lo que vendría en las décadas siguientes. En efecto, la poesía en las décadas del 60 y 70 comenzaría a profundizar los nuevos rumbos de nuestra “modernidad literaria” tal como la conocemos hoy (…)” (Págs.10 y 32).
Iturregui cantor de la tierra nacido en Génova con estudios en Letras en la Universidad del Valle expande su bello mensaje con honda evocación sentimental: “Veo en tus ojos que acarician la noche / una luna gigante tras el compás del tango / de la pareja que danza y que te nombra. / (…) Veo en tus ojos, de arqueadas pestañas, / la lágrima que aflora por el amado ausente. / Veo en tus ojos temblorosos, / a la pareja que baila y que te nombra. /”.
Su mirada inteligente y su verso musical se posa en la figura del gran Borges, maestro de maestros: “Veo un hombre ya viejo y parece un suicida / pugnando por hundirse en la noche estelar, / camina hastiado de su existencia hundida / en la mugrosa orilla de la arena del mar. / Él sabe que es inútil, un afán sin medida / producto de la culpa – con su enorme cegar- / y el fastidio que siente en la urbe aturdida / lo impulsa a no ser títere de su torpe mirar / (…)” (Pág. 103).
Su inquietud existencial clama desde el fondo del corazón aterido: “Esta finca, esta casa, esta gente, / esta chica que ríe, y esta rosa / ¿no las he visto ya, cosa por cosa, / en otro tiempo, antiguo y diferente? / ¿De dónde viene este recuerdo ausente? ¿de dónde esta nostalgia silenciosa? ¿en qué otra vida, pálida y hermosa, / viví este sueño y escuché esa fuente? / “(Pág. 104).
Un bello poemario del autor de la
tierra que tiene a su haber varios libros de su producción intelectual, lectura
que recomiendo a mis amables lectores, a los cuales deseo un nuevo año feliz, en
paz y pletórico de buenas lecturas, mil gracias queridos amigos, con mi fuerte
abrazo; saludo que extiendo a la familia y amigos del gran Hugo Cardona,
Pildorita. Paz en su tumba.
Gabriel Echeverri González
Académico de Número N° 1 /
Academia de Historia del Quindío
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