Me encontré en la vida con… Arcesio Aristizábal Gómez.


Visionario y emprendedor empresario agrícola, ciudadano ejemplar, nacido en Santuario Antioquia, el 1 de julio de 1897, muerto el siete de octubre de 1975, sus padres Rosendo Aristizábal y Dolores Gómez, el segundo matrimonio de tres en total; siete hermanos: Maruja, señora madre del eminente colombiano Horacio Gómez Aristizábal; Ramón, Miguel, Jesús María, Ernesto y Roberto. Sus padres hicieron parte de la numerosa colonia de Santuario que se radicó en el Quindío y trajeron al niño Arcesio (como aparece en su cédula de ciudadanía) o Luis Arcenio, como en efecto se llamaba, en un canasto a lomo de mula en un viaje de 15 días.

Cursó algunos estudios elementales, pero desde muy joven se dedicó a la arriería y muy pronto, gracias a su formidable visión para los negocios, incursionó en las actividades del campo, en unión de sus hermanos Ernesto y Roberto, hasta convertirse en un reconocido hacendado.

Contrajo matrimonio con la dama calarqueña  Nohema Peláez Fernández el 23 de agosto de 1924, once hijos: 1) Fabio casado en Calarcá  con Blanca Restrepo Gallego, seis hijos: Oscar, María Teresa, reciente y exitosa Gerente del Club Campestre, Beatriz, Luz Mary, Alexandra y Jorge; 2) Luis Arcesio, casado con Marlen Blandón Jaramillo, cinco hijos: Liliana, Isabel Cristina, la primera reina de los periodistas, casada con el mono Diego Salazar, afamado arquitecto; Rocío,  Luis Arcesio y John  Jairo; 3) Mariela, casada con Manuel  María Márquez, seis hijos: Arcesio, Yolanda, casada con el ejecutivo ya fallecido Diego Álvarez de La Pava, padres del reconocido banquero Juan Diego Álvarez Márquez, Hernando, reciente candidato al Senado y reputado constructor, Petronio, Alonso y Ricardo; 4) Héctor, casado en primeras nupcias con  María Milanés Escrucería Manzi, cuatro hijos: Patricia, Diego, Soraya ya fallecida y Sandra. 5) José James, casado con Melba Ruiz Guzmán, tres hijos: Luz Estella, Alberto y Omar, destacado Gerente de Buses Armenia y descollante ejecutivo; 6) Dora, quién contrajo matrimonio con el médico bogotano Aristóbulo Cruz Amaya, desaparecido, cuatro hijos: Elena, Alfonso, Cristina y Guillermo; 7) Lida, casada con Hernán Arias Arias, cinco hijos: Luz Marina, María Lilian, Guiomar, Vilma y Adriana; 8) Alberto, en primeras nupcias con la señora italiana Franca María Cainarca, dos hijos: María y Mauricio, después se casó con la dama Olma Lucía Vargas. Alberto ha realizado una amplia trayectoria en la vida pública, desde personero y juez hasta parlamentario, secretario de despacho, notario, un ciudadano  activo y  servicial, ejemplo de entusiasmo y fervor por la región y su partido; 9) Berta, desposada con el abogado Álvaro Nel Escrucería Manzi, dos hijos: María del Pilar y Luis Fernando; 10) Ofelia, casó con Sigifredo Hurtado García  desaparecido, tres hijos: Andrea, Carlos Alberto y Luis Eduardo; 11) Martha Lucía, casada con Jaime González Gutiérrez, muerto en un accidente, dos hijos: Luisa Fernanda y Olga Lucía. Una familia numerosa proyectada en el país y en el exterior con una vocación de servicio social y una maravillosa imagen de sus ejecutorias en diferentes campos profesionales. Una familia meritoria y admirable.

La audaz arriería a campo abierto llevó a los jóvenes santuarianos, compinches de trabajo y aventuras a ponerle ojo a las mejores tierras y en efecto, Arcesio y Ernesto compraron su primer terreno en el lugar que hoy ocupa la Cooperativa de Cafeteros de Calarcá, el sector conocido como la Ye; con el tiempo se fueron extendiendo explotando café, plátano y lechería, las esposas cosían ropa y ayudaban con plata y las ganancias servían para comprar más tierras. Arcesio amplió su proyecto agrícola en la Tebaida, Ernesto hizo inversiones en Holguín, Valle del Cauca y de igual manera Roberto se asentó en La Tebaida.

Era el esfuerzo denodado de todos los días, la dedicación constante a las feraces y bellas tierras del Quindío, una disciplina ejemplar al trabajo, a la familia, a las buenas costumbres y al servicio del más necesitado. Era conocido su afán de servicio y durante muchos años fue benefactor de obras sociales y actos de caridad; colaborador habitual de las Monjitas las Veladoras y era ampliamente conocido que miles de ciudadanos anónimos acudían en busca de su ayuda.

El once de julio de 1975 fue secuestrado el hacendado en la zona rural de Zarzal cuando se dirigía a una de sus fincas, La Laguna, acompañado por su chofer, cinco antisociales lo retuvieron durante 21 días, al cabo de los cuales fue liberado en la plaza de Bolívar de Armenia.

Fue un hecho ominoso y terrible contra un ciudadano desarmado que mereció el repudio y el rechazo de toda la nación y el estupor y dolor de su numerosa familia. El Exministro Fernando Londoño y Londoño, objeto también del horrendo crimen del secuestro, envió en la época una comunicación a la familia de Don Arcesio: “Confiamos ustedes podrán ejercitar primordial derecho defensa a la vida, integridad personal su ilustre padre y que luego ejecútese por el poder público el castigo de los delincuentes y la necesaria prevención de nuevos crímenes, y más adelante señala: Acepten mi angustiada y respetuosa solidaridad con su pena”[1].

Como homenaje a su señor padre, Alberto, el octavo hijo y figura rutilante de la política y la vida pública, donó un terreno de su propiedad en La Tebaida para la construcción de un ancianato, cuyo edificio construyó la gobernadora Lucelly García de Montoya; expuso el donante tres condiciones eternas: 1) En ese terreno solo debe funcionar el ancianato; 2) Debe conservar siempre el nombre de su señor padre y 3) En la Junta Directiva siempre tendrá un escaño el donante.

Un homenaje maravilloso a un gran ciudadano al cual contribuye con amor y agradecimiento, el resto de la familia.

El distinguido hacendado ocupa un lugar especial en la historia regional y en el desarrollo económico agrícola. A pulso y sin mucha formación, con denodado esfuerzo diario, consolidó una fortuna y generó riqueza y empleo. De simple arriero, gracias al ejemplo de sus mayores de Antioquia, hizo del trabajo su vocación y fue cimentando una familia admirable y una riqueza que supo compartir a través de su indeclinable benevolencia silenciosa.

Recibió muchos reconocimientos sociales, personales, de la curia y del señor obispo, de la sociedad toda; no participó en la actividad política pero no fue ajeno al devenir de los acontecimientos, en particular mantenía sintonizado con el movimiento económico nacional e internacional.

Con motivo de su secuestro recibió la solidaridad del pueblo quindiano y de la nación entera y al momento de su liberación estalló el júbilo en la región y su bella y gran familia lo rodeó con el cariño de siempre.

Un notable señor y una admirable esposa, así con personas de carne y hueso que han sudado la camiseta casi desde la infancia, se ha construido la nación colombiana; hombres buenos y abnegados trabajadores que, desde el alba, forjaron con inmenso tesón y tejieron la historia económica y social.

La casona del mono Salazar y de Isabel Cristina me ha acogido en la charla afectuosa con Alberto y Luis, dos de los hijos. Un encuentro de nostalgia y de recuerdos con uno de los más destacados empresarios de la región, a través de su descendencia. La noche sin lluvia despide el repaso a Don Arcesio, siempre en nuestra historia, ejemplo bien logrado de la suerte de un arriero.

Como decía Rafael Alberti: ¡En la mano mi sombrero, que buen caballero era!


Por Gabriel Echeverri González - Miembro de Número de la Academia de Historia del Quindío.


[1] Archivo de Arcesio Aristizábal

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