La compra del hoy
denominado Tesoro Quimbaya fue probablemente el hecho histórico más destacado
de Colombia en 1891, aunque con diferencias notables al acaecido el año
anterior, o sea su hallazgo en Filandia en el sitio de La Soledad. Mientras las noticias divulgaron el evento de
guaquería ampliamente en varios periódicos de Bogotá -lo que ocurrió en
noviembre y diciembre de 1890 y los primeros meses de 1891- el reporte de su
compra por el gobierno colombiano se hizo prácticamente en secreto y sólo fue presentado
ello en un periódico, como lo anota la historiadora Carmen Cecilia Muñoz en su
trabajo de grado de 2003, con relación a lo publicado por “El Relator”, número
566, de septiembre 5 de 1891:
“El gobierno nacional compró
hace algún tiempo a algún caballero de esta ciudad algunos objetos de oro
hallados en una guaca de los indígenas del país, objetos
de gran valor y de curiosidad indisputable, parece que con el fin de llevarlos
a la exhibición de Chicago”. Más
adelante anota con relación a lo comprado:
“Pues comprendemos bien
que cada una de las líneas trazadas sobre un tunjo es una lección más que
adquirimos de la desconocida historia de las razas que poblaron estas comarcas,
de su civilización, del estado ha (sic) que habían llegado en su evolución,
historia que tanta importancia tiene hoy en la ciencia. Y ¿quién más que el
Gobierno del país ha de estar interesado en recoger datos sobre esta historia
en leerla en los jeroglíficos, grabados sobre las piedras en los sepulcros
indígenas, en las guacas, sobre el
oro de los tunjos de oro, nos parece
que el Gobierno debiera agregar los instrumentos musicales, utensilios de
labor, útiles de cocina, todos de barro, que mismo señor posee y que completan
la curiosa colección. Así lo proponemos
respetuosamente […]”
Aunque este escrito da
solo a conocer vagamente el proceso de compra, no se deja percibir todavía el
interés del gobierno colombiano por obsequiarlo a España, pues eso
definitivamente se hace público a principios de 1892, cuando “El Correo Nacional” lo divulga. Su director
Carlos Martínez Silva ya había detallado pormenores del hallazgo en su
periódico en 1890 y eso era evidente porque tenía mucha cercanía con el
gobierno, como se comprobó después cuando fue nombrado presidente de las
Comisiones de Chicago y Madrid para las exposiciones de celebración del cuarto
centenario del descubrimiento de América.
También se resalta que la decisión del gobierno se hizo pública en ese
medio que es un periódico particular pero no en el Diario Oficial.
El 24 de febrero de
1892, otro periódico, EL TELEGRAMA, publica la noticia sobre la compra,
transcribiendo una circular que se había dirigido a Madrid en octubre de
1891. El mismo día en “El Correo
Nacional”, Vicente Restrepo publica un informe sobre la Comisión de las
Exposiciones de Chicago y Madrid y en él contextualiza el hallazgo,
refiriéndose a la región del Quindío donde se habían encontrado las piezas: “De
su territorio se han sacado en los últimos años riquísimas guacas. En el sitio
de La Soledad, a dos leguas del caserío de Finlandia, en un monte virgen,
cubierto de guaduales y de árboles corpulentos, se descubrieron, el año pasado,
dos sepulturas indígenas llenas de figuras, alhajas y dijes de oro y tumbaga
del mayor interés. El Gobierno nacional adquirió dichos objetos por
compra. Reunidos, forman la colección
más hermosa que ha hallado en Colombia”.
Quien escribe esto es Vicente
Restrepo, el padre de Ernesto Restrepo, historiador que firmó un contrato con
el gobierno donde se compromete a escribir sobre los quimbayas obra que aparece
en 1912 como una publicación que complementa con información importante todo lo
relacionado con la exhibición que se realizó en España, ya obsequiado el Tesoro
Quimbaya.
Sin embargo, no se
puede olvidar que Vicente y Ernesto Restrepo, muy allegados al gobierno de
Holguín, también eran coleccionistas de antigüedades y todo indica que una
parte de las piezas del Tesoro Quimbaya habían sido compradas por ellos antes de la adquisición del gobierno.
Algo que también se supo es que dos piezas, propiedad de Vicente, fueron
vendidas luego al Field Museum de Chicago.
Cuando se hizo la
transacción del gobierno, se había contado con un informe previo sobre las
piezas de oro, realizado por Ernesto Restrepo, quien también era miembro de la
Comisión que se había conformado desde la presidencia de Holguín. Tal estudio
fue adelantado por Ernesto Restrepo gracias a que había tenido acceso al
“expediente lleno de declaraciones de testigos que presenciaron la extracción
de las bellas piezas que la forman, de las guacas del sitio de La Soledad,
cerca de Finlandia”, como se consigna en la introducción del “Catálogo de los
objetos que viajarán a Madrid a la exposición de Madrid”, adelantado por él
mismo. El valioso documento nunca fue devuelto, perdiéndose así la posibilidad
de reconstruir los detalles del hallazgo, los nombres de los guaqueros y otros
datos.
El expediente que
detalla las características de las piezas fue conocido por otro personaje de la
época. Se trataba tal vez del español más destacado de todo este proceso. Se
llamaba Bernardo J. Cólogan, el ministro plenipotenciario de España en Colombia
quien firmó en junio de 1892 la certificación de las piezas de oro cuando se
iban a entregar a España.
Cólogan jugó un papel
determinante desde 1890 pues era la persona que transmitía el avance de los acontecimientos
a través de la correspondencia diplomática y también el que propulsó el interés
de Colombia para que este país fuera partícipe en la exposición de Madrid y en
la adquisición de las colecciones de oro, como así lo manifestó en una
comunicación de abril 25 de 1891, donde manifiesta que “entre ellas hay una muy
valiosa de objetos encontrada recientemente”.
Todas las gestiones
adelantadas por Cólogan se aprecian exitosas cuando el mismo presidente Holguín
dirige el 13 de diciembre de 1891 una carta al Presidente del Consejo de
Ministros de España, Antonio Cánovas del Castillo que rezaba: “He tenido la
buena fortuna de poder comprar la colección más completa y más valiosa, toda de
oro finísimo, de la industria de los aborígenes de Colombia. Aunque la he comprado con el especial
designio de presentársela al Gobierno de S.M. como una pequeña muestra de
nuestro agradecimiento por el servicio que nos prestó sirviéndonos de árbitro
en nuestro pleito con Venezuela sobre delimitación de fronteras, esperando que
ella adorne algún Museo de Madrid”.
Esta noticia, sin
embargo, se hace oficial el 20 de julio de 1892 cuando Holguín, en su discurso
ante el Congreso hace públicos la compra del Tesoro y la intención de donarlo.
Curiosamente Holguín no lo pudo entregar de manera oficial, ya que lo hizo el
vicepresidente del nuevo gobierno encabezado por Rafael Núñez desde el 7 de
agosto de 1892.
Los objetos del Tesoro
estuvieron reunidos y expuestos en la casa de Vicente Restrepo en Bogotá en el
primer semestre de 1892. Se compraron objetos de cerámica y otras piezas para
completar la gran colección que se exhibirán en Madrid y se embarcan el 2 de
julio en Barranquilla, transbordando en La Habana el 30 de julio hasta llegar a
España el 10 de agosto.
Por: Jorge Hernán Velásquez Restrepo y Roberto
Restrepo Ramírez.
Miembros de Número de la Academia de Historia del Quindío.
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