Pedro Mora y los versos cojos


Fotografía cortesía de Luis Fernando Londoño del Museo Gráfico y Audiovisual del Quindío.

Hace poco, el Presidente de la Academia de Historia del Quindío - AHQ, Jaime Lopera Gutiérrez, indagó por correo electrónico a cerca de quién le podía «certificar» la existencia de un personaje del siglo pasado llamado Pedro Mora del que tenía la siguiente historia: «Cuando en los años treinta el candidato a la Presidencia Alfonso López Pumarejo deambulaba por estas tierras cafeteras procedente de Cali en busca de su nominación, llegó en tren a la estación de Armenia y luego al Club América donde un señor llamado Pedro Mora dicen que lo saludó con las siguientes palabras: “Me fui a esperarlo a la estación / pero como no llegaba Ud / me vine a esperarlo al Clud”».

Casi de inmediato respondió John Jaramillo Ramírez a este improvisado foro epistolar. Con su prodigiosa memoria, su cautivador relato oral y amena prosa costumbrista matizada de gracejos que le sirve para describir de forma memorable a las personas haciendo gala de su descendencia familiar mientras hilvana intrincados parentescos y relaciones, amén de rebuscadas anécdotas, escribió de Pedro Mora lo siguiente:

«Jaime, Buenos días.  Pedro Mora Jaramillo, era hijo del Dr Paulo Emilio Mora, uno de los fundadores de Circasia y de doña María Antonia Jaramillo Estrada, hermana del Tuso Jaramillo. Casado con una señora muy sencilla llamada Adelfa Rodríguez. Padre de Paula Mora, que fue Alcaldesa de Circasia, de Manuel, ya fallecido, de María, de Susana, de Juan, de Chepe y no recuerdo cuáles más. Era médico empírico y formulaba en base a los libros que había heredado del papá. Vilmente asesinado en el comienzo de la década de los 50 del siglo pasado por ser liberal.

Era un personaje excéntrico de barba y pelo largo y no consentía que a sus hijos les cortaran el pelo. Todos andaban a caballo, en magníficas bestias, todos de breeches, polainas y sombrero corcho. En un viaje a USA se compró unos ojos de vidrio azules iguales a los suyos y los mantenía en una urna alumbrados. Para viajar a Pereira, alquilaba un vagón de carga del ferrocarril y se iba montado a caballo dentro del vagón*. Dirigente liberal de Montenegro, pésimo poeta y compadre de Eduardo Santos.

La anécdota es totalmente cierta, pero (Pedro) no llegó en tren sino en la cabalgata con sus hijos y los peones que traían su equipaje teatral, pues presumía de ser autor teatral y los actores eran sus hijos y los peones que, para la obra, y él mismo, se vestían de largas túnicas de zaraza y pelucas de cabuya. En esa época el Club América quedaba en la esquina de la Carrera 14 con Calle 20, donde hoy es la Asamblea Departamental.

Pretendió entrar al Club a saludar a López, que estaba en un almuerzo, pero los policías que custodiaban la puerta no lo dejaron pasar. Montó su escenografía en un andén de la Plaza, para presentarle la obra de teatro a López, esperando que este saliera. En ese momento vio que al Club se dirigía Milciades Cala Méndez, abogado tolimense, socio de Echandía aquí y Concejal de Armenia. Pedro le rogó que interviniera ante López, encargo que llevó a buen término Milciades y López entonces se asomó a una de las tribunas del Club. Pedro, de túnica y peluca, se adelantó hasta la mitad de la calle y después de una reverencia muy teatral, le dijo: “De Montenegro me vine / a dar mi saludo a UD; / No se lo he podido dar / pues no me dejan entrar / en este hijueputa clud” ».

Motivado por el asunto y contando con información sobre el indagado, Luis Fernando Londoño, alma del Museo Historiográfico de Calarcá, hizo clic para participar con el siguiente aporte: «Buenas noches, en nuestros archivos (del Museo Historiográfico de Calarcá) tenemos a Don Pedro Mora Jaramillo, de Montenegro, personaje que se destacó por su forma de ser, irreverente, pelo largo, abundante barba, no usaba zapatos, escribía poemas alterando las normas de ortografía, se movilizaba en caballos llevando al cabestro a sus hijos; tenemos registros fotográfico, en cine y copias de poemas (el poema chueco es un acróstico de Baudilio).»

Y sin imaginarlo la audiencia creció, ya no para ocuparse del personaje de marras, sino para el deleite con los versos cojos que tanta curiosidad suscitan. Fue así como metió baza Javier Márquez Jaramillo, de Circasia, afirmando que el abogado Darío Jaramillo solía recitar algunos de esos versos cojos:

Allá arriba en aquel alto han colocado un ataúd / ojalá que algún día, no sea para ud.

Era tan gorda Sofía, y su gordura tan fofa / que sentarse no podía, en el sofa.

En aquel lugar cercano, hay una mata de cuy / cada vez que yo la miro, me siento triste, muy.

Por su parte, Oscar Jiménez recordó otro verso cojo de contenido político, que según él, declamaba el mismo Darío Jaramillo: Está de luto la liberal bandera porque ha muerto el General Herrera; / y como si no fuera bastante, está muy enfermo el General Bustamante.

Y a manera de colofón terció Jorge Hernán Velásquez (AHQ) que entró en este conversatorio virtual por haberle llegado a la memoria un par de anécdotas para cerrar la cuestión: «En la época de fuerte polarización política se encontraron en una reunión el poeta Gregorio Gutiérrez González y el caricaturista Ricardo Rodríguez Rendón. El primero conservador; y el segundo, liberal, quien saludó a su contertulio: “Gregorio Gutiérrez González, Godo Gacho. A lo cual éste ultimo le contesto: Ricardo Rodríguez Rendón, Rojo Rucio”.  Y, en otra reunión, le preguntaron a Julio Flórez: “¿De dónde vienes, para dónde vas, cómo te llamas y qué tal estás?” A lo que respondió: “De Antioquia vengo, para el Cauca voy, Julio Flórez me llamo y muy bien estoy” ».

Así que antes de culminar esta inconsulta recapitulación de notas dadas entre el 30 y 31 de agosto pasado sobre Pedro Mora Jaramillo y de algunos versos cojos, me atrevo a renguear, que sin duda es más riesgoso que cojear, con un desatinado verso:

Sin peros así terminan / los versos de Pedro que a Lopera intrigan / que por ser llamados cojos / son de tan difícil escojo.


Armando Rodríguez Jaramillo

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1 Comentarios

  1. A orinar yo me subí
    al nevado del Cocuy
    casi que no podí
    por que estaba muy helado muy

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