Político liberal Jorge Eliécer Gaitán asesinado el 9 de abril de 1948 |
Por Armando Rodríguez Jaramillo (Miembro de número de la Academia de Historia del Quindío)
Pasadas la una y media del tarde del 9 de abril de 1948 los armenios
recibieron la noticia del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán. Pegados de los
radios oían a la dirigencia liberal exaltada responsabilizar a los
conservadores y al clero de la muerte del líder mientras arengaban a la
población con el estribillo: “A las ferreterías, a las quincallerías”, con el
que incitaban al saqueo de ferreterías y almacenes agrícolas con el fin de que
se armaran de machetes y herramientas para tomarse del poder, fue así como derribaron
las puertas de estos establecimientos halándolas de jeep willys para iniciar
los asaltos.
Pero no todos los desórdenes del 9 de abril fueron motivados por la
devoción al caudillo ni por la pretendida toma del poder, pues muchos se
dedicaron al pillaje como delincuentes comunes. Prueba de ello fue que en
Armenia el saqueo se hizo a pequeños y medianos almacenes de artículos de
consumo pero no a establecimientos bancarios, oficinas de exportación,
trilladoras y compras de café. No obstante, la mayoría del comercio destruido era
de empresarios de filiación conservadora, los cuales fueron ayudados y
escondidos por liberales moderados que los protegieron de los desmanes del
populacho enardecido.
Para la época el único batallón de la región era el San Mateo
acantonado en Pereira, que se encargaba de controlar el orden público en lo hoy
que es Risaralda y Quindío. En cuanto a la policía, no había mucho que esperar,
pues la mayoría del personal de agentes pertenecían a la Policía Departamental
de Caldas, que en buena proporción eran liberales nombrados por gobernadores de
ese partido atendiendo recomendaciones de los caciques y gamonales, personal que
por lo general era de extracción campesina y de querencias gaitanistas.
Armenia entró en caos. Además del comercio saqueado, las puertas de la
cárcel municipal fueron voladas con dinamita quedando libres los presos que
rápidamente formaron cuadrillas, los archivos del juzgado penal municipal
fueron quemados, las instalaciones del concejo municipal atacadas y el cuartel
de la policía, que quedaba detrás de la iglesia de la Inmaculada Concepción,
sufría furiosas arremetidas de la turba liberal que intentaban tomárselo para
armarse y pedir la capitulación de la autoridad civil con el propósito de
conformar una Junta Revolucionaria de Gobierno provisional. En medio de esta
anarquía, en la madrugada del 10 de abril, arribaron tres camiones con ejército
del Batallón San Mateo a petición del Directorio Conservador para controlar la
situación, sin que se hubiese podido evitar la muerte del capitán Pedro González Londoño que horas
antes había viajado a Pereira a pedir refuerzo y que fue acribillado a su
regreso a Armenia.
Con los días aparecieron cuadrillas de asaltantes integradas por los
reos fugados que asolaron el sector rural y que luego participaron de la
violencia política que se ensañó en la región por más de una década.
Ante los graves hechos del 9 de abril, los dirigentes conservadores y
liberales conformaron Juntas Procuarteles con la presencia del ejército para
buscar protección del fanatismo partidista y de los ataques a la propiedad
privada que se seguían presentado por las mencionadas cuadrillas, esto condujo
años después a la construcción del batallón Cisneros (1952) y a las designaciones
de la Jefatura Civil y Militar del Quindío (1957) y de Armenia como sede de la
VIII Brigada del Ejército (1962).
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