El
Quindío es nuestro edén supremo, el amor más puro de nuestra existencia. En mi
caso, amo a mi tierra con fervor sublime, no solo porque es la residencia en la
tierra de las más hondas querencias, sino, además, porque siento que en todos
sus rincones palpita el corazón de los mayores, la constante labor de los
antepasados.
La región
del ensueño y el fulgor, se apresta a cumplir cincuenta años como departamento
colombiano, una realidad administrativa breve pero rica en sucesos. Su delimitación
geográfica, antropológica y geológica se pierde con los años de la propia
historia nacional. Paisajes de admiración y de leyenda, fue siempre atracción
de colonos y viajeros, quienes no ahorraron palabras de júbilo, como ha quedado
consignado en las crónicas de la mayoría de viajeros y caminantes por las
breñas mágicas del Quindío.
Los
estudios de historia recientes vienen analizando las vertientes de colonización
y poblamiento. Traigo a cuento una autorizada disertación del eminente maestro
e historiador de América Jaime Jaramillo Uribe, en la universidad del Quindío,
invitado por quien esto escribe, sobre el tema La Colonización Antioqueña al
occidente colombiano; allí el padre de la Nueva Historia, de la mano de algunos
autores norteamericanos, mantenía la tesis del predominio paisa en La
Colonización. Trabajos posteriores han profundizado sobre la influencia de las
corrientes cundiboyacenses, caucanas y tolimenses vía Calarcá y Anaime.
Fuerzas
migratorias decisivas con el empuje antioqueño en buena medida, pues fue fama
desde La Colonia, la fertilidad de su tierra, abonada por las cenizas
volcánicas, como lo han demostrado científicos de la talla del maestro Alfonso
López Reina y Armando Espinosa, cercanos a nuestra admiración y miembros distinguidos
de la Academia de Historia del Quindío.
Al final
de su larga vida el maestro Germán Arciniegas se refería al Quindío como una
tacita de plata; ese pedazo de cielo que Dios nos dio en palabras del doctor
Uribe Vélez.
En los
últimos años, la bibliografía y los estudios históricos sobre la región han
aumentado en cantidad y calidad. Por un período largo, Quindío Histórico
de Alfonso Valencia Zapata fue el libro de referencia obligado. Los
estudios posteriores lo han rebasado, pero ,sin duda, Alfonso Valencia Zapata
es un hito que merece perenne reconocimiento.
Volveré
sobre este tema, la importancia de la Academia de Historia, el necesario
énfasis cultural y otras ideas y propuestas. Por último, es infaltable en el
Comité Cívico del cincuentenario la universidad del Quindío!
Por: Gabriel Echeverri González.
Miembro de la Academia de Historia del Quindío.
Miembro de la Academia de Historia del Quindío.
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