Me encontré en la vida con… Bethsabé Mejía Botero

Distinguida dama cívica y benefactora nacida en Sonsón el 11 de septiembre de 1905, sus padres Miguel Jerónimo Mejía y María Josefa-Pepa Botero, en dicho hogar nacieron 11 hijos: Soledad, casada con Juan N. Jaramillo; Raquel conocida educadora, una de las fundadoras de la Universidad del Quindío; Teresa, casada con Jesús Botero, cuatro hijos: Cornelia —señora esposa del exsenador Ancízar López López— Guillermo, Delio y David; Bethsabé, Maruja, Matilde, Juan —casado con Sixta Tulia Cabal, hija de Don Alfonso Cabal del Ingenio Providencia—; Mario —Joaquín, casado con Lilia Mejía;  Bernardo y Eduardo.

Juan Mejía Botero —el menor de su familia— fue gerente de la famosa empresa local Eléctrica Quindío y alcalde de Armenia 1953-1954, le correspondió en su mandato recibir al primer obispo de la ciudad Monseñor Jesús Martínez Vargas; uno de los principales artífices de los actos solemnes del nuevo obispado fue el conocido historiador John Jaramillo Ramírez. Juan fue padre de 7 hijos: Gemma Mercedes, José Gabriel, Iván Felipe, Lucía, Cecilia, Carlos Fernando y Ana Gabriela. Concejal de Cerrito, gerente y vicepresidente de Ingenio Providencia.

Teresa por su belleza fue reina en Sonsón —reinado del maíz— Ibagué y reina de los carnavales de Armenia.

A la muerte de Teresa, hermana de Bethsabé, Jesús Botero contrajo nupcias con Matilde, sin hijos. Jesús fue un destacado arriero de la región y con sus recuas de mulas recibía las mercancías provenientes de Buenaventura y por la vía a Toche las trasladaba a Ibagué, Honda y Bogotá, desde luego con las enormes dificultades del famoso Camino del Quindío, como bien lo ha explicado el académico y experto en el tema Álvaro Hernando Camargo Bonilla.

 

La ruta colonizadora

Avanzado el siglo XX Miguel Jerónimo Mejía, su esposa y su numerosa familia emigró de Sonsón rumbo a Ibagué donde vivieron varios años, continuando con su intensa labor minera; hacia 1925 se radicaron definitivamente en Armenia, atraídos por la belleza de la región y la fama de su riqueza aurífera.

 

En la tierra del buen café

Don Miguel floreció con su trabajo y su laboriosidad, compró tierras por Circasia y El Caimo y organizó una excelente lechería, pero la destorcida mundial de 1928 golpeó el famoso Banco de Pedro A. López —señor padre del eminente colombiano Alfonso López Pumarejo y abuelo del expresidente Alfonso López Michelsen— del cual era acreedor, hecho que exigió la venta de sus bienes para pagar; con el tiempo y la ayuda de amigos se recuperó con un negocio de maderas y venta de cemento. Una vez fallecido, los hijos de dicho hogar se encargaron del buen vivir de las hijas solteras, siempre en la casona de la carrera 13, a pasos del antiguo teatro Bolívar, donde hoy se erige un edificio de tres pisos.

Bethsabé cursó sus estudios en Sonsón, nunca se casó y se dedicó al servicio del civismo, una dama entregada a las causas sociales más destacadas, casi hasta el final de sus días.

 

Aguinaldo al soldado

Con algunas de sus hermanas y varios de sus sobrinos recorría el comercio local antes de la Navidad con el propósito de conseguir elementos de aseo, donaciones en dinero y ropa para los soldados del Batallón Cisneros; durante toda su existencia fue muy cercana a los militares y gracias a su fama bien ganada de gran cocinera y banquetera, era la encargada de las recepciones en el batallón y en general en los actos sociales más relevantes de la sociedad de su tiempo.

 

Hospital San Juan de Dios

Organizó con mucho entusiasmo festivales de viandas, dulcería y las famosas empanadas, con el fin de conseguir fondos para la construcción del hospital que para la época funcionaba donde hoy se encuentra el Palacio de Justicia, así mismo, fue insomne colaboradora de la iglesia católica, generosa con las obras de asistencia social y ferviente amiga de las vocaciones sacerdotales.

 

Las miguelonas.

Bethsabé, Maruja, Raquel y Soledad que permanecieron solteras eran apodadas así en homenaje a su padre, muy activas en sus quehaceres; Raquel fue educadora durante toda su existencia y para la época fundó Cencomo, reputada escuela de comercio. Maruja fue reina de los estudiantes.

 

Benefactora social

Se destacó con sobrados méritos por su infatigable ayuda social y su constante participación en las obras cívicas y en las actividades religiosas; era muy conocida su estrecha colaboración a las procesiones   de la soledad, a las necesidades de la iglesia; con sus famosas producciones de alta cocina, conseguía fondos para atender al ser humano más necesitado, a las jóvenes desvalidas y en general, ayudar con ahínco en la causa cívica. Fue una dama que simboliza el fervoroso civismo de la ciudad en el siglo XX. No fue ajena a las obras impulsadas por la Sociedad de Mejoras Públicas y los grupos de acción católica.

 

Gastronomía exquisita

Fue fama su sapiencia para preparar los platos más sabrosos no solo por su experticia personal, además leía recetas y libros especializados, sabía dirigir su cocina con habilidad extraordinaria; la delicia de sus manjares la volvió famosa en la región y desde luego en su residencia final en el Valle del Cauca.

 

Condecoraciones

Recibió numerosas condecoraciones y reconocimientos por parte de las Fuerzas Militares, el Ejército y el Batallón Cisneros; el municipio de Armenia le otorgó la medalla de oro al civismo y reconocimientos de varias instituciones y personas, como el Hospital San Juan de Dios, entre muchas otras.

 

El bello Valle del Cauca, destino final

Con la intervención directa de su hermano Juan, Bethsabé se radicó en el Valle del Cauca viviendo largas temporadas en Cali o en el Ingenio Providencia, en compañía de sus hermanas Maruja y Soledad.

Como señalé precedentemente, Juan se había casado con Sixta Tulia Cabal, hija del industrial y empresario Alfonso Cabal, casado con la distinguida dama María García. Don Alfonso fue fundador de la Central Azucarera del Valle hoy Ingenio Providencia en Cerrito y además fundador del Ingenio Pichichí, en Buga.

Con menor intensidad en sus tareas cotidianas y viviendo períodos en Cali y en la casa de huéspedes del Ingenio Providencia, Bethsabé tuvo la oportunidad de viajar fuera del país con sus familiares sin descuidar sus labores de alta cocina; falleció en Cali el 27 de febrero de 1995 y sus restos reposan en la cripta familiar en la Catedral de Palmira, cerca de sus hermanas Soledad y Maruja.

Bethsabé Mejía Botero se destacó como uno de los grandes valor cívicos de la región en el siglo XX por su afán de servicio social y su vocación de entrega a los más necesitados, sin duda un símbolo del inmenso altruismo que adornó a la mayoría de damas de su época, fieles representantes de una sociedad más solidaria y mucho más fraternal; gracias a la oportuna colaboración de sus sobrinos David Botero Mejía, María Teresa López Botero, Iván Felipe Mejía Cabal, Manuel Antonio López Botero, la distinguida amiga señora Clara Luz Jaramillo de Botero y del historiador John Jaramillo Ramírez,  he podido reunir la información biográfica de una de las más señeras damas, digna representante de  pujanza, capacidad de lucha y colaboración, en la conformación del tejido social  del siglo pasado; una mujer sencilla pero grande en sus obras y su periplo vital, ejemplo de reciedumbre moral y pujanza, en unión de su honorable familia que dejó muy en alto nuestra región.

 

Gabriel Echeverri González.

Académico de Número 1  -  Academia de Historia del Quindio

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