De la Collection "Finlandia" al Tesoro Quimbaya, en perspectiva histórica y documental

Mientras escribo estas líneas - para ser publicadas en una columna semanal del periódico Nueva Crónica Quindío de la ciudad de Armenia -   muchos artículos circulan en Colombia y el mundo entero, sobre la noticia del momento. Se trata de la gestión del Ministro de las Culturas y el Canciller de Colombia, quienes enviaron una carta a sus pares en España, el 9 de mayo de 2024, solicitando en ella se devuelva el Tesoro Quimbaya al país. Ese conjunto de más de 400 piezas de orfebrería prehispánica - el mayor hallazgo arqueológico de la historia de Colombia - fue donado por el presidente Carlos Holguín Mallarino, en 1893, a la reina de España María Cristina de Habsburgo Lorena. Y dicho obsequio ha sido considerado, por parte del país europeo, como una entrega a nombre del Estado colombiano, lo que no representa duda alguna de la buena voluntad de un gobernante. Pero es, para Colombia, una cesión de objetos históricos que se hizo en el marco de la ilegalidad. Fue precisamente con este planteamiento que el gobierno del actual presidente, Gustavo Petro Urrego, ha puesto en esa solicitud su posición formal. Y que, de cumplirse por parte de España, debería entenderse como una reparación a los pueblos originarios. O, también, un acto de reconocimiento a la soberanía nacional. Esa postura, además, está justificada en el cumplimiento de una sentencia de la Honorable Corte Constitucional, de octubre de 2017, que obliga al gobierno colombiano a realizar las acciones tendientes a la restitución de los objetos, encontrados ellos en dos amplias sepulturas en noviembre de 1890, en Filandia, poblado que, en ese entonces, era un corregimiento de Salento, en el Estado Soberano del Cauca.

Es precisamente en esta pequeña población quindiana, Filandia, mi tierra natal, desde donde genero esta columna de prensa, en medio de un clima de interés renovado frente a ese tema neurálgico. Que, además, es para mí de una importancia vital. Ya que, desde muy pequeño crecí escuchando las historias fantásticas sobre entierros de morrocotas de oro (también llamadas libras esterlinas) y guacas, que es el nombre castizo que, en este territorio del centro de Colombia, les han dado a las tumbas de los antepasados. Escuchaba aquellos relatos de labios de mi padre Carlosé, quien a su vez los recibió del abuelo Luis María, un colono que llegó a Filandia en 1895, obnubilado por la historia que cundía en todas partes y en especial en su tierra, el municipio de Pácora (Caldas), de donde arribó con el cargamento de esperanzas en su recua de mulas. Al adaptarse a las difíciles condiciones de la colonización, en Filandia se asentó en una gran casa rural, que había sido fonda caminera del Paso del Quindío, el trayecto histórico que conectaba a Popayán con Bogotá. Es precisamente en esa casa - donde nació mi padre en 1917 - desde la cual se divisa la población de Quimbaya, lo que le recordaba la historia fantástica del Tesoro Quimbaya que le relataba el abuelo.0bviamente era contada ya con las deformaciones  que se añadían a los acontecimientos, a tal punto de asegurar él que Luis María había sido uno de los guaqueros de aquel hallazgo. Pero no, porque si bien no concuerda históricamente con su arribo al territorio y con la fecha de la guaquería, el viejo colono no pasó de ser un aventurero más, que se había llenado de ilusiones y que, como muchos, siempre soñó con enriquecerse a borbotones. Como había ocurrido con los dos guaqueros de Filandia (a quien apodaban Casafú y otro de apellido Arias), que fueron los saqueadores de las piezas del Tesoro Quimbaya. El abuelo encontró en el patio de su casa los restos de guaquería antigua y es probable que haya desenterrado una pequeña guaca con narigueras de oro, lo que le permitió sobrevivir con alguna solvencia. Y mientras tanto, se dedicaba al plantío de café arábigo y ordeño de vacas que pastaban en los potreros aledaños a su propiedad.

Historias de guaquería y fantasía fueron escuchadas por mí en los años de infancia, mientras en los corrillos de las calles de Filandia seguían escuchándose las versiones de nuevos hallazgos en los parajes rurales. Aunque los parroquianos nunca manejaron el lenguaje técnico de lo arqueológico, ni se pronunciaba el nombre con el cual se había registrado tal descubrimiento (que se mencionaba también como "El Tesoro de los Quimbayas"), todos comentaban en el pueblo algo más espectacular. Que cuatro libras de oro de aquella guaca "se habían incorporado a las campanas del templo principal". Lo que produjo, durante más de un siglo, una leyenda urbana. La misma que se desmitificó en 2023, cuando se bajaron las campanas del sitio más alto de la torre principal para repararlas, donde habían estado desde 1928.Y, al revisarlas, el sacerdote y los feligreses curiosos pudieron comprobar que gran parte de aquella versión era cierta, pero que el tal baño de oro de guaca no era cierto. Las dos campanas presentaban en la superficie de bronce unas leyendas que apuntaban a la fundición de ellas en abril y mayo de1891, junto con una inscripción interesante, "regalía de Norberto Ospina". Es ese, precisamente, el nombre de pila de "Casafú", el guaquero principal del hallazgo del Tesoro Quimbaya. Se aclaró, de paso, algo que los historiadores cronistas habían sugerido. Que los saqueadores de tumbas indígenas - o guaqueros - invertían sus ganancias en los haberes o bienes donados a la iglesia católica, y así "salvaban su alma". Lo logró Casafú, con el regalo de las dos campanas, compradas al fabricante de un taller de fundición en Buga. Y, también, uno de los gasteros (o accionistas de las guaquerías de la época), con la custodia que entregó, durante esos primeros años de vida parroquial de la época, al cura de entonces.

Soy antropólogo de formación y trabajé profesionalmente en el campo etnográfico con las comunidades indígenas del Vaupés y Amazonas.

Fue precisamente - en 1983 - cuando, en visita a los caseríos del río Pira Paraná (sur del Vaupés), tuve la oportunidad de presenciar el ritual de la toma del yagé, en la madrugada, dentro de la maloca de los bará y los barasana. Me llamó mucho la atención ver al chamán (allí llamado payé) sentado en su banquito ceremonial, apreciando la similitud figurativa con los poporos antropomorfos del Tesoro Quimbaya.

Había conocido esos artefactos en las fotos de las revistas especializadas. Y, también, en la población de Quimbaya, limítrofe con Filandia, donde sus artistas acuden a ese motivo iconográfico. Fue precisamente allí, en el paraje que inicialmente se conocía como La Soledad, donde los guaqueros saquearon las tumbas. Y, por eso, no es gratuito que en Quimbaya muchas representaciones artísticas tengan relación con los poporos antropomorfos del Tesoro Quimbaya. O que algunos de sus monumentos escultóricos sean alusivos a ese tema. En 1914, el paraje La Soledad se convirtió en el corregimiento de Alejandría y seguía perteneciendo a la jurisdicción de Filandia. Apenas en 1922 se erigió en municipio y sus pobladores decidieron nombrarlo con el topónimo Indígena de Quimbaya. Es notorio, entonces, que el sentimiento alrededor del hallazgo arqueológico se imponga, en conjunto con Filandia.

La consideración del tema relacionado con el Tesoro Quimbaya debe ser abordado desde el aspecto documental. Y es ese, precisamente, el tópico más desconocido. Por eso es necesario hacer un recuento histórico de lo que antaño se ha publicado de forma no profesional. Y, también, ahora, desde la perspectiva antropológica sobre tan importante temática.

De regreso a mi tierra quindiana, después de permanecer en la selva amazónica, en 1986,entré a laborar en el Museo Quimbaya de Armenia y allí amplié mi conocimiento sobre el  entonces  llamado estilo Quimbaya Clásico (hoy redefinido como Periodo Temprano del Cauca Medio).El hallazgo del Tesoro Quimbaya pertenece a esa etapa cronológica y por eso, en mi pueblo natal, ese tema era de regular conocimiento, sobre todo desde lo anecdótico, que ya mencioné en relación con las campanas del templo, y que  ahora podemos llamar la "historia popular del Tesoro Quimbaya".

Desde la primera década de 2000, la causa de repatriación del Tesoro Quimbaya ha estado abanderada por la Academia de Historia del Quindío, siendo ello un tema muy sensible entre los quindianos. Por tal razón se considera que es un abordaje necesario de la Quindianidad.

Pero mi mayor interés estriba en el abordaje simbólico de las piezas, especialmente los poporos antropomorfos. He sostenido que tales piezas corresponden al orden chamánico y que traslucen objetos que están en el plano de lo ceremonial. Es precisamente esa analogía, en referencia al ritual de la Amazonia, desde la cual se debe considerar esa dimensión. Debemos relacionarlo con lo que significa el patrimonio Inmaterial encarnado en los "Chamanes Jaguares del Yuruparí",la tradición que fue incluida en la Lista Unesco en 2011.Y así fue como se llevó tal planteamiento a la Corte Constitucional en 2017.O sea, las piezas del Tesoro Quimbaya se vinculan con el plano chamánico y ellas nos pueden retratar el modo de vida de una cultura que tenía una concepción muy ligada a la ecosofía (como tal lo abordan algunos autores para las comunidades del río Pira Paraná) y que también tiene en cuenta el antropólogo Gerardo Reichel Dolmatoff, en su obra "ORFEBRERÍA Y CHAMANISMO"(Villegas Editores, Banco de la República,2005).

El tema del Tesoro Quimbaya es importante para los quindianos, como uno de los que fundamentan el aspecto identitario. Pero también nos interesa el tema histórico, así como tampoco ignoramos el de la guaquería y los acontecimientos que sucedieron después de su hallazgo, hasta su regalo a la regente María Cristina en 1893, por parte del presidente colombiano.

No desconocemos el tratamiento que le ha dado España a esas piezas, que consideran un obsequio del gobierno colombiano en términos de lo que denota el cederlas como Estado. Tampoco desconocemos el excelente trato desde el estudio científico, metalúrgico, radiológico y de investigación que se ha hecho con los poporos del Tesoro Quimbaya. Prueba de ello es el libro que el Ministerio de Cultura de España y el Museo de América ("EL TESORO QUIMBAYA", Alicia Perea, Ana Verde Casanova y Andrés Gutiérrez Usillos, como editores científicos) publicaron en 2016. 

Muchos consideramos que, más que una exigencia de repatriación, debería agotarse, primero, el trámite diplomático.

Los siguientes son otros referentes documentales que los colombianos deberíamos tener en cuenta para apropiarnos del Tesoro Quimbaya como tema identitario:

 - En 1890, días después de su hallazgo, el italiano comerciante de piezas arqueológicas Carlo Vedovelli Breguzzo publicó un curioso catálogo, con el fin de ofrecer los poporos de oro y el resto de piezas orfebres en venta. Fue la primera vez que se le dio un nombre al hallazgo. Lo tituló Collection "Finlandia", pues pretendía dar a conocer lo "découverte dans deux sépulcres de la ville de Cartago (République de Columbia) en Noviembre de 1890", y tal cual lo anunciaba en francés para sus clientes. Era la primera vez que mi pueblo Filandia (por él llamado equivocadamente Finlandia) aparecía en un registro histórico que traspasara fronteras.

 - En 1924 se publica "RECUERDOS DE LA GUAQUERÍA EN EL QUINDIO"(Editorial de Cromos, Luis Tamayo & Co., Bogotá) y que publicara don Luis Arango Cardona, el guaquero fundador de La Tebaida, quien en varias páginas del libro menciona al hallazgo del Tesoro Quimbaya como el Tesoro de La Soledad.

 - En junio de 1992, el escritor Pablo Gamboa Hinestroza publica en la Revista Credencial Historia, fascículo no.30, su artículo titulado "EL PRIMER TESORO DE LOS QUIMBAYAS".

 - El mismo autor, años más tarde publica, con más documentación, el libro "EL TESORO DE LOS QUIMBAYAS, HISTORIA, IDENTIDAD Y PATRIMONIO”.

 - En el año 2003 se presenta el más completo compendio documental sobre el Tesoro Quimbaya. Se titula "EL TESORO DE LOS QUIMBAYAS.ESTUDIO HISTORIOGRAFICO Y DOCUMENTAL". Es una investigación de Carmen Cecilia Muñoz Burbano, becaria del Ministerio de Cultura, Universidad del Valle.

 - En 2010, se presenta el trabajo de grado "TESORO DE LOS QUIMBAYAS, LEGALIDAD DE LA DONACIÓN E IMPORTANCIA EN LA CREACIÓN DE LA IDENTIDAD QUINDIANA", de Felipe Arturo Robledo Martínez, para optar al título de abogado en la Universidad Nacional.

 - El mismo profesional publica, en 2014, en la Revista de Salud Pública de la Universidad Nacional, el artículo titulado "IDENTIDAD CULTURAL, SALUD Y ESTADO SOCIAL DE DERECHO. EL CASO: TESORO QUIMBAYA, QUINDIO, COLOMBIA".

Llama la atención que el abogado Robledo Martínez, junto con el presidente de la Academia de Historia del Quindío, el exgobernador Jaime Lopera Gutiérrez, fueron los defensores de la causa del Tesoro Quimbaya ante la Sala Plena de la Corte Constitucional en 2017.

 - En 2022, el académico Jorge Hernán Velásquez Restrepo presenta su trabajo de grado titulado "LOS QUIMBAYA.SUS POPOROS DE ORO Y SU COSMOGONÍA.POBLADORES DEL SUROCCIDENTE COLOMBIANO.SIGLO VI a. de C. a SIGLO VII d. de C.", para optar a la maestría de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla (España) y donde aborda el tema en mención.

Es recurrente, en los últimos años que ya, al Tesoro Quimbaya, se le haya dado la denominación de Colección Quimbaya. Ello se ha optado desde la oficialidad institucional para deslindar al hallazgo de la caracterización económica y comercial de sus piezas.

Pero un interesante artículo de la Academia Colombiana de Historia de 2023 ha querido denominarlo de manera diferente, la Colección Filandia. La siguiente es la referencia de dicha publicación:

 - "LA COLECCIÓN FILANDIA Y LA POSTURA DE LA ACADEMIA COLOMBIANA DE HISTORIA”. Por Armando Martínez Garnica, historiador y presidente de la Academia y Roberto Lleras Pérez, arqueólogo y Director de Publicaciones de esa corporación.

En conclusión, el tema del Tesoro Quimbaya, o Colección Quimbaya, o Colección Filandia, será siempre de actualidad.

 

Por Roberto Restrepo Ramírez.

Académico de Número / Academia de Historia del Quindío

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