Antecedentes de su travesía por la Amazonia.
La
vida y obra del boyacense Rafael Reyes, quien ocupó la Presidencia de la
Republica de Colombia a comienzos del siglo XX, ha sido expuesta en varias ocasiones
por quienes conocieron o investigaron sus papeles como militar, político y
estadista. Sin embargo, hay una faceta aventurera poco explorada en sus ejecutorias
y que nos hemos sugerido a presentar con el propósito de ir encontrando
testimonios de aquellos personajes de nuestra historia que han cumplido tareas
distintas o complementarias a los objetivos políticos que se habían dispuesto a
asumir[1].
El
libro de Eduardo Lemaitre[2]
es, desde cualquier punto de vista, quizás la biografía más acertada de Reyes y
a ella acuden todos los interesados en conocer las actuaciones de este
compatriota. Indalecio Liévano Aguirre[3],
otro de los mejores biógrafos de nuestra historia, toca de manera muy tangencial
a Reyes en su biografía de Rafael Núñez no obstante la cercanía política de
ambos como se comprueba en la eficaz acción alcanzada por Reyes al debelar una
rebelión panameña cuando Núñez lo mandó como militar a cumplirla y cuando nadie
daba un peso por esa operación.
Nacido
en Santa Rosa de Viterbo en 1849, Reyes inicialmente tenía una vocación
viajera, muy interesado en conocer nuevos aspectos de su país y hallar en esos
nuevos hallazgos algunas oportunidades que, como negociante, le podrían
interesar a su familia. Fue así como encontró, en su alianza con sus hermanos Néstor
y Enrique, la posibilidad de conocer los territorios al sur del país que le
atraían por diferentes razones. Y así lo hicieron: fueron desde Boyacá hasta el
Estado del Cauca en un trayecto bastante largo y de varios días; el solo
tránsito desde Santa Fe hasta Ibagué y luego por el Camino del Quindío les
debió tomar un tiempo considerable hasta Cartago y Cali. Aunque su hermano
mayor Enrique ya tenía en Popayán una exitosa casa comercial, entre todos
reabrieron en el Cauca la empresa "Elías Reyes & Hermanos" la
cual se dedicó a exportar la quina a Europa, para el tratamiento
de la malaria, llevándola
al exterior desde las inhóspitas selvas del sur. Rafael apenas tenía 35 años.
Los Hermanos
habían escuchado rumores sobre las riquezas botánicas y las tierras feraces del
Putumayo hacia abajo, y Popayán era la ciudad colonial más propicia para
emprender las expediciones con miras a ver las potencialidades del Rio
Putumayo, el Amazonas y los ríos adyacentes al Perú que conducían al Brasil y
Paraguay. No obstante, después de sus grandes exploraciones, de fundar pueblos
y descubrir ríos en las selvas Amazónicas de Brasil, Perú, Ecuador y Colombia, el
emporio comercial de los Hermanos Reyes comenzó a declinar en 1884: perdieron
varios barcos fluviales, los acreedores los acosaban sin piedad, y muchos de
sus trabajadores murieron por efecto de las enfermedades y la emigración. Y lo
peor que pudo pasar fue que su hermano Elías, el mayor, falleció de un infarto,
a Enrique lo acabó la fiebre amarilla y el menor, Néstor, fue devorado por
indígenas antropófagos huitotos en plena selva del Amazonas. Ante tales
tragedias, y la caída del precio de la quina en los mercados del exterior, la
empresa desapareció.
La Presidencia y sus desarrollos.
Desde
1880 Reyes ya estaba en la política al lado del partido conservador de Núñez y
daba muestras de ser un abanderado de las ideas del cartagenero hasta ganarse
la voluntad y admiración de éste. En efecto, en 1886 Reyes fue uno de los
principales delegatarios (a los 37 años de edad) para elaborar la Constitución concebida
por Miguel Antonio Caro, pero un tiempo después Núñez abonó su desempeñó y
lealtad al punto de haberlo designado para desempeñar funciones en el ejecutivo
como Ministro de Fomento en 1887. A los 50 años de edad, mientras estaba en
Paris como diplomático, se inició la guerra de los Mil Días donde Reyes participó
marginalmente pues en 1901, en plenas hostilidades, viajó a ciudad de México
con el objeto de presentar los resultados de sus exploraciones en el Amazonas
en la Conferencia Panamericana reunida en ese país en dicho año, cuyas
conclusiones veremos más adelante. Apenas frisaba los 52 años.
Reyes
vivió en parte la etapa del radicalismo liberal que fragmentó la República. Con
frecuencia se oye decir que los Estados Unidos de Colombia, como fue la
denominación de nuestra Constitución desde 1863, no se hizo por una necesidad
nacional sino por la tendencia a imitar a los EEUU; esa fue la denuncia de Núñez
para invocar la necesidad de hacer la nueva Constitución, la de 1886 que, según
Núñez representaba mejor la idiosincrasia de los colombianos[4].
Mediante esta iniciativa, Núñez venció al Partido Radical y al mismo tiempo
demolió el poder militar de los Estados Soberanos existentes logrando así la
unidad del país al terminar con el fuerte Federalismo que se había instaurado
con Mosquera.
Por
sus realizaciones, Rafael Reyes alcanzó una enorme preeminencia en las filas
del partido conservador hasta llegar a la primera magistratura del país en el
quinquenio 1904-1909. Sus tareas como Presidente fueron muchas, en particular
cuando se deslindó del conservatismo y le dio ciertas garantías a los liberales
de la época como la ley de minorías que le hizo un favor al liberalismo y dio
origen al famoso atentado de Barrocolorado en 1909 cuando el carruaje donde iba
con su hija fue atacado por sicarios que no le perdonaban lo que llamarían sus
desfavores hacia conservatismo.
La idea de un gobierno
fuerte.
En
algún momento de su gobierno, Reyes comprendió que Colombia necesitaba un
“gobierno fuerte” y sus seguidores le complacieron[5].
Esa actitud fue el precedente de los famosos cinco años de una dictadura que le
adjudicaron para calificarlo como déspota[6],
independientemente de sus creencias acerca de la necesidad de desmontar las
poderosas elites regionales que amenazaban la unidad nacional, al decir del
jurista Jaime Castro, y romper las barreras burocráticas para hacer una buena
gestión. En verdad, Reyes era un abanderado de la autonomía departamental en lo
relativo a las rentas y las contribuciones de los Estados, una posición
conservadora que contradecía con la idea del total centralismo administrativo
para consolidar la unidad política del país como lo proclamaba Nuñez.
Fue
así como Rafael Reyes prosiguió los lineamientos del Presidente Núñez quien
hablaba de “centralización política y descentralización administrativa”[7].
Pero, al contrario del cartagenero, Reyes era un hombre de acción, “enérgico,
frío, dueño de una gran simpatía, amigo de cultivar a sus conciudadanos,
adversario de la política de partidos…amigo de posiciones intermedias, de los
justos medios, de las transacciones a tiempo, buscando siempre situarse en
donde el acuerdo fuera mayor y la discusión mínima”[8].
Estos atributos de su personalidad le permitieron adelantar muchos proyectos
donde su capacidad negociadora le dio bastantes satisfacciones.
En razón de su capacidad negociadora, en 1904 Reyes
lanzó su programa de “Paz y Conciliación” que, para algunas personas, fue la
entrada de Colombia en el siglo XX. Por ello mismo llamó a colaborar al
liberalismo con dos ministerios y, posteriormente, los dos jefes liberales
Herrera y Uribe Uribe, entraron a participar en puestos diplomáticos. Pero
además durante el mandato del general Rafael Reyes (1904-1909) se fortalecieron
las operaciones de los ferrocarriles a lo largo y ancho de la República, en
especial gracias a los recursos provenientes de la indemnización pagada por el
gobierno de los EEUU al gobierno colombiano por los derechos que nuestro país
tenía en la zona del canal de Panamá. Ello conllevó al impulso del
financiamiento estatal para la inversión pública en caminos, carreteras y
ferrocarriles y un significativo impulso a la industrialización del país.
Su contribución empresarial.
En
efecto, Reyes estimuló la industrialización antioqueña dando un notorio impulso
al espíritu empresarial de esa región, cosa que combinaba perfectamente con su
propia vocación como emprendedor. Por lo tanto percibió la importancia del café
y, por ejemplo, habilitó la idea de disminuir el periodo que va de la siembra a
la cosecha a objeto de que se pudiera planear una mayor exportación con las divisas
atrayentes en la época. Esas razones lo empujaron a mejorar las condiciones
para crear la red de ferrocarriles y carreteras, pensando en hacerlas óptimas
para las exportaciones del país. Con su apertura a la inversión extranjera,
otro de sus logros, se facilitó la llegada de las exportadoras de banano que se
instalaron en la costa atlántica. Su énfasis en la educación cívica y en la
enseñanza de la historia son antecedentes muy valiosos que deben ser rescatados
en la actualidad.
Reyes y la II Conferencia Panamericana de México.
El
libro A través de la América del Sur”[9]
fue publicado en 1979 por la Flota Mercante Grancolombiana. Trabajaba en esta
empresa cuando conocí el libro y pude enterarme así de la expedición que los
hermanos Reyes (Rafael, Néstor y Enrique) habían hecho unos años antes en la hoya
amazónica y la del rio Paraná, en parte para destruir la leyenda de que unas
cadenas montañosas impedían la comunicación entre las tres cuencas hidrográficas
de la América del Sur, a saber, la del Orinoco, la del Amazona y la del rio de
La Plata.
Theodore
Roosevelt, presidente de los Estados Unidos, ya había visto, en artículos publicados
en el “New York Herald”, las aventuras de Reyes en la cuenca amazónica –desde
el Pacífico al Atlántico, “en los inmensos territorios que riegan el Amazonas y
sus afluentes, y el Paraná y los suyos” (A
Través de la América del Sur, página 17)-- y quiso conocerlo en persona cuando
el colombiano pasaba hacia la Conferencia mexicana. Las exploraciones iniciadas
por Reyes y sus hermanos se relacionaban “íntimamente con el proyecto del
Ferrocarril Intercontinental” (A Través…, pág.
18).
He
aquí explicado, a sus cincuenta años, el sueño formidable del general Rafael
Reyes: un ferrocarril que uniera a Alaska con la Patagonia, según se deduce del
documento presentado en México e ilustrado con un mapa elaborado por los mismos
hermanos y que por primera vez se conoce en un libro gracias a la edición de la
FMG. Estudiando tales páginas, publicadas en español, inglés, francés y alemán,
el mismo expedicionario se compara con los viajes de Livingston y Stanley en
África, 25 años atrás, las cuales terminan perfilando una red de ferrocarriles
de mucha importancia para ese continente. Es así de enorme la imaginación de
nuestro personaje quien, como señalábamos, muy pocos años después sería elegido
como Presidente de la República durante un fructífero lustro.
La
historia del mencionado Informe comienza por hablar de los diez años pasados en
esa región amazónica por toda la familia, sin detalles de la boda de Rafael con
una caucana en Popayán. Poco a poco Reyes va narrando sus experiencias desde
que salieron de Pasto, atravesaron la Cordillera de Los Andes (12 mil pies
sobre el nivel del mar), cruzando un grupo de páramos y sabanas con la guía de los
conocedores locales, en alpargatas, con una sola brújula, con machetes y
cuerdas para sortear las quiebras de la cordillera. Cuarenta y cinco días
después la expedición había quedado reducida a solo seis personas pues en el
camino perdieron, por diversas razones, a varios portadores y guías. Al
terminar una planicie calurosa, 30 grados C, los expedicionarios llegaron a los
confines de la tribu de los Mocoas y allí mismo bautizaron el rio ―llamado “aguas claras” en el idioma
Siona―, con el apelativo de Putumayo[10].
Prosigue
la narración del Informe a los delegados de la Conferencia de México con el
relato que hace Reyes del poblado “La Sofía” (fundado por los expedicionarios con
el nombre de su esposa) donde comienza otra parte del viaje: allí abordan un
vapor de 5 pies de calado que los conduce rio abajo mientras van dando cuenta
de las particularidades de esa selva representadas en arboles de caucho, de
cacao, zarzaparrilla, tagua (o marfil vegetal), ipecacuana y diferentes plantas
medicinales que se avistaban desde el buque. Pero, por el mismo recorrido,
llegaron a la tribu de los Mirañas quienes, siendo antropófagos, les ofrecieron
a los viajeros carne humana de sus enemigos en la región, los Huitotos. El jefe
de esta tribu, apellidado Chua, les proporcionó a Reyes y sus compañeros una
canoa grande y diez robustos indígenas para seguir el viaje por la Amazonia
pues ya la posibilidad de un buque era muy difícil.
El descubrimiento del rio Putumayo.
Al
salir de Pasto atravesando la cordillera, y descendiendo por el Putumayo, el
grupo de Reyes llegó hasta el rio Amazonas después de recorrer, según su
versión, 1.400 millas por este rio hasta la desembocadura del Amazonas en el
océano. Seis meses después de dejar atrás a los pastusos, recalaron en el
puerto de Iquitos y por allí mismo arribaron a Pará, una estación previa a Rio
de Janeiro donde, después de ser recibidos con alborozo por la población de
esos sitios, fueron acogidos por el mismísimo Emperador del Brasil, Pedro II,
en el Palacio de San Cristóbal, con quien Reyes sostuvo una larga y animada
conversación en francés. Allí en Rio, Reyes permaneció –según la relación de su
viaje, página 23— un par de meses y durante ese tiempo hizo contacto con notables
exploradores de la época tales como el botánico Raimundi y el inglés Alfred
Simpson.
De
regreso a Colombia, y por cerca de dos meses subiendo por el rio Amazonas, lo Hermanos
Reyes lo hicieron en el vapor “Tundamá”, comprado por ellos para aprovisionarlo
a efectos de llegar al puerto fluvial de La Sofía, denominado así por el nombre
de la esposa de Rafael Reyes, como culminación de este extenuante recorrido. Durante
esta travesía pasaron por los mismos territorios indígenas, hallaron terrenos
fértiles entre 18 y 22 grados C y pudieron constatar que por allá se producía
“café de superior calidad”, además de terrenos abundantes en oro, hierro,
plata, cobre, hulla y otros minerales (página 25). Pero en otro lugar del Informe
que comentamos como ponencia a la Conferencia Panamericana de 1901, el General
Reyes reseña (página 26), en un párrafo revelador, su conocimiento de la existencia
del tesoro de los indios quimbayas que, confiesa el político y explorador, fuera
regalado sin contraprestación alguna por su colega conservador, Carlos Holguín,
a la Reina de España!
La propuesta de Rafael Reyes a la mencionada
Conferencia finalmente la describió así: si a las 15.000 millas de navegación
fluvial (que él registra por vez primera) “se agregan las 10.223 millas del
Ferrocarril Intercontinental, resultaría un total de 25.223 millas, y es fácil
calcular el inmenso desarrollo industrial y comercial que produciría para pagar
ampliamente el capital que acometiera la obra de la Intercontinental” (página 33). De esta rotunda afirmación Reyes
de inmediato deduce que no sería “una hipérbole llamar al Amazonas como el Mediterráneo
americano”.
El respaldo americano
Al término
de la Conferencia americana se aplaudió la ponencia de Reyes y, a continuación,
allí mismo se decide aprobar una Resolución que le da vida a la propuesta del
ferrocarril intercontinental como un compromiso total de los gobiernos de
entonces, representados en esa reunión, a objeto de poner en marcha la iniciativa
del colombiano.
Entre
los firmantes de la Resolución estaban W. Buchanan, un diplomático
norteamericano quien, en la firma de la Resolución de apoyo al trabajo de
Reyes, ya figuraba (inexplicablemente) como Primer Ministro de Panamá; Augusto
Mette, diplomático chileno; Charles Pepper, un escritor del libro “Guatemala,
país del futuro”; Fernando Guachalla, boliviano; Volney Foster, amigo personal
del presidente Theodore Roosevelt; Lorenzo Amadon, un argentino que rechazaba
el proteccionismo de los EEUU; Cecilio Baez, expresidente masón del Paraguay;
J. N. Leger, ex canciller haitiano; Juan Cuestas, expresidente de Uruguay; J.
B. Calvo, político costarricense; y Emilio Bello, chileno, exembajador en
México y por cierto nieto del afamado Andrés Bello. Toda una pléyade de
funcionarios y políticos de America Latina que se habían reunido en la
Conferencia mexicana para velar por los destinos de Sudamérica, paradójicamente
en la misma época en que Colombia estaba perdiendo una rica porción de nuestro
territorio con el acicate de los Estados Unidos.
Epílogo.
En este
largo episodio de la vida de Rafael Reyes, como aventurero y explorador de
tierras desconocidas, hace evidente reconocer que su actitud emprendedora llegó
hasta su gobierno y de allí que se puedan inventariar muchas realizaciones
durante el Quinquenio durante el cual gobernó a Colombia. La idea de la vía
intercontinental nunca pasó a mayores, y poco hizo Reyes por ella durante su
propia administración en razón a los enfrentamientos políticos que debió
afrontar mientras se decidía a fragmentar al país, como lo hizo en 1905 cuando
se creó el Departamento de Caldas segregado de Antioquia, del Cauca y del
Tolima, principalmente.
En
1904 se presentó un enfrentamiento entre los propósitos de Reyes de reintegrar
la Republica en nueve Departamentos en tanto que Uribe Uribe proponía una división
en 15 secciones, aduciendo que “tan inadecuada es la autoridad central para
manejar intereses locales como las autoridades locales para manejar intereses
generales”[11].
Este debate termino con ley 1 de enero de 1909 que creó treinta y cuatro
departamentos, incluyendo a Panamá, más el territorio del Meta y el Distrito
Capital. El departamento de Cartago nació muerto como tal, porque a los 26 días
se suprimió y su territorio se incorporó al departamento de Manizales[12].
En 1909 el expresidente Rafael Reyes se retiró
de la política, se exiló durante varios años y regresó en 1919 a su casa en
Bogotá donde falleció en 1920. Paralelamente a su vida como político y
legislador, Reyes fue un hombre de negocios que defendía ese papel como prueba
de la necesidad de embarcar al país en proyectos enormes y ambiciosos. Una buena
prueba de esas intenciones, en mucha parte utópicas, pueden acreditarse con su
expedición al Amazonas y el Putumayo, donde perdió a sus hermanos, y la cual que
ha sido descrita anteriormente en torno a un libro escaso que este servidor
recuperó en alguna ocasión de su vida.
No
obstante, aún estamos en mora de registrar más extensamente el papel de Rafael
Reyes como empresario en el eje cafetero cuando se incorporó, al parecer por
invitación de sus amigos vallecaucanos, a la Concesión Burila como accionista
de la misma. Los vallecaucanos y manizaleños que fundaron la sociedad Burila le
dieron un papel importante en esa sociedad colonizadora (e inmobiliaria) que se
había fundado en 1884 y trajeron a ella como socios a varios políticos que
respaldaran la empresa y porque el inmenso territorio en el Valle del Cauca y
en el Quindío, especialmente, emanado de dicha Concesión, le otorgaba pleno
respaldo a los inversionistas que acompañaran ese negocio.
Prueba
de ello es la lista de accionistas de la empresa Burila que nuestra
historiadora Olga Cadena reveló así: “Además de las figuras públicas como los
presidentes Rafael Reyes (1904-1909), Manuel Antonio Sanclemente (1898-1900),
el General Eliseo Payán (P.e. 1887-1888), el General Ezequiel Hurtado (P.e.
1884), el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Lucio Antonio Pombo, y
los gobernadores del departamento de Caldas, Daniel Gutiérrez Arango
(1926-1930), el General Pompilio Gutiérrez (1918-1923) Alejandro Gutiérrez
(1905-1909), Marcelino Arango (1909), entre otros, la empresa estuvo
constituida por figuras locales como Heraclio Uribe Uribe, empresario y
fundador de poblaciones como la actual Sevilla-Valle. Se destaca que algunos
extranjeros como Santiago María Eder hubiesen ofrecido hasta $64.000 pesos por
la compra de acciones en la empresa”.[13]
Nota: Foto tomada de Colombia.com
Octubre, 2021
Jaime Lopera Gutiérrez
Academia de Historia del Quindío - Académico de Número 2
BIBLIOGRAFÍA
A través de la América del Sur. Exploraciones de los Hermanos
Reyes. Trabajo
presentado en la II Conferencia Pan-americana reunida en México, por el General
R. Reyes, delegado de Colombia. Una publicación de la Flota Mercante
Grancolombiana. Versión trilingüe. Prólogo de Juan Coronel. Litografía Arco,
Bogotá, 1979.
Cadena,
Olga. Procesos de Colonización en el Quindío: el caso Burila 1884-1930.
Tesis de Maestría, Universidad Nacional, Bogotá, 1983.
Compendio de Biografías Colombianas. Panamericana Editorial, Bogotá,
1995.
Lemaitre, Eduardo. Rafael Reyes. Biografía de un Gran
Colombiano. 4ª Edición, Banco de la República. Impreso por Editorial
Iqueima, Bogotá, 1981.
Liévano Aguirre, Indalecio. Rafael Nuñez. Intermedio Editores, Bogotá, 2002.
Motta Vargas, Ricardo, Ordenamiento Territorial en el Quinquenio de
Reyes; Ediciones Doctrina y Ley Ltda., Bogotá, 2005.
Ricardo Sanchez, en su
libro sobre el poder y los constituyentes en la historia colombiana
(Universidad Nacional, s.f.),
Uribe Uribe, Rafael. División Territorial (discursos).
Imprenta de El Porvenir, Bogotá, 1909.
[1] Esta faceta del
estadista boyacense fue fruto de la idea exitosa de escribir “entrevistas
imaginarias” a los personajes de la historia con el propósito de estimular así
la atención de los escolares.
[2]Lemaitre, Eduardo.
Rafael Reyes, Biografía de un gran
colombiano. Editorial Iqueima, Bogotá, 1951. Lemaitre Román (Cartagena 1914-1994) fue un notable historiador,
escritor, periodista y político colombiano quien en alguna ocasión trabajó como
embajador ante la Unesco.
También se conoce un libro suyo, Epistolario
de Rafael Núñez con Miguel Antonio Caro, publicado en 1977; y un conocido
texto sobre Panamá y su separación de
Colombia, impreso en 1971.
[3] Liévano Aguirre,
Indalecio. Rafael Núñez. Intermedio
Editores, Bogotá, 2002.
[4] Liévano Aguirre, página 254.
[5] En el Concejo de Gomez Plata, municipio de Antioquia, se aprobó entonces
una proposición que fue acogida por otras entidades territoriales. Decía: “El
general Reyes debe mandar mientras viva y en caso de muerte sus huesos deben
ser embalsamados en palacio para terror y espanto de sus enemigos”. Algo muy
similar se alcanzó a vivir en este país durante la década pasada.
[6] El profesor Ricardo Sanchez, en su libro sobre el poder y los
constituyentes en la historia colombiana (Universidad Nacional, s.f.), señala
que el régimen del Quinquenio “fue claramente bonapartista y cesarista”. En ese
Quinquenio se querían sepultar las tendencias federalistas y neutralizar a los
partidos para evitar una segunda guerra como la de los Mil Días.
[7] Formula en verdad de Tocqueville y que luego Reyes recogió como
“menos política y más administración” –lema que por la misma época solía ser
utilizada por el mexicano Porfirio Díaz quien fue reelegido 7 veces con dicho eslogan.
Cfr.: Motta Vargas, Ricardo, Ordenamiento
Territorial en el Quinquenio de Reyes; Ediciones Doctrina y Ley Ltda.,
Bogotá, 2005.
[8] Liévano Aguirre, pagina 257.
[9] A Través de la América del Sur. Exploraciones de los Hermanos Reyes. Trabajo
presentado en la Segunda Conferencia Internacional
Americana, México, reunida en
México, 1901-1902. por el General Rafael Reyes, delegado de Colombia. Una
publicación de la Flota Mercante Grancolombiana, Bogotá, 1979.
[10] No obstante esta
clase de peligros, Reyes decía que “debemos reconocer que durante diez años
hicimos exploraciones en el Putumayo, en el Amazonas y en sus afluentes y nunca
fuimos atacados por los salvajes…”. Sin embargo, más adelante confiesa:
“nuestro hermano menor Néstor fue devorado por los antropófagos del Putumayo, y
pagó así con su vida, en plena juventud, su amor al trabajo y al conocimiento y
progreso de la América”. (A Través…
página 21).
[11] Uribe Uribe, Rafael.
División Territorial (discursos).
Imprenta de El Porvenir, Bogotá, 1909.
[12] Motta Vargas, óp.
cit., pagina 37 y ss.
[13] Cadena, Olga. Procesos
de Colonización en el Quindío: el caso Burila 1884-1930. Tesis de Maestría,
Universidad Nacional, Bogotá, 1983. Por la compra de cada acción, el socio
obtenía el derecho exclusivo sobre un lote de 100 fanegadas y gozaba de las
facilidades ofrecidas para su cancelación. Del total del paquete accionario,
los hermanos Caicedo (principales accionistas) se reservaron 400 como parte del
pago del terreno vendido, los 600 restantes se dejaron para los otros socios.
0 Comentarios