Ilustre patricio, empresario y dirigente colombiano nacido el 5 de enero de 1903 en la inspección de la Unión, Antioquia, fallecido el 11 de abril de 1994 en la ciudad de Cali, sus padres Miguel Antonio Botero Bernal y Amalia Londoño Londoño, oriundos de La Ceja y Rionegro respectivamente, en dicho hogar nacieron 14 hijos: Matilde, Crisanto, Laura, Teresa, Genoveva, Efraím, Braulio, Emma, Ofelia, Dalila, Gabriela, Eutimio, Néstor y Lida. 9 hijos nacieron en La Unión y 5 en Circasia, Quindío.
Braulio recibió
su formación inicial hasta quinto de primaria en el colegio que regentaban
Julio y Lázaro Echeverri, excelentes educadores de Circasia y conocidos
paladines del radicalismo liberal, por esta razón el colegio fue cerrado y los
estudios de Braulio en academia oficial no continuaron, por fortuna recibió el
maravilloso influjo pedagógico de su tío Santiago Londoño Londoño, eminente
médico formado en Europa, primer radiólogo del Viejo Caldas y vigoroso
dirigente radical, además la influencia decisiva de Ramón Jaramillo —señor
padre del escritor Euclides Jaramillo Arango— y, a través de los años,
desarrolló una vasta actividad de lector autodidacta, con nutridas bibliotecas
personales que consultó a lo largo de su existencia.
Saga familiar.
John Jaramillo Ramírez, historiador y dirigente cívico de excelsas condiciones —sobrino-nieto de Braulio— escribió un valioso ensayo sobre el notable patricio[1] que dice: “(…) para esta época, de la cuantiosa fortuna que había comenzado a amasar desde mediados del siglo XVII Don Juan José Botero Mejía, ya era muy poco lo que quedaba. Enamorados de la libertad y de las ideas liberales, no dudaron nunca en combatir por sus ideales, comenzando por el comandante José María Botero Villegas, quien participó en la gesta libertadora y en 1829 entregó sus caudales y ganados al general Córdoba, con quien estuvo desde el mismo instante de su grito de rebeldía hasta la trágica hora del Santuario (…)”.
Por esas
difíciles circunstancias de sus antepasados, Don Miguel resolvió liar bártulos
y dejar atrás su bella tierra antioqueña, primero quiso buscar fortuna en el
sureste para finalmente viajar al Quindío donde vivían algunos de sus hermanos;
en el camino se enfermó su esposa Amalia en Circasia y en la ciudad libre, fijó
su residencia finalmente.
Comerciante y ganadero.
A los 13 años y en compañía con su padre, montó el Almacén de Pueblo en Circasia, con mucho éxito, posteriormente en los años treinta La Voz de Armenia, situada para la época en la carrera 13 con calles 19 y 20 ; la Droguería Colombiana, con sede donde hoy funciona el Banco de la República, famosa por las importaciones directas de Estados Unidos y porque por primera vez se organizó el servicio de domicilio; la agencia general de loterías; en Barranquilla con su primo Darío Álvarez Londoño, la Distribuidora Caldas, que comerciaba productos de la ILC, y el mismo negocio con su hermano Eutimio en Popayán. Después de 1940 fue gerente de Bavaria en Armenia y logró la construcción de la hermosa fábrica, donde hoy funciona un centro comercial.
Merced a los buenos réditos del comercio, dedicó sus esfuerzos de notable empresario a la ganadería, inicialmente con su hermano Crisanto y más tarde solo, un oficio que le apasionó. Adquirió tierras valiosas, entre ellas la Amalia, en las goteras de Cali, bordeando el río Cauca, y Dinamarca, entre Puerto Tejada y Santander de Quilichao, con su primo Braulio Londoño y más tarde de su propiedad y desde luego en las cercanías de Circasia.
Contrajo
matrimonio con la distinguida dama manizaleña Luisa Jaramillo Restrepo en marzo
de 1951, 2 hijas: Amalia y María Luisa, ambas educadas con excelente formación
superior; Amalia con 3 hijos y María Luisa, igualmente 3.
Libertario de carácter y convicción
Formado en las ideas radicales levantó su voz contra la opresión desde la adolescencia y durante su vibrante periplo vital sufrió persecución y cárcel. Inicialmente, por ser el vocero en el Quindío de la conspiración del general Cuberos Niño de Cúcuta contra el presidente Pedro Nel Ospina Vásquez en 1922; en 1928 cuando la policía pretendía disolver una manifestación a favor de la dirigente María Cano; en 1929, ante la detención y atropellos en Armenia contra Valeriano Cano y su familia y, finalmente, cuando inició la construcción del Cementerio Libre de Circasia, contra la cerrada oposición de algunos sectores retrógrados de la iglesia.
Desde 1930 asumió con verticalidad su apoyo al partido liberal siendo concejal de Circasia, diputado a la asamblea de Caldas por varios periodos y presidente en 1935, en asocio del coronel Carlos Barrera Uribe, con quien tuvo una amistad cercana, además secretario de Hacienda del gobernador Jorge Gartner, secretario de Educación y de Gobierno.
En 1940 en
calidad de suplente de Alfonso López Pumarejo asistió a la Cámara de
Representantes y fue cercano al notable dirigente de la revolución en marcha y
de Eduardo Santos. En su vida fue un luchador incansable por las ideas
liberales. En esa condición fue nombrado alcalde de Armenia y se posesionó el 1
de enero de 1934, con resultados altamente plausibles como solucionar una
huelga de choferes, impulsar la fundación de la Cámara de Comercio, la creación
de la Contraloría Municipal, la Oficina Municipal de Fomento Agrícola,
pavimentar varias vías y además iniciar la canalización de la Quebrada Armenia
y la Telefónica Municipal; más tarde fue personero de la ciudad. Recuérdese que
Don José Jaramillo Vallejo fue también personero, recomendado por los jefes
liberales coronel Carlos Barrera Uribe y Braulio Botero Londoño.
La fraternidad masónica
Por sus lecturas,
la influencia de su tío Santiago Londoño y su carácter radical, ingresó a la
Logia Libres de Caldas, número 17 de Pereira, donde muy pronto alcanzó el grado
tercero; es dable señalar que la masonería es una institución filosófica,
fraternal, libertaria, humanista, con símbolos, jerarquía organizativa y con
influencia histórica universal. Sobre Botero Londoño dice el historiador John
Jaramillo: “(…) posteriormente, ya radicado en Armenia, se vincula a la logia del
Quindío número siete Valle de Armenia (…) por muchos años permaneció Braulio en
el grado tercero y después fue alcanzando todas las demás dignidades, como gran
Elegido Caballero Kadosh del Águila Negra y Blanca en 1986; Sublime Príncipe
del grado 32, Rito Escocés en 1987 y en 1988 le confieren el título más alto de
la masonería, que es el grado 33(…)[2]”.
Cementerio Libre de Circasia.
Movido por la
negativa de darle cristiana sepultura al conocido espiritista Don Valerio
Londoño, decidió en terrenos donados por su padre, construir un cementerio
libre para todos los ciudadanos sin ninguna exclusión; en su primera tentativa
con el apoyo de mujeres y ciudadanos, fue apresado como dijimos, pero continúo
con su proyecto y en 1930 con el ascenso al poder del liberalismo, el concejo
municipal aceptó la solicitud encabezada por Braulio; se organizó una junta
pro-cementerio libre y comenzó la construcción de la obra por los ingenieros
Juan de Dios Villegas, Miguel Varón y Manuel Buriticá; el 25 de septiembre de 1933
se inauguró la obra con celebraciones municipales, pero con los años sufrió
dicho monumento daños y persecuciones, hasta el año de 1972 cuando es
remodelado y restaurado por los conocidos ingeniero Héctor Jaramillo Botero y
el arquitecto Eduardo Burgos Uribe, bajo la égida de la Fundación Cementerio
Libre de Circasia, presidida por el gran patricio.
Condecoraciones.
El 14 de mayo de 1988 Orden del Café otorgada por el gobierno del Quindío; en un acto multitudinario, la ciudad de Armenia le entregó el 30 de septiembre la Gran Cruz del Centenario; en 1992 el Batallón Cisneros le impone la Orden Torre de Castilla; el 16 de enero de 1993, en su segunda administración, el gobernador Mario Gómez Ramírez le otorga la Orden del Quindío en el grado de gran Caballero y la alcaldesa Alba Estella Buitrago, en ese mismo año, el 14 de octubre la orden de Los Fundadores. Recibió múltiples reconocimientos de las diferentes logias y de otras instituciones.
Viajero
incansable, en 1951 después de su matrimonio recorrió Estados Unidos y Europa y
fijó su residencia hasta 1956 en la ciudad suiza de Lausana; formidable adalid
de la libertad y del pensamiento liberal, como bien lo señaló el escritor
colombiano Gustavo Álvarez Gardeazabal: “Alumbró cual antorcha vibrante, el
tortuoso camino de la libertad”.
La vida y obra de
Braulio Botero Londoño fue extraordinaria y un ejemplo vivo de dignidad y
consistencia personal: luchador de todas las horas, nunca declinó sus ideas y
fue inmensamente laborioso en sus tareas de empresario audaz; esta semblanza
apenas esboza las líneas generales de una vida eximia que entrego a las nuevas
generaciones y a los lectores, con el apoyo estupendo del historiador John
Jaramillo Ramírez. Braulio un hombre cuya gesta brillará por años, su memoria
simbolizará libertad para siempre.
Gabriel Echeverri
González
Academia de
Historia del Quindío – Académico de Número 1
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