Quindio: arqueología e historia

El Museo Arqueológico del Quindío fue creado por la ley 53 de 1959, adscrito al Instituto Colombiano de Antropología; en 1965 se trasladó como dependencia de la Universidad del Quindío, y fue inaugurado el 1° de julio de 1967, primer aniversario de la fundación del departamento. 

Cuando llegué a Armenia en 1969 como gerente del Banco Popular, llevaba la misión de buscar contactos para obtener que la entidad administrara el museo, dentro del programa que adelantaba el presidente de la institución, Eduardo Nieto Calderón, para preservar los elementos culturales de las etnias aborígenes, labor iniciada en la Casa del Marqués de San Jorge, en Bogotá, donde se guardaban más de 10.000 piezas de diversas civilizaciones.

En 1972 se firmó entre el rector de la Universidad del Quindío, Camilo Hadad Salame, y el Banco Popular un contrato de fideicomiso mediante el cual el banco pasó a manejar la colección quimbaya, representada por cerca de 2.000 piezas. Para dicho fin fueron adaptados, a título gratuito, los pisos 7 y 8 del moderno edificio construido en la calle 21 por Fajardo Molina Hermanos, que fue inaugurado en 1973.

Además de la exhibición del tesoro quimbaya en la sede bancaria, labor que se ejercía incluso los días de fiesta, el museo se convirtió en una gran sala cultural donde se dictaban conferencias, se presentaban libros y se ofrecían diferentes actos de interés general. Otra idea fue la de reeditar la obra Recuerdos de la guaquería en el Quindío (1924), de Luis Arango Cardona, pero este plan no se pudo concretar.

Como directora del museo continuó Marina Cadavid Hernández, dama versada en esta materia y poseedora de exquisitas calidades personales, cuya presencia en el nuevo programa se prolongó por más de 10 años, hasta que el museo regresó a la universidad. En aquella ocasión, ya había dejado yo la gerencia regional del banco.  De ese hecho vine a enterarme años después, y lamenté, por supuesto, el final de aquella realización en la que habíamos comprometido entusiastas empeños como aporte a la cultura departamental.       

El 23 de mayo de 1980 fue fundada la Academia de Historia del Quindío por 9 eminentes quindianos, la que entró a ejercer ponderada labor en la investigación, el estudio y el enaltecimiento de los sucesos y de las personas que han contribuido al progreso regional. Los pueblos no llegan al deseable grado de civilización sino en virtud del esfuerzo colectivo y del liderazgo de quienes forjan el desarrollo de la sociedad. El objetivo de esta academia es, por supuesto, mantener la memoria y las tradiciones de la comarca, con miras a realzar la identidad propia.

La inauguración de la academia se realizó en el Museo Arqueológico del Quindío, y a ella asistieron distinguidas personalidades, como Volney Toro, gobernador del departamento, y el obispo Libardo Ramírez Gómez. Integraron la primera junta Jesús Arango Cano como presidente, Jaime Lopera Gutiérrez como vicepresidente y Alfonso Valencia Zapata como secretario. Meses después ingresaron 4 miembros correspondientes, entre ellos Marina Cadavid, la directora del museo.

Es importante destacar el hecho de que esta dama laboriosa figuró como actora en ambas organizaciones, dadas sus particulares dotes como persona culta y con alta vocación de servicio a la comunidad. Fue mi gran colaboradora cuando dirigimos el museo, y dejó rastro en la actividad cultural de la región. Se me perdió de vista hace 38 años, cuando volví a Bogotá.

Pasado el tiempo, pregunté varias veces por ella, y nadie me dio razón sobre su vida. Alguien me informó que residía en una finca de Pueblo Tapao, pero no logré localizarla. Quería hablar con ella sobre nuestra vieja época en torno a aquellos oficios de grata recordación. Sin embargo, me quedé con el pesar de la ausencia definitiva, ya que Marina falleció hace cerca de 4 años, agobiada por un cáncer, como acabo de saberlo por el periodista y escritor Miguel Ángel Rojas. “Tuve contacto con ella –me precisa él– hasta muy pocas semanas de su muerte, de la que casi nadie se enteró”.

Sirvan estas líneas para rendir sentido homenaje a este ser extraordinario que tanto trabajó por el Quindío, y que fue un eje entre ambas instituciones. Su muerte –que muchos ignoran aún– me ha producido consternación.

Fotografía tomada de la página del Centro de Investigaciones Arqueológica y Museo Quindos - Universidad del Quindio


Por: Gustavo Páez Escobar

Octubre/2021.

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