Algunas ideas sobre la Biblioteca de Autores Quindianos

Artículo de Juan Felipe Gómez publicado en La Crónica del Quindío el 31 de octubre de 2021

“¿Dónde está el libro, quién lo hace, quién lo edita y lo presenta?”, fue una pregunta que le escuché al profesor Carlos Alberto Castrillón en más de una ocasión en las reuniones del Comité Editorial de la Biblioteca de Autores Quindianos, proyecto del que fue fundador y que estuvo marcado por su rigurosidad y empeño en salvaguardar y difundir el patrimonio literario del departamento. 

En 2019 el profesor Castrillón se había reintegrado al comité después de un tiempo por fuera debido a quebrantos de salud. Para entonces el proyecto, que había nacido con la intención de recuperar obras canónicas y vanguardistas de la cultura y la literatura regional a criterio del comité, entre ellas Recuerdos de la Guaquería en el Quindío; se había convertido en un concurso abierto bajo el cuestionable criterio de “democratizar” el acceso a la publicación, con la limitación de recursos y la precariedad administrativa propia de la institucionalidad cultural del departamento.  

La pregunta del profesor Castrillón por supuesto no era retórica, aunque sí cargaba ese tono de retadora ironía que era su marca. Un vistazo a los 42 títulos que hasta 2019 habían aparecido de forma más o menos ininterrumpida desde el surgimiento de la colección en 2010 da cuenta de que esa pregunta fue el acicate para que pupilos y colegas del profesor Castrillón emprendieran las labores investigativas desde el programa de Licenciatura en Literatura y Lengua Castellana que condujeron a la publicación de obras de gran valor como Argonautas del espíritu, de Bernardo Pareja; Poesía amorosa y erótica del Quindío, compilada por Diego A. Pineda y Jimena Londoño; Lecturas críticas de la obra de Baudilio Montoya, compiladas por Juan David Zambrano y Mayra Sarmiento Aguirre; Cordillera, de Antonio Cardona Jaramillo con edición crítica de José Rodolfo Rivera y Yanid Marlodi Rodríguez Quintero; y El pescador absoluto, antología poética de Carmelina Soto con estudio crítico y edición del propio Castrillón junto a Yeni Zulena Millán; entre otras.

En el encabezado del documento, que reúne la información detallada de los títulos publicados, preparado por el profesor Castrillón, se lee: “La Biblioteca de Autores Quindianos es uno de los esfuerzos editoriales más ambiciosos en la historia del departamento del Quindío… La colección representa la tradición y actualidad de la literatura y la cultura del departamento”.

Sobre esas premisas se ha fundamentado el trabajo del Comité Editorial de la BAQ, en el cual, además del programa de Licenciatura en Literatura y Lengua Castellana, tienen representación la Academia de Historia del Quindío −que a la fecha cuenta con seis compilaciones de ensayos en la colección−, y el Consejo Departamental de Literatura.

El profesionalismo, buen criterio editorial e independencia que defendió el profesor Castrillón para este comité han permitido hacerles frente a los embates de la politiquería de turno con esa práctica tan recurrente de pagar favores con los recursos de la cultura, y publicar obras de “recomendados” por diputados o personas cercanas al gobierno departamental.

En los dos últimos años el comité y el proyecto han tenido que sortear diferentes circunstancias adversas: a la reciente partida del profesor Castrillón se suma el caos de la secretaría departamental de Cultura, dependencia por la que han pasado tres funcionarios a su cabeza y que padece un delicado caso “contratitis” de recomendados sin competencia.

Tal vez sea la Red de Bibliotecas la instancia más golpeada, ya que también ha visto pasar tres coordinadores en menos de dos años, lo que afecta en buena medida al proyecto BAQ, pues al coordinador le corresponde ser el enlace entre el despacho de Cultura y el comité, y es quien debe estar al tanto de todos los aspectos del proceso, desde lo contractual hasta las minucias de lo editorial. 

Esos traspiés, además de las torpezas en lo administrativo y las dificultades derivadas de la pandemia, impidieron que el año pasado se pudieran celebrar los 10 años de la Biblioteca como proyecto editorial, y han retrasado el debido proceso para la aparición de los nuevos títulos.

Por supuesto siempre hay oportunidad de corregir el rumbo, y ante la partida del profesor Castrillón, a su memoria, los dolientes del proyecto deben hacer lo posible por defenderlo y fortalecerlo. Se sabe que hay ocho nuevos títulos en proceso, y desde el comité editorial, con el liderazgo del docente e investigador Juan Manuel Acevedo, se ha preparado un documento que será la hoja de ruta para los próximos años.

En este se reitera la idea de que “la amplitud del panorama de las letras quindianas debe reflejarse en la colección, que incluye autores y obras de una tradición consolidada, al tiempo que abre el espacio para las nuevas miradas a la literatura y a la riqueza cultural del Quindío. En ese proceso, el Comité Editorial debe funcionar con total independencia”. 

Así mismo, se traza el listado de los proyectos pendientes, entre los que se encuentran la poesía de Luis Vidales, los cuentos de Adel López Gómez, y el clásico Los cuentos del pícaro Tío Conejo, de Euclides Jaramillo Arango, obras que indiscutiblemente deben estar en la colección. 

A lo anterior sumaría algunas ideas que tal vez ya han sido contempladas, y que ojalá puedan ser acogidas por la secretaría de Cultura y el Comité Editorial: inyectarle más presupuesto al proyecto, de manera que se pueda hacer un rediseño visual de la colección, aumentar el tiraje de los libros, e implementar una estrategia de posicionamiento, circulación y mercadeo cultural para estos; institucionalizar una cátedra o seminario anual con el nombre del profesor Castrillón para para poner en valor la colección en sus cuatro líneas −Narrativa, Poesía, Ensayo e Historia−; reeditar dos de los títulos que ya se encuentran agotados y cuya importancia en el panorama literario y académico regional es capital Hombres trasplantados, de Jaime Buitrago, y Estado y subversión en Colombia, de Carlos Miguel Ortiz; redefinir el mecanismo de convocatoria pública para la recepción de las obras, de manera que anualmente se publiquen cuatro obras elegidas por concurso, y cuatro a criterio del comité editorial; involucrar más orgánicamente a las bibliotecas públicas en las labores de circulación, posicionamiento y sondeos de lectura y apropiación de los libros; y generar una beca o premio dentro de la Convocatoria Departamental de Estímulos para propuestas de difusión y promoción de lectura con los títulos de la colección. 

La BAQ es y seguirá siendo un proyecto emblemático, y en ella debe continuar presente la memoria del profesor Carlos Alberto Castrillón. Ante la vergüenza nacional que supone ser uno de los pocos departamentos que no cuenta con biblioteca departamental por falta de voluntad política, este proyecto editorial debe ser protegido como un oasis en el desierto.    

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