Hallazgo lítico arqueológico en Santa Rosa (Risaralda). Foto de RCN |
Un hallazgo arqueológico reciente en la vereda
Balcones (predio La Bananera) del municipio de Santa Rosa de Cabal revive la
polémica sobre las reales condiciones del patrimonio cultural de culturas
desaparecidas en territorio del eje cafetero. Lo que se ha descubierto
corresponde a estructuras líticas antiguas, que popularmente son conocidas en
esta región como “tumbas de cancel”. Lo cierto es que el desconocimiento sobre
estos yacimientos, el hecho que haya aparecido en medio de acciones no
científicas (guaquería) y que fuera encontrada en las excavaciones de la
terraza donde se instalará la torre 61 del proyecto de Torres de alta tensión
de la EEB, pone en peligro la permanencia de esta evidencia y, sobretodo, la
garantía de investigaciones futuras del sitio en mención por parte de los
arqueólogos.
En el Quindío hay un vasto historial de hallazgos de
estas estructuras, cuyo significado simbólico es muy interesante, pues puede
corresponder a monumentos funerarios o estar relacionadas con los ciclos de
orientación solar. Llama la atención que todas están dispuestas en posición
oriente-occidente y son muy similares a las que se encuentran en otras regiones
de Colombia, como el Parque Arqueológico de San Agustín o las estribaciones del
Parque Tayrona.
La primera reseña escrita sobre ellas se obtuvo en el
libro “Inmigrantes extranjeros en el desarrollo del Quindío” (Hincapié,
1999), que cuenta sobre la ubicación de
algunas en las laderas del cerro Morrogacho de Salento, de acuerdo con
avistamiento realizado por integrantes del Comité de Protección Arqueológica
del Quindío en 1982. Estas estructuras fueron objeto de reconocimiento
arqueológico en el año 2000, por parte de profesionales del Centro de
Investigaciones Sociales Antonio Nariño (CISAN).
Luego del terremoto de 1999 se reportaron algunas en
el patio de una casa en el sector del barrio Montevideo Central de Armenia. En
el año 2000 aparecieron otras en predios oficiales de la reconstrucción en el
municipio de Quimbaya, donde hoy se levanta la Ciudadela. En este año
también se reportó el avistamiento de
diez estructuras líticas, a 3600 metros de altura, en el páramo del Chilí en Pijao.
En el año 2001 se detectaron alrededor de veinticinco en el sector del barrio
La Fachada de Armenia, y se constató que otra había sido alterada por los constructores de la
obra en el sector La Luisa de la ciudadela educativa de Circasia, así como la
destrucción de dos más en la entrada al barrio Génesis de Armenia.
La permanencia de estas estructuras, en algunos casos
está garantizada porque no se encuentra asociado a ellas material cerámico o de
oro. Pero en la mayoría de veces está relacionada con su desaparición. Las
únicas que se conservan relativamente bien son las del barrio Montevideo Central porque, como caso único en Colombia, hace
dieciséis años son cuidadas por los dueños del predio, aunque están a expensas
de su alteración si llegare a cambiar de propietario el lugar. Las ubicadas en
la Ciudadela Educativa de Quimbaya (catorce en total) fueron objeto de
restauración en años pasados, utilizando fondos de los impuestos de telefonía
celular, con tan mala suerte que su efecto de preservación fue negativo, lo que
obligó a cubrirlas nuevamente con tierra.
Con el ánimo de un espíritu divulgativo, el Museo del
Oro Quimbaya y la Gobernación del Quindío trasladaron las piedras de algunas
estructuras líticas encontradas en las veredas Portugalito de Armenia y sector
del Divino Niño de La Virginia (Calarcá) a instalaciones de estas entidades,
donde los visitantes las pueden apreciar. Sin embargo, a pesar de las acciones
tendientes a su cuidado, muchas han
desaparecido o han sido destruidas. No es suficiente la sensibilización
realizada entre los funcionarios y con la misma ciudadanía, para aprovecharlas
como material didáctico sobre las culturas antiguas de esta región.
Es urgente que el instituto rector de las
excavaciones arqueológicas en Colombia (Instituto Colombiano de Antropología e
Historia, ICANH) se preocupe por su estudio, así como se ocupó de la
intervención realizada en el municipio de Cajamarca por el arqueólogo Héctor
Salgado, y donde se obtuvo una fecha en el sitio Cóncega, datada entre los
siglos VIII y V antes de Cristo. Constituye ello la única referencia para
determinar las fechas relativas sobre estas evidencias.
También se ha promovido la instalación de “museos de
sitio” en muchas lugares del Quindío donde se han encontrado estas piedras
trasladadas por los antiguos pobladores, aunque se desatendieron las
recomendaciones, tal cual ocurrió antes de la construcción del mirador Colina
Iluminada de Filandia, donde se alteró y se destruyó un gran testimonio lítico
que correspondía a esta tipología.
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