Por Jaime Lopera Gutiérrez (Presidente de la Academia de Historia del Quindío)
Hacia la segunda década del siglo XX, en el
Departamento del Quindío se tenían grandes extensiones de tabaco, cultivo que
encontró en el clima de esta comarca unas condiciones muy favorables, por lo
cual los hacendistas caldenses encontraron en este producto un excelente
recurso fiscal.
Hacia 1920 a Manizales le preocupaba mucho el
contrabando quindiano de la hoja que tendía a disminuir las rentas
departamentales. Entonces desde la capital caldense se reforzaron los controles
de los guardias de renta, a tal punto que con ello se alentaron las señales de
protesta contra dichos resguardos; fueron tan abundantes las manifestaciones
que, en Armenia y en Calarcá, no solamente se quemaron algunas plantaciones
sino también archivos y sumarios de la administración municipal.
Posteriormente, en las manifestaciones
causadas por la suspensión del ferrocarril, se atizaron de nuevo las actitudes
independistas de los quindianos. Los movimientos de protesta contra Manizales
empezaron a tener eco en otras partes del Departamento, como en Manzanares en
1928. Los mismos periodistas bogotanos, enaltecidos por los intelectuales
caldenses, se preocuparon de los perjuicios que estos episodios causarían en la
unidad del Departamento de Caldas. Pereira aún no se consideraba parte del
Quindío a pesar que sus delegados estaban presentes durante la primera
convención de municipios del Quindío realizada en Filandia en 1928. (1920, J LG)
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