Historias Cruzadas



El 1º de junio, la Escuela Militar de Cadetes ‘General José María Córdova’ celebró el 115 aniversario de su fundación. Creada en el gobierno del presidente Rafael Reyes, en 1907, la alma máter de la oficialidad del Ejército Nacional ha funcionado ininterrumpidamente desde entonces; sin embargo, esta no fue la primera institución de su género en Colombia, puesto que la antecedieron otras a lo largo del siglo XIX. Curiosamente, por primera vez en este país, en una de ellas vio la luz un deporte que congregaría multitudes: el fútbol.

En 1891, siendo presidente de la República Carlos Holguín, se abrió brevemente la Escuela Militar bajo la dirección del teniente coronel honorario Henry Rowan Lemly (destacado soldado, escritor, historiador e ingeniero civil estadounidense). El lugar escogido para su funcionamiento fue la quinta de “Segovia”, ubicada en la Plaza de los Mártires en Bogotá. En aquellos terrenos, al mando del oficial, los cadetes efectuaban los manejos tradicionales de fusil y orden cerrado y practicaban deportes novedosos (entre ellos, las competencias de carrera y salto).

El 22 de junio de 1892, cuenta el historiador Enrique Santos que “[…] Lemly organizó un partido de fútbol entre 2 equipos de la Escuela Militar, en uno de los patios de su sede con asistencia del presidente Miguel Antonio Caro”. Previo al juego, el periódico El Telegrama, que se publicaba en Bogotá, había divulgado la siguiente nota: “Uno de los más populares juegos que hay establecidos en todos los colegios del extranjero, el balón o foot-ball, como dicen los ingleses, ha llegado a nuestro país. Este juego es higiénico porque da fuerza, agilidad y robustece el cuerpo. El señor coronel Lemly lo ha establecido en la Escuela Militar. En seguida publicamos el texto del reglamento que rige en ese establecimiento para dicho juego […]”.

Los cadetes fueron entonces los primeros en practicar el fútbol en nuestro país, bajo las enseñanzas del diligente coronel. El equipo utilizado constaba de un pantalón (que daba debajo de las rodillas), botines con taquitos y una pelota forrada en cuero. Aun cuando algunos investigadores atribuyen a Lemly la importación de los primeros balones y uniformes para la práctica del fútbol en Colombia, lo cierto es que, por cuenta de la milicia, el oficial introdujo el balompié al país. Ahora bien, sus aportes fueron más allá. Al respecto, el historiador Ricardo Esquivel afirma que “[…] el oficial publicó en Nueva York su obra Ejercicios gimnásticos, tratado que, si bien dedicó a los cadetes colombianos, evidencia el talante liberal de Lemly al proponer su uso por otros públicos (“latinoamericanos”, hombres y mujeres, niños y jóvenes) […]”. Igual pensaba sobre el fútbol, un deporte al cual – según el oficial – todos deberían acceder. 

Así pues, el fútbol empezó a consolidarse en Colombia a finales del siglo XIX. El impulso definitivo se dio en los clubes de élite, que, a través de los viajes a Europa de sus socios, encendieron la “fiebre” por el deporte. Con el tiempo, esa fiebre ha perdurado y, tal como se lo propuso el director de la Escuela Militar de 1891, se ha propagado sin distinción de clases.

Adenda. Desde esta columna, envío un saludo de condolencia a Mariano Sabas Ramírez, joven promesa académica residente en La Tebaida, quien perdió a su padre, el señor Jhon Mario Sabas Villa, en un absurdo accidente que esperamos que sea esclarecido pronto.

 

César Augusto Castaño Rubiano

Académico Correspondiente / Academia de Historia del Quindío

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