Me encontré en la vida con… Monseñor Libardo Ramírez Gómez

Benemérito obispo, escritor y pastor de la iglesia, nacido en Garzón, Huila, el 12 de noviembre de 1933, sus padres Francisco e Isabel, ambos oriundos del Huila, en dicho hogar nacieron seis hermanos: Olga, Josefina, Humberto, Isabel, Francisco y Mons. Libardo. 

Cursó sus primeros dos años de estudios básicos en la escuela pública de la vereda Majo y a partir de tercer año de primaria en el seminario menor secular de Garzón, a los ocho años de edad. 

Comenzó su bachillerato, filosofía y teología en el seminario de Garzón con solo diez años, culminó gracias a su inmenso talento y vocación con apenas 21 años de edad; hizo sus primeros pinitos como profesor canónigo y se ordenó sacerdote el 26 de mayo de 1956. 

Viajó a la ciudad eterna y se especializó en Derecho Canónigo en la Pontificia Universidad Lateranense, recibiendo su doctorado cum laude el 21 de junio de 1959; en su estadía en el viejo continente recorrió varios países de Europa y visitó Tierra Santa. 

Fiel a su inmenso carisma religioso, a su preparación y a su apostolado, desde el primero de agosto de 1959 se integró a la curia diocesana del Huila como ecónomo y asesor de apostolado laico, con residencia en su amada ciudad natal, hasta su nombramiento por el papa S. Paulo VI como obispo de la Diócesis de Armenia, el 26 de enero de 1972. 

 

En la bella ciudad milagro 

Con su lema: “Servicio, Alegría y Esperanza” asumió la dirección de su grey, como bien lo señala en uno de sus libros: “Sal de tu tierra, fue la voz que escuché, cuando el 26 de enero de 1972, me anunció el Nuncio Ángelo Palmas, que era la voluntad del admirado papa S. Paulo VI que fuera a dirigir la Diócesis de Armenia. Iba a suceder al sabio y santo obispo santandereano, Jesús Martínez Vargas, quien había iniciado, allí, la Diócesis como primer Obispo en el año 1952 (…)”[1] . 

Con la confianza en Dios y en la protección de María Santísima, tomó posesión el sábado 22 de mayo de 1972, con la compañía del Nuncio Palmas, de varios obispos y de la feligresía de la región, del arzobispo de Bogotá, monseñor Aníbal Muñoz Duque; del obispo de Garzón, José de Jesús Pimiento; del señor gobernador del Huila, Héctor Polanía; del señor gobernador del Quindío, Rogelio González Ceballos, y de una numerosa comitiva de su departamento. 

Organizó inicialmente una jornada de reflexión, estudio, oración y planeación de su tarea apostólica, contó para su magnífica labor diocesana con el apoyo de los padres Luis Horacio Gil, Gabriel Arias Posada - asesinado alevosamente mientras hacía una labor humanitaria a favor de la liberación del dirigente  Ancízar  López  López- Francisco Betancur, Neftalí Duque, Mario Martínez Márquez, Gonzalo Guevara, Miguel Duque, Fernando López, Octavio Henao, Omar Gómez, Augusto Ramírez, Nelson Londoño, Oscar Osorio, entre otros. 

Su obispado fue especialmente fructífero en realizaciones y logros valiosos como dotar a la ciudad de un parque cementerio, con la creación de la entidad Jardines de Armenia el 25 de septiembre de 1973, con su junta directiva, aportes de los fondos diocesanos, vocacional y de las parroquias de la ciudad, abierto a la comunidad a mediados de 1974, y el apoyo de muchos ciudadanos y profesionales. 

Uno de sus programas fundamentales fue incrementar las vocaciones sacerdotales y alcanzó ordenar 26 sacerdotes en su apostolado en el Quindío, además ocho para comunidades religiosas, incluyendo a fray Fabio Duque, futuro obispo de Armenia y de Garzón; la fundación de doce nuevas parroquias, entre ellas, las del Barrio Belén y el Espíritu Santo; fue artífice de la construcción de la primera parte del seminario, promovió la pastoral social con la ayuda del sacerdote Gonzalo Guevara, la pastoral juvenil, la pastoral familiar con encuentros matrimoniales, atención a los duelos familiares y numerosos programas con laicos y consejos parroquiales, una vasta y ejemplar evangelización que contó con el apoyo de su feligresía y de los párrocos. 

Debo señalar que previa autorización de la Santa Sede, se vendió el edificio donde funcionaba el seminario menor -ahora ocupado por la Universidad del Quindío- y con dichos dineros organizó la Diócesis dos fondos: Uno para la pastoral en general y otro para ayudar a las vocaciones sacerdotales, dando impulso al nacimiento de Nueva Nazareth e iniciar la construcción del seminario mayor S. Juan Pablo II, que finalmente terminó su sucesor, monseñor Roberto López Londoño. 

Como se recuerda, dicha casa funcionaba en la sede central de la Universidad La Gran Colombia, pero Mons. Ramírez Gómez decidió, hechas las consultas respectivas, vender dicho edificio y construir una sede más cerca del centro de la ciudad -entre carreras 12 y 13 sobre la calle 23-, donde funciona actualmente; para el efecto, un consejo diocesano de reconocidos ciudadanos, escogió el proyecto del arquitecto Juan José Rodríguez -ya desaparecido- con la construcción de Gustavo y Eduardo Fajardo. 

 

En la tierra opita que lo vio nacer.

Después de catorce años y medio de valiosa y maravillosa gestión en el Quindío, fue designado por el santo padre S. Juan Pablo II obispo de su ciudad natal, donde fue acogido con beneplácito, según sus propias palabras: “En las primeras horas del sábado 6 de diciembre de 1986, emprendía con caravana de carros acompañantes, la etapa final hasta Garzón. Desde El Agrado, donde hubo recepción de parte del párroco padre Juan Ángel Ortiz y su feligresía, se organizó prácticamente el desfile (…)” [2], hasta llegar a la plaza Bolívar. 

Su tarea en el Huila fue de notables realizaciones y de inmenso significado evangélico; agradecido con Dios y la Virgen María de poder ayudar a la tierra de sus mayores, desarrolló su apostolado, su trabajo con los laicos, el proceso integral de nueva civilización, evangelización juvenil y apoyo ferviente a la Legión de María; ordenó 69 sacerdotes, impulsó por lo menos 80 seminaristas en Garzón y otros 40 en otros seminarios. Una labor grandiosa que contó con el decidido respaldo de la curia y la sociedad, de los paisanos de todos los rincones, fervorosos colaboradores de su magnífica obra diocesana. 

 

Tribunal Eclesiástico Nacional 

El 1 de febrero de 2003 la Asamblea de la Conferencia Episcopal lo designó como Vicario Judicial para ejercer la presidencia del Tribunal fundado en 1969, para ofrecer a las parejas respuestas en nombre de Dios y de la iglesia. Mons. Libardo desempeñó con lujo de competencia sus funciones, realizó seminarios, encuentros y numerosas actividades concernientes con el derecho canónigo, cargo que ejerció hasta 2015, conservando su designación de obispo emérito de Garzón. 

 

Escritor y columnista 

Ha sido un prolífico escritor de numerosos libros y columnista de El Tiempo, El Siglo, El Espectador, Diario del Huila, La Nación del Huila. 

Entre sus libros, debo mencionar:  La Colombia en que he vivido. Vivencias generales y espirituales, 1933-2020; Mis recuerdos. Todo a Jesús por María y San José. 1936-2006; Una visita a la tierra de Jesús. 1959. Imprenta Diocesana de Garzón; Un esfuerzo al servicio de la comunidad. 5 tomos. Circulares y decretos Diócesis de Armenia. Editorial Quingráficas; Sus santuarios. 1982.  28 personas y lugares.  Biblioteca de Autores Quindianos; Pensando en voz alta, dos volúmenes; Curiosidades Pontificias, editorial Kimpres; Mis personajes Huilenses, editorial  Kimpres. 2006. 

Condecorado por la SMP con la medalla al civismo en 1987. Ha recibido numerosas condecoraciones, entre ellas: La Gran Cruz de Excelencia Académica del Centro de Estudios Colombianos. 2020; La Orden del Café. 1987; La Orden del Congreso de Colombia, 1977; Honor al Mérito Municipio de Neiva, 2005; Medalla al Mérito Cívico Cruz Laureada Gobernación del Quindío, 1985.

Monseñor Libardo Ramírez Gómez desde la infancia ha vivido con alegría su admirable vocación, toda su existencia al servicio de Dios y de la iglesia: como pastor de Diócesis, como canónigo, como maestro superior de clérigos, como uno de los máximos líderes espirituales de la iglesia en Colombia, ha recorrido el tránsito vital de un fervoroso hijo de Dios, con sus libros, sus escritos teológicos, con su decidido apoyo a las vocaciones, en el ejercicio de sus funciones episcopales, en el arduo quehacer sinodal, en el pastoreo de los creyentes, con el acrecentamiento de la fe en los evangelios. 

Gracias a la hospitalidad y mediación de la distinguida señora Clara Luz Jaramillo de Botero, entreviste al ilustre prelado; debo señalar que en esta semblanza recojo con respeto y admiración, algunas facetas de su rica existencia pletórica de realizaciones, un ejemplo de tesonera labor de difusión de la fe y la vida cristiana; un pastor maravilloso, sonriente y feliz, católico admirable y sencillo. Larga vida, apreciado Mons. Libardo, Dios lo lleve con bien por siempre. 

 

Gabriel Echeverri González

Académico de Número – Academia de Historia del Quindío.



[1] Mons. Ramírez   Gómez, Libardo. Mayo 2021. La Colombia que he vivido. Editorial   Kimpres. 183 páginas.

[2] Mons. Ramírez   Gómez, Libardo. 2006. Mis recuerdos. Editorial Kimpres. 533   páginas. 

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