Ilustre
pedagogo, maestro eximio y ciudadano sin tacha nacido en Aranzazu el 17 de
abril de 1917. Sus padres Epifanio y Carmen, 5
hermanos: Epifanio, José, Luis, Pedro y Rosa, apacibles agricultores
de esa zona caldense. Hizo sus estudios primarios en la escuela pública de su
ciudad natal, muy pronto ingresó al Seminario de los Hermanos Maristas en
Popayán en donde recibió una completa educación especializada en pedagogía. En
calidad de hermano marista fue enviado al colegio San Luis Rey de Manizales,
institución educativa en la que permaneció diez años, al cabo de los cuales, por la muerte de su señor padre, se
retiró de la comunidad en 1941 y comenzó a trabajar en el magisterio.
Contrajo
matrimonio con la distinguida dama Olga Salazar Giraldo, oriunda de Salamina,
en 1943, trece hijos: Ovidio, administrador de empresas, vinculado por muchos
años a la empresa Avianca, murió a la temprana edad de 57
años, 3 hijos; Herman, licenciado en ciencias Sociales, PHD en humanidades,
tres hijos; Óscar, abogado de la universidad La Gran Colombia, ex
magistrado del Tribunal Superior del Quindío, del cual fue su presidente,
profesor por más de treinta años de la universidad, ciudadano ejemplar, dos
hijos: Federico y Santiago, abogados y ganaderos; Guillermo, comerciante y
empresario, dos hijos; Manuel, empresario, dos hijos; Augusto,
administrador de empresas, tres hijos; Olga Cecilia, contadora que vive en
Estados Unidos, tres hijos; Luz Amparo, contadora, empresaria textil exitosa,
un hijo; Carlos Alberto, contador, escritor, autor de dieciocho libros sobre
temas técnicos, profesor de la universidad del Quindío en el área de ciencias
económicas y en varias universidades del país a nivel de postgrados, dos hijos;
María Victoria, administradora de empresas, empresaria textil, dos hijos;
Héctor Fabio, contador y abogado especializado en derecho penal, actualmente
fiscal delegado ante los jueces del circuito de Armenia, una hija; José
Fernando, médico cirujano, con varias especializaciones, destacado ejecutivo de
la salud y actual director de Comfenalco, dos hijos; Jairo Ernesto, abogado, varias
especializaciones, dos hijas. Una familia ejemplar que engalana y deja muy en
alto a nuestra región.
Don Salvador comenzó su labor
pedagógica vinculado por la secretaría de Educación de Caldas, primero en su
tierra natal Aranzazu, después Salamina —donde
conoció su futura esposa—, Filadelfia y Belalcázar, en esta ciudad del
imponente Cristo Rey, recibió el nombramiento para el colegio
Rufino José Cuervo de Armenia en 1957.
La bellísima frase en
mármol incrustada en una pared del patio principal daba realce al edificio
del colegio Rufino en el barrio Berlín de Armenia. Allí llegué frisando los
once años, para comenzar mis estudios de bachillerato. Los grupos de primero estaban situados en una
edificación anexa que con el tiempo se convirtió en el famoso Liceo
Universitario. El terremoto aciago del 25 de enero de 1999 maltrató
la vieja edificación que fue necesario demoler. El nuevo colegio fue construido
en el sur de Armenia y allí funciona desde entonces.
Recuerdo como si fuera hoy a mi
profesor de inglés, don Salvador Montes Gómez, una figura bonachona, con su
sonrisa a flor de piel, maestro por excelencia cuya capacidad de enseñar
era paradigmática, una personalidad entregada a impartir saberes, a transmitir otra lengua muy extraña para
nosotros, jóvenes llegados de distintos puntos del departamento.
Hizo parte de una planta de profesores que los rufinistas nunca olvidamos: Israel Bernal, profesor genial de dibujo; Alberto Hoyos, inigualable en geometría; Dagoberto Grimaldos, experto en física; Daniel Serna, en francés e inglés; Rubén Darío Robledo, magistral profesor de química. Libardo Ramírez, Édgar Aristizábal, Alberto Duque, Manuel Restrepo, Héctor Montoya, Germán Hurtado, Rodrigo Marín, Antonio Arbeláez, Augusto Franco, Javier Giraldo, Fritz Seifer, alemán, profesor de música. Leonidas Benjumea, Guillermo Echeverri, Gonzalo Cárdenas, Marco Fidel Suárez, Luis Eduardo Calvo, Fanel Villarreal, Gustavo Arce, Delio Cuéllar, Élmer Zuluaga y Guillermo Henao, el recordado y llorado vicerrector Reinaldo Yépez, Bernardo Ramírez Granada, uno de los primeros rectores, don Jesús Gómez, secretario general, y muchísimos más que llevamos en el corazón para siempre.
Hizo parte de una planta de profesores que los rufinistas nunca olvidamos: Israel Bernal, profesor genial de dibujo; Alberto Hoyos, inigualable en geometría; Dagoberto Grimaldos, experto en física; Daniel Serna, en francés e inglés; Rubén Darío Robledo, magistral profesor de química. Libardo Ramírez, Édgar Aristizábal, Alberto Duque, Manuel Restrepo, Héctor Montoya, Germán Hurtado, Rodrigo Marín, Antonio Arbeláez, Augusto Franco, Javier Giraldo, Fritz Seifer, alemán, profesor de música. Leonidas Benjumea, Guillermo Echeverri, Gonzalo Cárdenas, Marco Fidel Suárez, Luis Eduardo Calvo, Fanel Villarreal, Gustavo Arce, Delio Cuéllar, Élmer Zuluaga y Guillermo Henao, el recordado y llorado vicerrector Reinaldo Yépez, Bernardo Ramírez Granada, uno de los primeros rectores, don Jesús Gómez, secretario general, y muchísimos más que llevamos en el corazón para siempre.
Don Salvador fue rufinista toda la
vida y desde 1957 hasta 1990 impartió conocimientos a generaciones de
estudiantes sobre cuatro idiomas: inglés, francés, portugués e italiano, para
perfeccionar su formación en lenguas, cursó una licenciatura en idiomas en la
universidad del Quindío, con mucho éxito.
Condecorado
por la gobernación y la alcaldía, por varias entidades sociales, recibió reconocimientos de otros colegios como el Sagrado Corazón de las
Hermanas Behlemitas, las Capuchinas y el famoso colegio del Rosario, ya
desaparecido, centros educativos donde había impartido sus enseñanzas.
Viajero incansable, lector asiduo,
su formación humanista la aplicó en su prolongada docencia y en la
educación de su numerosa descendencia, una familia que ha descollado a nivel
nacional por la calidad profesional de sus actividades y el decoro moral y
ético, una familia distinguida que enaltece el recuerdo de los maravillosos
padres.
Maestro de todas las horas, don Salvador Montes Gómez simboliza la entrega y dedicación de los profesores del Rufino José Cuervo, desde luego representa a excelsos ciudadanos que dedicaron su vida entera, en todo el territorio de la patria, a educar las nuevas generaciones de colombianos.
Maestro de todas las horas, don Salvador Montes Gómez simboliza la entrega y dedicación de los profesores del Rufino José Cuervo, desde luego representa a excelsos ciudadanos que dedicaron su vida entera, en todo el territorio de la patria, a educar las nuevas generaciones de colombianos.
Padre y maestro, su nombre como miles
de hombres y mujeres, mis propios padres, que han sido faros de luz, forjadores de nuevos caminos, pastores que
con muy poco, sembraron semilla rica de saber en los ciudadanos del futuro.
Con mi amigo Óscar Montes evocamos la imagen de su padre, una figura que vertió su bondad en los discípulos y en sus propios hijos: un maestro, un pedagogo, un ser humano admirable, cuya sonrisa mantuvo a través del tiempo como gran enseña de un ser superior, una vida lúcida y amable que quiero destacar en épocas en las que abunda el atajo, el sálvese quien pueda, la codicia y el pillaje, un hombre superior a su tiempo que murió el 12 de diciembre de 2012, a los 94 años.
Con mi amigo Óscar Montes evocamos la imagen de su padre, una figura que vertió su bondad en los discípulos y en sus propios hijos: un maestro, un pedagogo, un ser humano admirable, cuya sonrisa mantuvo a través del tiempo como gran enseña de un ser superior, una vida lúcida y amable que quiero destacar en épocas en las que abunda el atajo, el sálvese quien pueda, la codicia y el pillaje, un hombre superior a su tiempo que murió el 12 de diciembre de 2012, a los 94 años.
Gabriel Echeverri González.
Miembro de Número de la Academia de Historia del Quindío.
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