Era
sobresaliente el evento, debido a las características de las piezas de oro que
allí se presentaban en el marco de la Exposición Histórico Americana que se
había inaugurado por la reina regente de España oficialmente el 11 de noviembre
de 1892.

Esta
descripción, presentada en el trabajo de grado “El Tesoro de los quimbayas:
Estudio Historiográfico y Documental” realizado por Carmen Cecilia Muñoz
Burbano (2003), junto con otras menciones de la época son la muestra palpable
del fervor que despertó en los españoles la presentación de aquellas piezas
orfebres prehispánicas y donde también estaban otros elementos arqueológicos y
etnográficos. Muñoz Burbano cita nuevamente a EL TELEGRAMA, No. 1890, de
febrero 14 de 1893, sobre lo exhibido en otro mueble de vidrio, que contenía la
momia “hallada en Tópaga; la abriga una manta de algodón y tiene a sus pies el
caracol sagrado envuelto en algodón y cubierto por un burdo tejido”.
En el
marco de Exposición, los organizadores concedieron algunos premios a los países
participantes. A Colombia, después de la decisión de los Jurados, lo que
ocurrió el 24 de diciembre de 1892, le correspondió la siguiente repartición:
“Medalla
de oro: Ministerio de Relaciones Exteriores, Museo Nacional, Vicente Restrepo,
Ernesto Restrepo, Nicolás J. Casas, Carlos Uribe, Julio Betancourt. Medalla
de plata: Soledad Román de Núñez, Monseñor Alejandro Peralta, Liborio
Zerda, Restrepo y Pizano Bendix Koppel, Julio Racines, José T. Gibrois, Antonio
Gómez Restrepo. Medalla de Bronce: Museo Zea, Presbítero Manuel
Santacruz, Leocadio María Arango”. (Muñoz Burbano, Carmen Cecilia, 2003).

Con
la Exposición, donde se presentaba el Tesoro Quimbaya, Colombia había realizado
el mayor despliegue internacional y diplomático de su historia, pues era la
primera vez que participaba en un certamen universal. La Exposición fue cerrada
en abril de 1893 y todos los países comenzaron el proceso de empaque y de envío
al otro evento a realizarse en Chicago.
No
obstante, muchos de los objetos de Colombia no llegaron a la ciudad de Estados
Unidos, entre ellos el Tesoro Quimbaya, que sería entregado en donación a
España. Otros fueron vendidos en Europa.
De
las 23 cajas que habían llegado a España con los objetos de Colombia, para
Chicago se empacaron y se enviaron sólo 8, que fueron remitidas a Nueva York en
el mes de mayo de 1893 y llegaron a Chicago sin el Tesoro Quimbaya, lo que
representó un poco de malestar, pues la Exposición de Chicago seguiría como
otro de los eventos de la conmemoración del Cuarto Centenario.
Las
piezas de oro del Tesoro Quimbaya no fueron enviadas a Chicago porque ya se
había programado la entrega oficial de donación a España, lo que finalmente se
hizo el 4 de mayo de 1893, en un acto oficial en el que intervinieron el
Ministro Plenipotenciario de Colombia, don Julio Betancourt y el director del
Museo Arqueológico Nacional de Madrid, don Juan de Dios de la Rada y Delgado.
En el mismo día fue inaugurada la Exposición Natural y Etnográfica donde
continuó la exhibición del Tesoro Quimbaya.

Termina
así para Colombia un largo proceso que ha pasado a su historia como uno de los
más polémicos protagonizados por presidente alguno y donde se comprometía el
patrimonio arqueológico de los colombianos.
A
escasos días de haberse realizado la donación, la reina regente María Cristina
le confirió al Ministro en Madrid, la Gran Cruz de la Orden de Isabel la
Católica, felicitando “por esta honrosa distinción al agraciado D. Julio
Betancourt”.
Estos
actos de retribución, de halagos y de palabras diplomáticas habían sido muy
frecuentes entre los dos gobiernos. Se recordaban las palabras expresadas por
la reina regente aquel 11 de noviembre de 1892 cuando se exhibió el Tesoro en
Madrid: “yo siempre creí que vuestro país era fabuloso en bienes artísticos,
pero veo que lo es aún más en la nobleza e hidalguía de sus gentes”.
Y
también abundarían los comentarios en los años subsiguientes. En 1921 un
semanario madrileño describió ese regalo como “el presente más valioso que
España ha recibido hasta el día de ninguna de sus hijas allende en el
Atlántico”.
Por: Jorge Hernán Velásquez Restrepo y Roberto Restrepo Ramírez.
Miembros de Número de la Academia de Historia del Quindío.
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