Se crea el Centro Local de Historia de Armenia

En la Sociedad de Mejoras Públicas se hizo la primera reunión formal del Centro Local de Historia de Armenia con la asistencia de aproximadamente 25 personas interesadas en recuperar y difundir el patrimonio histórico y cultural de la “Ciudad Milagro”.

A esta primera reunión, convocada por el exalcalde Luis Fernando Velásquez Echeverri, asistieron varios miembros de la Academia de Historia del Quindío (AHQ), entidad que ha venido auspiciando la creación de los centros locales de historia en Calarcá, Montenegro, Quimbaya, Salento, La Tebaida, Filandia y Génova, y los corregimientos de Pueblo Tapao y Barcelona con el propósito esencial de proteger la memoria histórica de los municipios.

El acto incluyó una conferencia del Presidente de la AHQ, Jaime Lopera Gutiérrez, quien disertó sobre la Colonización Antioqueña en el Quindío describiendo varias etapas como quiera que habló de la cultura Quimbaya, la conquista y las encomiendas, la colonización antioqueña propiamente dicha, las inmigraciones y las fundaciones, la consolidación cafetera, las décadas de progreso, la violencia política, la creación del departamento del Quindío, el terremoto de 1999 y las gestiones para repatriar el Tesoro de los Quimbayas.

En el evento estuvieron presentes, entre otros, César Hoyos Salazar (ex alcalde de Armenia), Jorge Eliécer Orozco Dávila, Fernando Arias Romero, Elizabeth Loaiza, Miguel Ángel Rojas, Nora Cecilia Garay, Luis Fernando Ramírez E., Germán  Medina Franco, Gonzalo Valencia Barrera, José Miguel Jaramillo, Gloria Tobón, Gabriel Echeverri González, Martha Inés Bernal, Carlos Alberto Mora, Jorge Hernán Velásquez, Guillermo Jaramillo Arcila y Armando Rodríguez Jaramillo.

Redacción: Armando Rodríguez Jaramillo (Miembro de la AHQ). 


 ¿PARA QUÉ SIRVE LA HISTORIA?

Palabras de introducción por parte del Presidente de la entidad al inaugurar la primera sesión del Centro de Historia de Armenia, filial de la Academia de Historia del Quindío, julio 27 de 2017.
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Cierto día mi sobrino político me preguntó: “Tío, ¿para qué sirve la historia?”. Me sorprendí mucho con esa pregunta. No la esperaba de un adolescente de quince años porque estas generaciones no suelen hacer ese tipo de consultas con frecuencia.
En realidad a los jóvenes de hoy poco les importa el pasado dado que su vida es al día, en el aquí y ahora, y la tienen ya registrada en las redes sociales. Y esas redes sociales son tan voraces y abundantes en sus comunicaciones que a los jóvenes, creo, nos les queda tiempo para pensar en otra cosa, mucho menos en el pretérito. Espero no ser demasiado pesimista al respecto.

Pero tenía que responderle algo a mi sobrino. Lo primero que se me ocurrió fue decirle que es necesario aprender la historia para no repetir los errores humanos.

La humanidad ha sobrevivido porque ha eliminado las guerras químicas que significan la destrucción de los hombres y de la naturaleza. Y, después de explicarle los antecedentes, le di otro ejemplo: le dije que, para no renovar una guerra partidista, el frente nacional se hizo para terminar la antigua lucha entre rojos y azules que representó el sacrificio de miles de inocentes. Y le completé con otra muestra: el hecho de habernos independizado de Caldas hace 50 años y formado nuestro propio departamento, es un hecho histórico que nos permite ver nuestro futuro con ojos propios y no ajenos.

Todas esas cosas las hacemos como seres humanos en nuestro camino hacia el progreso y con todos esos acontecimientos vamos forjando la historia de nuestras regiones o países, volviendo a recordarlos cuando se haga necesario con el objeto de que la experiencia sea útil para las experiencias posteriores.

Todavía no sé si el chico quedó satisfecho. Pero le añadí que la historia está en todas partes (aun en esta sala donde estamos hablando de ella): todos los lectores de la Biblia están estudiando historia para saber dónde queda Cafarnaúm, el Monte Ararat y cuál fue el país donde cayó San Pablo cuando un resplandor repentino lo tumbó del caballo.

Hace años un negro sureño, Alex Haley,  escribió la novela Raíces, publicada en 1976, donde se cuenta la historia familiar de Haley a lo largo de siete generaciones, desde el momento en que sus antepasados (musulmanes de la etnia mandinga) fueron capturados en África y llevados como esclavos a Estados Unidos, pasando por las experiencias de sus abuelos en momentos clave de la historia estadounidense como la independencia, la Guerra de Secesión y las revueltas negras. Los norteamericanos blancos quedaron pasmados tardíamente al ver que esa etnia había logrado grandes cambios en la sociedad no solo en la música (el jazz) sino en los deportes. Y ellos entendieron tanto el valor de la historia como para poder ver a esos afrodescendientes con otros ojos al punto que hicieron Presidente a uno de ellos.

Hoy estamos todos aquí porque conocemos, tal vez intuitivamente, que la historia es importante. Pero sabemos también que abandonar el presente para indagar las sombras del pasado, puede darnos satisfacciones insólitas: por ejemplo, que algunos de nuestros antepasados eran hombres honestos a más no poder, puntuales y cumplidores del deber, y que esos son los valores éticos que quisiéramos reproducir en las nuevas generaciones, por supuesto, sin tener en cuenta que la sociedad actual se ha vuelto un supermercado de intereses donde uno puede comprar cualquier cosa (un diploma, una excarcelación, un contrato, una licencia especial) con solo llegar a la góndola apropiada.

Nosotros, los de la AHQ, nos denominamos artesanos de la historia porque no somos profesionales ni poseemos títulos de esta vocación. Pero cada vez que vamos a alguna parte allí encontramos testimonios, memorias, fotos, publicaciones, documentos y expectativas que solo los recuerdos históricos pueden llenar. A esa aventura de indagación los invitamos hoy para que la historia sea además una fuente de alegrías y un divertido pero enriquecedor encuentro con el pasado.


Armenia, 27 julio 2017

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