Destacado empresario, dirigente cívico y político nacido en Cartagena el 15 de octubre 1899, fallecido el 8 de febrero de 1981 en Calarcá. Sus padres: Antonio Fayad, nacido en la república libanesa, comerciante; y Cecilia Mesquewe, de nacionalidad francesa; de dicho hogar nacieron siete hijos: Adela, Miguel, Félix, Jasmine, Moisés, Rosa y Pedro.
Cursó sus estudios
primarios y algunos de bachillerato en su ciudad natal, pero al comenzar los
años veinte del siglo pasado, toda la familia lio bártulos con destino a
Bogotá.
Amor al teatro
Desde temprana edad
manifestó su amor a la cultura y felizmente se encontró con el brillante
sociólogo, educador y dramaturgo Luis Enrique Osorio - nacido en Bogotá el 23
de marzo de 1896-, fundador de la Compañía Dramática Nacional y uno de los más
brillantes impulsadores del teatro en Colombia; una rica experiencia para su
formación y su futuro, como actor y colaborador durante varios años. En alguna
de las correrías con el grupo del maestro Osorio, conoció el Quindío y se
enamoró de nuestra tierra, además su padre sabía que un paisano suyo, don
Antonio Hadad, había fijado su estancia en la ‘Ciudad Milagro’ y había
florecido por esas calendas en la actividad comercial.
Rumbo al Quindío
En compañía de su señor padre y sus hermanos Félix y Miguel, viajó a Calarcá, pero Félix resolvió fijar su residencia en Cajamarca y Miguel finalmente se radicó en Pereira.
Contrajo matrimonio el 29
de junio de 1932 con la distinguida dama circasiana Alicia Botero Gaviria,
admiradora de su actuación teatral; en
dicha unión nacieron cuatro hijos: Cecilia, casada con Jair Montoya, tres
hijos; Fernando, ya fallecido; Alberto; y Carlos. Cecilia se separó y más
adelante se casó con Aristides Durán, oriundo del Tolima; Adela, matrimonio
con Javier Escobar, cuatro hijos: Hernando, Ana Beatriz, Pedro y Álvaro; Jaime
casado con Martha Hernández, dos hijos: Martha Alicia y Miguel; Olga, casada
con Orlando Osorio, tres hijos: Ana María, Carlos Eduardo y Andrés.
Ladrillera Fayad
Fue famosa una de sus
primeras incursiones como empresario con una fábrica automatizada que permitió
construir el barrio Popular de Calarcá y contribuir al desarrollo urbanístico
de la región. Como hecho histórico de gran significado debo señalar que, en el
crucial momento del terremoto de 1999, los ladrillos aún tenían el sello de la
fábrica de don Pedro Fayad. La fábrica perduró hasta el final de los días de su
fundador. Inicialmente, don Pedro quería destinar una tierra que adquirió para
siembras, pero su amigo, el ingeniero geólogo Botero Arango, de Medellín, le
señaló que el barro de esa finca era especial para ladrillo.
Liberalismo de verdad
Incursionó en la actividad política con la caída de la hegemonía conservadora y el florecimiento del liberalismo; fue secretario del Fondo Liberal y promovió la unión liberal con Elías Mejía Jaramillo, Jorge Jaramillo Arango, Joaquín Lopera Gutiérrez, Fernando Arias Ramírez y otros copartidarios; fue por lo menos tres veces concejal de Calarcá y ocupó la secretaría del concejo por varios períodos. Compañero de lucha del recordado Martiniano Montoya y de Fortino Montoya- abuelo paterno de Alberto Montoya Fayad-.
Obras son amores
Afecto a las causas
cívicas, organizó el primer club social de Calarcá y fundó el famoso Club
Quindío; promotor del nuevo edificio del Hospital de la Misericordia con el
médico Roberto Botero Arango; montó el primer teatro de la ‘Villa del Cacique’,
con la asesoría y acompañamiento de un compañero masón de Manizales: Teatro
Quindío; cofundador del Instituto Calarcá y del colegio Robledo, con el
propósito que las niñas de la ciudad evitaran su oneroso viaje a Pereira.
Durante varios años ocupó la posición de inspector de Policía y con mucha
diligencia fue notario primero de Calarcá; un testigo de su hermosa caligrafía
y del notable empeño en dicho cargo, Elkin García Tobón, a la sazón jefe del
mismo despacho tiempo después, destacó la elaboración de escrituras y libros
correspondientes con la bella letra del notario Fayad. Precisamente, por su
bella caligrafía fue profesor de dicho tema en el colegio de señoritas y en el
augusto colegio Robledo.
Con la fraternidad
Abrazó con mucha alegría
su ingreso a la Logia Masónica Quindío número 15, de la mano de su entrañable
amigo Braulio Botero Londoño. Como se debe recordar, Braulio fue un maestro de
condiciones eximias y alcanzó el más alto grado establecido por la jerarquía
organizativa, en una institución fraternal, filosófica, humanista con alto
nivel cívico y social; Pedro Fayad, por su amor a las ideas libertarias, al
progreso de los pueblos y al civismo, brilló con luz propia en el seno de la
logia y alcanzó el grado 33, de igual manera. Alberto Montoya Fayad, su nieto,
dirigente de gran reconocimiento social y profesional, me confesó que su abuelo
fue su gran inspirador y por su vasta influencia personal y su valioso ejemplo,
ingresó y hace parte de la Logia local.
La primera cédula
Por su carácter de
registrador del Estado Civil en Calarcá, el 14 de julio de 1934, expidió la
primera cédula a su propio nombre, registro electoral permanente 0001, como se
lee en el original, con sus datos personales y al final las firmas del jurado
electoral. Un importante documento histórico.
Hombre de empresa
Con su ladrillera en
pleno funcionamiento, incursionó en los años sesenta como distribuidor de
Chevrolet para el Quindío, asociado a su hija Cecilia, con el nombre de Quindío
Motors; así mismo, se destacó como uno de los primeros entusiastas del ganado
holstein en su finca El Bosque de Circasia. Coleccionista de monedas, con el
maestro alemán Willis, puso en marcha el primer taller de mecánica de la ‘Villa
del Cacique’ y el famoso Copete, ampliamente conocido.
Condecoraciones
Recibió innumerables reconocimientos de instituciones y personas por sus ejecutorias y su legado cívico: del municipio de Calarcá, la gobernación del Quindío, el Instituto Calarcá, el hospital La Misericordia y desde luego las exaltaciones de la logia.
Pedro Fayad ayudó bien a la región y su influjo bienhechor, su capacidad de servicio y su altruismo, fueron característicos en su trasegar vital; su amor por el teatro, su espíritu liberal y su decidido civismo, hicieron de sus obras y de su existencia un ejemplo de buen ciudadano, un servidor social de las causas superiores de la comunidad; en los cargos que desempeñó, en la tribuna pública, en el trabajo laborioso, se destacó con sobrados méritos ejecutivos y humanistas; un aventajado amante de la cultura, buen lector, creador de riqueza y de empleo, con el deseo cotidiano de servir a sus coterráneos.
Con su nieto y amigo Alberto Montoya Fayad hemos recorrido la existencia preclara y las vicisitudes de su admirable abuelo, vivo ejemplo del quehacer y los anhelos de una generación que luchó con denuedo por nuestra patria en el siglo XX; hombres hechos a pulso, luchadores infatigables que forjaron la actual nación colombiana: inmigrantes que se unieron al esfuerzo de colonos de diversas latitudes y que florecieron en nuestra tierra bendecida, en medio de las adversidades y de las dificultades de toda clase. Seres humanos como Pedro Fayad, dotados de especial condición de luchadores y soñadores por un mundo mejor y que abrieron el surco a las realidades contemporáneas.
Es nuestro deber
histórico rendir homenaje a un patricio que hizo honor a su apellido y a su
lucha, que enaltece a las nuevas generaciones y desde luego a su familia, un
ser humano de excelsas condiciones cuya vida y obra permanecerá en la memoria agradecida de sus
coterráneos.
Gabriel Echeverri González.
Académico de Número 1 - Academia de Historia del Quindío.
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