Distinguida dirigente cívica, activa ejecutiva y madre ejemplar nacida en Sonsón- Antioquia- el 20 de agosto de 1921 y fallecida en Armenia el 14 de julio de 1981. Sus padres, Juan Botero Mejía y Pastora Restrepo, ambos oriundos de Sonsón y dedicados a los negocios del café, en ese hogar nacieron cinco hijos: Juan (sacerdote), Flavio, Humberto, Luis (médico), e Inesita.
Cursó sus estudios básicos y culminó su bachillerato en Sonsón pero en 1940, sus padres, atraídos por el auge del café, resolvieron instalarse en el Quindío.
En la pujante ciudad de Armenia conoció al ilustre médico radiólogo Emilio Acosta Vargas, una de las figuras cimeras de la profesión y del civismo, quien por cerca de 55 años ejerció su disciplina y brilló con luz propia; el Doctor Emilio nacido en Nemocón, egresado de la facultad de medicina de la Universidad Nacional en 1935, aceptó la invitación de su amigo y compañero de aulas Tomás Uribe Vélez, de probar suerte en la promisoria tierra quindiana y llegó en 1942; el 16 de agosto de 1947 contrajeron matrimonio en la catedral.
De dicha unión nacieron once hijos:
Emilio, administrador de negocios de Eafit; Álvaro, médico radiólogo
Universidad del Rosario, casado con Clara Inés Urrea Botero, abogada y
fonoaudióloga, tres hijos; Alicia, estudiantes de idiomas y literatura en la
UPB, matrimonio con el ciudadano alemán Peter Blickensdoerfer; Luz María, trabajadora
social de la UPB, casada con Iván Arias González, dos hijas; Alfredo, abogado
de la Universidad del Rosario, casado con Miriam Escobar, abogada del Rosario,
dos hijos; Jaime, ingeniero agrónomo de la Universidad Nacional, matrimonio con
Luz Piedad Ramírez Gómez, ya fallecida; Inés, enfermera profesional, un hijo;
Silvia, odontóloga del Colegio Odontológico Colombiano, matrimonio con el
cafetero Jaime González, tres hijos; Juan Guillermo, ingeniero agroindustrial
de la Universidad La Gran Colombia Armenia, casado con Gloria Patricia Castaño,
ambos fallecidos, una hija; Elsa, ingeniera civil de la Santo Tomás, matrimonio
con Luis Humberto Salinas, ingeniero civil, dos hijos; Olga Lucía, odontóloga
Colegio Odontológico Colombiano. En total, once hijos profesionales destacados,
una excelente descendencia de 41 profesionales que viven y trabajan en
Alemania, Estados Unidos, México, Costa Rica y Colombia, dejando muy en alto a
su familia y a su patria.
Ama de casa y dirigente cívica.
Madre admirable, con su esposo constituyó una pareja con plena identidad en su amor por nuestra tierra, inclusive en su paso por la actividad política, como diputados de la primera asamblea departamental; en efecto, los diputados conservadores fueron, como principales: Inés Botero de Acosta, Pedro Nel Jiménez Alzate, Maira Vélez de Vélez, Lisímaco Arcila Giraldo, Pedro Contreras Beltrán, María Eugenia Rojas de Moreno Díaz, Alberto Herreño H., Sócrates Arbeláez Marín; a su vez, los diputados liberales fueron: Iván López Botero, Emilio Acosta Vargas, Marconi Sánchez Valencia, Alberto Pava Londoño, Albertina Peláez Giraldo, Luis Carlos Flórez, Milcíades Restrepo, Efrén Arias Duque[1].
En esta asamblea inaugural del
departamento, Inesita fue la primera vicepresidente y el doctor Emilio fue el
primer presidente temporal por orden alfabético.
Concejal de Armenia.
Por lo menos durante tres
oportunidades fue concejal de la duma municipal, con el grupo político que
lideraba el distinguido abogado y cafetero Juan Zuluaga Herrera, quien
generalmente hacía coalición con el sector liberal que comandaba el dirigente
Ancízar López.
Unión de ciudadanas de Colombia.
Animadora entusiasta, ocupó el cargo de tesorera en la junta directiva nacional, con sus compañeras buscó y luchó por la igualdad de las mujeres, sus derechos cívicos; participó en numerosas actividades sociales en favor de la causa femenina y buscó casa por casa la solidaridad de las damas de la ciudad; debe recordarse el importante papel cumplido por la Unión de Ciudadanas en el plebiscito de 1957, con la aprobación del derecho al voto por parte de las mujeres y otros derechos civiles.
No era extraño su extraordinario
dinamismo pues apenas con 24 años de edad, como Dama Rosada, recogía dinero,
ropa y otros objetos para los niños huérfanos, perteneciendo inclusive a la
junta directiva del Hogar de la Joven que por muchos años funcionó donde hoy
existe una sede de la Universidad Alexander von Humboldt; de igual manera, hizo
parte del grupo directivo de la fundación Anita Gutiérrez de Echeverri.
Sociedad de Mejoras Públicas.
Figura destacada del cuadro de honor de la SMP, el doctor Emilio, a su vez, ocupó en dos períodos la presidencia de la junta directiva, impulsor del Club de Jardinería; la SMP reconoció su inmensa labor por los parques de la ciudad, otorgándole la Medalla Cívica y denominando el parque anexo al aeropuerto el Edén con su nombre. Debe señalarse que el doctor Emilio fue por varios años, representante de las entidades cívicas, en el CSU de la UQ.
La actual remodelación del aeropuerto arrasó con el parque popular y hasta la fecha no se conoce si la Aeronáutica Civil va a reemplazar el bello lugar que servía de esparcimiento a las gentes pobres; algo similar ocurrió con el Parque de Recreación Popular que murió lánguidamente y sin dolientes.
Por fortuna, Emilio Acosta Botero, hijo mayor, en su calidad de director de Coldeportes Quindío, entregó a la ciudad las canchas de fútbol del Edén, funcionan con normalidad.
Como buena relacionista, la señora
Inesita fue muy apreciada por la sociedad de su tiempo, no solo porque se
identificaba con los valores sociales, además por su empeño en ayudar en las
causas humanitarias y por su colaboración estrecha a dos tareas sensibles. La
primera, su notable empeño en ayudar en las diferentes juntas pro departamento
del Quindío, anhelo colectivo que la llevó varias veces a Bogotá, y además,
organizar reuniones y festivales con entusiastas personas; en segundo lugar, no
fue ajena a las jornadas pro catedral de Amenia, el movimiento cívico de venta
de empanadas que hizo fama en la sociedad del siglo XX.
¡Dama de armas tomar!
Si el doctor Emilio con su tarea constante al frente de su reputado consultorio logró que sus hijos estudiaran en las mejores universidades, Inesita no se quedó atrás y merced a su dinamismo y capacidad de trabajo, esfuerzos de toda índole y apoyo bancario, adquirió tres propiedades rurales- El Imperio, La Ponderosa y Santa Inés- cubriendo las necesidades adicionales de su descendencia, con su notable esfuerzo personal. Debo resaltar que, desaparecidos los padres, los hijos en forma sabia y después de lotear previamente las tierras, por sorteo se adjudicaron cada lote, sin ninguna discusión, algunas de esas tierras se conservan.
Condecorada por la SMP y por otras instituciones cívicas y públicas, con dos de sus hijos, Emilio y Alfredo, hemos repasado la existencia de una dama que, a pesar de su partida en plena madurez, supo imprimir a sus actos cotidianos un especial carisma que además de levantar con los cánones más estrictos a su numerosa familia, le permitió proyectarse en la sociedad de su tiempo. No había actividad cívica en la que no interviniera con su enorme vocación de servicio y altruismo.
Inesita Botero de Acosta brilló con
luz propia y en la grata compañía de su esposo Emilio Acosta Vargas, dio vida a
una familia ejemplar, orgullo de la región y de Colombia; su ejemplo es
imperecedero y su nombre permanecerá en los anales de la historia como un
ejemplo siempre vivo de servicio a la sociedad de su tiempo. Una mujer
excepcional.
Gabriel Echeverri González
Académico de Número 1 – Academia de
Historia del Quindío.
[1]
Valencia Zapata, Alfonso. 20
febrero 1981. Quindío Histórico. Editorial Quingráficas. Cuarta edición. 418
páginas.
0 Comentarios