Por: Nodier Botero J. (Miembro de la Academia de Historia del Quindío) Artículo publicado por el diario La Crónica del Quindio el 22 de diciembre de 2013.
Nota: ¿Existe la raza paisa? Parte I fue publicada en este blog el 15 de diciembre de 2013.
Continuación:
g. El reconocimiento de la “raza” en personajes emblemáticos: “El poeta de la raza” Jorge Robledo Ortiz; “El artista” de Antioquia, Rodrigo Arenas Betancourt; “El mártir” de la gesta libertadora, en Antioquia, Atanasio Girardot; “El cantor” de la raza Gregorio Gutiérrez González (“Memorias sobre el cultivo del maíz”); la hidalguía, el valor y los ancestros blancos, encarnados en José María Córdoba.
Nota: ¿Existe la raza paisa? Parte I fue publicada en este blog el 15 de diciembre de 2013.
Continuación:
g. El reconocimiento de la “raza” en personajes emblemáticos: “El poeta de la raza” Jorge Robledo Ortiz; “El artista” de Antioquia, Rodrigo Arenas Betancourt; “El mártir” de la gesta libertadora, en Antioquia, Atanasio Girardot; “El cantor” de la raza Gregorio Gutiérrez González (“Memorias sobre el cultivo del maíz”); la hidalguía, el valor y los ancestros blancos, encarnados en José María Córdoba.
h. La naturalización y popularización del sentido de raza en Santa Fe de
Antioquia, “cuna de la raza”; en el equipo de ciclismo, “El orgullo paisa”; en
la emisora “La voz de la raza”; en “El alma de la raza” que reza la letra de
sus bambucos y pasillos; en fin, en el escritor de la raza, Tomás Carrasquilla;
o, si se quiere, de la anti-raza que se reconoce en la desmesura irreverencial
de Fernando Vallejo.
i. Un tipo especial de “humor paisa” como expresión festiva del talente vivaz,
repentista y no exento de procacidad, que necesariamente revela la tosquedad,
los modos zafios y la veta verbalista desenfrenada del hombre antioqueño.
Algunos críticos equivocadamente tachan este humor de extremado, altisonante y
ofensivo, cuando no se detienen a considerarlo como propia expresión natural,
en correspondencia con el modo de ser del antioqueño montaraz, individualista y
sin finura de modales, a quien no se le puede exigir, por esto mismo, el uso de
sutiles paradojas a lo Oscar Wilde, ni el fino fantaseo lingüístico de Ever
Castro, ni el chispeante humor citadino-bogotano.
Esta veta humorística del paisa deviene del rústico y legendario Pedro Rimales,
pasa por la vulgaridad y la ironía de “Cosiaca”, el repentismo de las coplas de
Salvo Ruiz, el histrionismo tosco y desenfadado de “Montecristo” y de Crisanto
Vargas, “Vargasvil”, el humor de tono subido de la “Nena Jiménez”, hasta llegar
a las variadas paradojas lingüísticas de “Tola y Maruja” y al teatralismo
vernáculo de “El Águila Descalza”. Cómo no ver en las diferencias que se pueden
establecer entre la forma humorística de “Cosiaca”, la “Nena Jiménez” y
“Montecristo” y la expresión verbal que caracteriza el ingenio jocoso de “Tola
y Maruja”, o en el recurso del exceso verbal de Cristina y Carlos Mario, un
motivo de depuración estética, revelador del tránsito cultural de una sociedad
campesina y “montañera” a un mundo urbanizado, intercomunicado e inscrito en
las condiciones de la realidad social y económica de la globalización.
j. Esta misma veta de lo simple, ordinario y sarcástico se expresa en la música
de carrilera, en la música guasca o campesina y, de manera especial, en las
canciones llenas de malicia y de doble sentido de José A. Bedoya, a quien se
llamó “El cantor de los diciembres”, quien ha tenido en Antioquia y en todo el
país una larga fila de continuadores. En la actualidad, sin dejar de lado esta
veta de la música popular antioqueña extendida a todo el país, se puede
percibir, especialmente en Medellín, un movimiento cultural a favor de la
música culta y folclórica nacional que se manifiesta como un impulso a la
formación de orquestas y grupos musicales, en los programas de estudio de la
especialidad en las universidades regionales, en los festivales de música
popular contemporánea, en las temporadas de ópera y zarzuela.
k. El simbolismo identitario y de imágenes mentales referidas a la viveza y al
oportunismo, así como al ingenio, al valor de la mentira, a las estrategias del
engaño y al aprovechamiento de la ocasión que están arquetípicamente ilustrados
en el personaje Simón Pérez del cuento “Que pase el aserrador” de Jesús del
Corral.
l. Un sentido de la grandeza y de la magnificación de los objetos y las obras
que son construidas por los hombres de “la raza”, ideas expresadas en la
desmesura conceptual, en la estimación de lo propio como incomparable y en el
asombro y el sentimiento de lo grandioso que se expresa en el “Ave María,
pues”. Es posible que este sentido del mundo pueda explicarse como ligado
dialécticamente al encerramiento geográfico, al solipsismo político y cultural
y ¿por qué no? al mismo aislamiento genético herencial propios de Antioquia y
de su reclusión histórica de casi trescientos años.
Estas actitudes se manifiestan en un deseo inconsciente de “antioqueñizar al
mundo” que propone para ello como credenciales a sus héroes, a sus triunfos, a
sus instituciones culturales, a sus empresas y que se hace evidente en la
sobrevaloración afectiva de sus obras arquitectónicas (El Túnel de la Quiebra,
el Puente de Occidente, la Torre de Coltejer, la Iglesia de La Veracruz, la
Catedral Basílica Metropolitana, el Tren Metropolitano de Medellín, el
Metrocable); o en la hipérbole estética que se advierte en las “Gordas” de
Fernando Botero y en las esculturas monumentales de Rodrigo Arenas Betancurt; o
en la magnificación de sus héroes deportivos (campeones de ciclismo y
automovilismo, equipos de fútbol), en la veneración de sus lugares ya
mitificados como la “choza” de nacimiento de Marco Fidel Suárez, el “Pueblito
Paisa” de la hacienda Fizebad en el municipio de El Retiro, la casa-museo de
“Otraparte”, el Paraninfo de la U. de Antioquia, la legendaria mina “El
Zancudo” de Titiribí y en muchos “monumentos” más que ya han inscrito su
sentido de lo paisa y de lo antioqueño en un inventario simbólico –
representacional.
m. La interacción que se descubre entre los modos lingüísticos del habla y el
“ser” del hombre paisa, en la medida en que se puede proponer un principio de
identificación del lenguaje como “casa donde habita el ser” (Heidegger) y “el
ser humano como lenguaje” (Gadamer), o “el hombre como signo” (Ch. S. Peirce);
o en el simplismo conceptual del lenguaje como “expresión de un pueblo”.
Es el modo de ser que se reconoce en características típicas del habla (voseo,
seseo y yeísmo), en el sentido hiperbólico de la realidad de refranes y coplas
(como el voluntarismo en la acción que traduce el “antioqueño no se vara”), el
repentismo, la agilidad mental y el sentido de la improvisación, percibidos en
la forma y el contenido de la trova, el extremismo del sentido de las mentiras
de concurso, el hiperverbalismo del culebrero o del vendedor de “específicos”,
los nombres de personas de procedencia bíblica, o de la onomástica hebrea
(Jesús, José, Ester, María), la cantarina curva de entonación de final
descendente que se puede oír en el español hablado de Medellín, la idea de la
reelaboración del lenguaje (reinvención del mundo) que suponen el Quijote, la
Biblia, o la historia del país a lo paisa, en fin, el sentido festivo de los
dichos, los sobrenombres o parónimos y los símiles o comparaciones.
n. Dentro de la múltiple división de campos del trabajo, el imaginario cultural
y la interpretación que de este imaginario hacen los artistas y los mismos funcionarios
públicos van decantando estos símbolos en su significado de imágenes
prototípicas del pasado: los desfiles de silleteros con sus cargas de flores;
los trovadores y copleros que ponderan los trabajos en versos rústicos, los
tipleros y bambuqueros que hacen la exaltación musical; los cuenteros quienes
los toman como temas y motivos en relatos folclóricos y primigenios.
Por su parte, los artistas y escritores renuevan la tradición con imágenes
representacionales: el óleo “Horizontes” de Francisco A. Cano, las “barequeras”
en las esculturas de Pedro Nel Gómez, “los cargueros” de Débora Arango, los
“arrieros” objeto de riquísima producción iconográfica, los significados
humanos de las esculturas épicas de Rodrigo Arenas B., la servidumbre doméstica
descrita en las narraciones de Tomás Carrasquilla, los patrones y los peones en
las novelas de Manuel Mejía Vallejo, en fin, los tipos pueblerinos de Efe
Gómez.
o. La contracara de la cultura tradicionalista y católica paisa toma forma en
unas tendencias artísticas, filosóficas y políticas que se manifiestan en
oposición a los cánones, a los valores sociales y a los modelos estéticos de la
imagen institucionalizada, para conformar unas tendencias iconoclásticas que se
distinguen en Antioquia como raíz simbólica de un “tradicionalismo
modernizador”.
Se trata de la veta contestataria de la cultura antioqueña en la cual se
inscriben desde el pensamiento rebelde de Juan de Dios Uribe, los insólitos
desnudos (para su época y lugar) de Débora Arango, las caricaturas de Ricardo
Rendón, los escritos políticos de Luis Tejada y las sátiras poéticas de León de
Greiff, hasta el desenfado atrevido en las proclamas de Gonzalo Arango, los
denuestos racistas de Fernando Vallejo y la prosa irreverente de Héctor Abad
Faciolince.
Por: Nodier Botero J.
2 Comentarios
Resultados y Discusión
ResponderBorrarManizales muestra el mayor número de loci en desequilibrio. El grupo sanguíneo Kidd mostró el mayor desequilibrio genotípico a través de las poblaciones a expensas de un exceso de heterozigotos. Es importante llamar la atención sobre el desequilibrio de H-W en el locus Duffy de la población del Chocó que esta dado a expensas de un exceso del homozigoto nulo 0. Este fenómeno ha sido asociado a resistencia a malaria, no obstante no puede descartarse que ello sea fruto de un efecto fundador.
Existe una gran similitud de distribución de frecuencias alélicas en las cuatro poblaciones Paisas, esto contrasta fuertemente con las estimadas para la población del Chocó. Existe un elevado valor proporcional del alelo cde que se da en la población de Medellín y en la población de Manizales. Además los valores de alelos indicadores de mezcla negoride como el cDe del RH y el O del FY y de mezcla Amerindia como el CDe son de valores muy bajos.
Se observa una clara cercanía entre las poblaciones Paisas y su mayor similitud con la población Caucasoide. Llama la atención que la mayor distancia se presenta con la población Negroide. Existe una clara cercanía geométrica entre las poblaciones Paisas y de estas a sus vez con la población Caucasoide.
No existe efecto de subdivisión o sea que las poblaciones pertenecientes a la comunidad Paisa son una sola y no existe una heterogeneidad genética significativa.
En general, los siguientes aspectos son de fundamental importancia: no existe subdivisión genética entre las poblaciones Paisas y el poblamiento de Antioquia, se realizo sin presentar efectos de miscegenación con las poblaciones Negroides y Amerindias. Estos resultados son de una gran aplicabilidad para inferir procesos de evolución sociocultural y también de algunas enfermedades con agregación familiar.
Referencias
Por favor consultar:
Bravo,M.L.,Valenzuela,Y.C.,Arcos-Burgos,O.M (1996):
Polimorphisms and Phyletic Relationships of the Paisa Community from Antioquia (Colombia). Gene Geography 10:11-17.
http://archivo.50megs.com/genetica1/antioquia.htm
El articulo anterior nos demuestra que el tal mestizaje paisa es una falsedad, los paisas son genéticamente caucásicos, blancos.
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