El Quindío y los correos reales

"Conducción del correo (en el interior de Colombia)" Álbum de cuadros de costumbres Ramón Torres Méndez, 1860

 

El sistema de correos de la Corona española funcionó igual siempre durante la época de la conquista americana. El Consejo de Indias, encargado de la administración de las nuevas tierras conquistadas, creó en 1514 un cargo nuevo que la Corona bautizó con el nombre de Correo Mayor de las Indias el cual fue entregado mediante cedula real, por la Reina doña Juana (la Loca), a favor de Lorenzo Galíndez de Carvajal quien le dio fisonomía propia a ese privilegio político que ella le había concedido y que luego transmitió a sus herederos. Desde entonces se sabía que los cargos se compraban por dinero y podían ser transferidos a los herederos y familiares. 

Por su parte, los hallazgos de los especialistas suelen mencionar que las tribus indígenas se comunicaban principalmente con tambores, mediante sonidos que se escuchaban en distancias cortas de menos de veinte kilómetros. En el caso los imperios de los Incas, los Aztecas y los Chibchas, y posteriormente a la llegada de los españoles, la modalidad de mensajeros de a pie (los chasquis) era la más utilizada en esas extensiones que cubrían tales imperios amerindios

Instalados los conquistadores en los puertos americanos (Cartagena, Santa María La Antigua del Darién, La Habana, etcétera), una de las actividades subsiguientes consistía en el apertura de los llamados “caminos reales” hacia el interior del país en busca de oro y esmeraldas, y desde luego en busca de El Dorado, esa leyenda que fue el imán de muchas expediciones españolas y portuguesas venidas a estas regiones.

Originalmente los chasquis eran los mensajeros incas; luego, por antonomasia, fueron los encargados de llevar y traer la correspondencia en un país. Los trajinantes, por su parte, eran personas independientes que iban ofreciendo mercancías y productos de un lugar a otro, pero también eran usados por los particulares para llevar mensajes. La palabra estafeta se usaba indistintamente como un correo ordinario de a caballo, como un correo de transporte diplomático, o como una oficina específica de correos.

Hasta 1794 la organización de correos en el Nuevo Reino de Granada tenía una oficina principal en Santafé y cuatro administraciones principales de correos en el resto del país, una de ellas en Cartago con despachos agregados en Ibagué, Chaparral, Anserma, Nóvita, y Quibdó. Otra oficina estaba ubicada en Popayán, y cubría las regiones de Cali, Buga, Roldanillo, Caloto, Tuluá y Quilichao.

Entrado el siglo 19, estas oficinas funcionaban de manera regular. Pero las principales carreras y travesías que pasaban por el territorio del Eje Cafetero eran la carrera del Chocó, con dos correos mensuales y catorce días de recorrido entre Santafé, Ibagué, Cartago, Nóvita y Quibdó; y una travesía de Cartago a Popayán, con seis días y 14 horas de recorrido entre Cartago, Cali, Caloto y Popayán.

¿Cómo llegaría entonces en esa época una carta de negocios desde Cartago hasta Santafé de Antioquia o Medellín?

Hemos supuesto que el recorrido sería el siguiente: La Administración de Correos de Cartago la llevaría hasta Santafé, capital del Nuevo Reino de Granada; de allí sería despachada hacia su destino en la Provincia de Antioquia por Honda a las bodegas del Nare (3 días), a Cancán (3 días), a Yolombó (dos días y medio), a Medellín (dos días y medio), y a su destino final en Santafé de Antioquia (un día), para un total de 12 días en este solo trayecto. Si la carta mencionada llevaba papeles de negocios de comercio exterior, la carrera debería pasar por Medellín, Remedios, Zaragoza, Mompox y enseguida Cartagena de Indias. Como las exigencias de puntualidad de los correos eran tan estrictas, según los reglamentos oficiales de la Corona española, parece indudable que tales entregas se hacían en forma oportuna.

Solo en 1853 se empiezan a distinguir claramente los nuevos caminos que habrían de comunicar los diferentes acontecimientos de la colonización que comenzaba a ofrecer las oleadas de inmigrantes hacia el sur.

Una de esas nuevas carreras fue la de Cartago-Ansermanuevo-Supía-Amagá-Medellín y viceversa; la otra iba de Rionegro-Abejorral-Sonsón-Salamina-Supía (26 carreras al año), con lo cual las regiones pertenecientes a las Provincias del sur de Antioquia se empezaron a vincular a la ruta de correos del país. Esta fecha coincide, con una pequeña diferencia, con las dos principales novedades que habrían de darle un vuelco total al sistema de correos del siglo 19: la llegada del telégrafo en 1865, en el gobierno de Manuel Murillo Toro, y la aparición de las primeras estampillas adhesivas para el recaudo de los portes.

El telégrafo eléctrico llego a Manizales en 1870. Las líneas telegráficas se tendieron desde Medellín y en 1870 ya estaban en Manizales; sin embargo, sólo al año siguiente empezaron a funcionar, siendo sostenidas por Antioquia a pesar de las perdidas. De este modo Manizales se unió al país y al mundo a través de otro medio de comunicaciones facilitando el desarrollo de las relaciones económicas y culturales.

Jaime Lopera Gutiérrez

Académico de Número 2  / Academia de Historia del Quindío

 

 

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